Un equipo internacional liderado por una investigadora del Conicet descubrió un tetrápodo basal gigante de unos 285 millones de años de antigüedad, que desafía las hipótesis actuales acerca de la evolución temprana de los primeros vertebrados que hicieron la transición de la vida acuática a la terrestre.
Este trabajo marca el primer liderazgo de una mujer paleontóloga argentina en un artículo publicado en Nature, ya que el hallazgo ocurrido en Namibia, África, será la tapa del próximo número de la prestigiosa revista, que se publicará el 18 de julio.
La nueva especie, un depredador del período Pérmico de la era Paleozoica fue bautizada como Gaiasia jennyae.
A cargo de Claudia Marsicano, investigadora del Conicet en el Instituto de Estudios Andinos “Don Pablo Groeber” (IDEAN, CONICET-UBA), el equipo que estudió y caracterizó estos fósiles incluyó a investigadores del Museo Field de Historia Natural de Chicago (Estados Unidos), así como a Adriana Mancuso del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA, CONICET-UNCUYO-Gob. Mendoza), Leandro Gaetano del IDEAN, y colegas de Sudáfrica y Namibia.
Lo revelador del descubrimiento
Los tetrápodos son vertebrados con cuatro extremidades, ya sean ambulatorias o manipulatorias, o cuyos antepasados tuvieron cuatro extremidades. Este grupo incluye a la mayoría de los vertebrados actuales como anfibios, reptiles, aves y mamíferos, exceptuando a los peces. Los tetrápodos basales fueron los primeros en desarrollar dígitos en lugar de aletas, permitiéndoles desplazarse sobre el terreno y desarrollar la vida terrestre. Al igual que los anfibios actuales, completaban su metamorfosis en el agua y luego regresaban a este medio para reproducirse. La aparición de los amniotas, grupo que incluye a mamíferos, reptiles y aves, permitió la reproducción independientemente del agua.
El descubrimiento de Gaiasia jennyae es significativo porque proporciona nuevas perspectivas sobre la evolución de los tetrápodos. Al respecto, Marsicano explicó que, hasta ahora, se creía que los tetrápodos basales se habían extinguido hace unos 300 millones de años, a fines del período Carbonífero. Sin embargo, Gaiasia muestra que estos animales vivieron hasta hace 285 millones de años, en el Pérmico temprano. Además, se pensaba que estos animales se habían desarrollado en regiones tropicales y subtropicales del paleoecuador, pero el clima en Namibia de aquel entonces era templado-frío y glacial.
El clima de Namibia, templado y frío durante el Pérmico temprano, y la presencia de Gaiasia en esta región sugiere que estos primeros tetrápodos no solo se adaptaron a climas benévolos, sino que también evolucionaron en condiciones más severas.
En ese sentido, Marsicano señaló que “esta adaptación a climas no tan benignos lleva a considerar que la fisiología de estos animales debió ser más compleja de lo que se creía hasta ahora”.
El yacimiento donde se encontraron los restos de Gaiasia es de difícil acceso debido a las restricciones ambientales y la necesidad de permisos especiales, ya que es una zona protegida para rinocerontes. Además, se requiere llevar agua potable para las tareas de campo debido a la falta de recursos en el área. Marsicano mencionó que el proyecto comenzó con financiamiento de la National Geographic Society y más tarde recibió apoyo de la ONG sudafricana PAST.
Este descubrimiento también revela aspectos sobre la fisiología y adaptación de los tetrápodos basales. “Gaiasia viene a derrumbar hipótesis previas sobre la evolución de los tetrápodos. Nos obliga a repensar la forma de entender la evolución de los primeros animales terrestres en todo el mundo”, sostuvo Leandro Gaetano, investigador del Conicet y docente en la UBA, quien enfatizó que “Gaiasia muestra rasgos que no se alinean con las teorías establecidas sobre la distribución y evolución de los tetrápodos basales conocidos hasta ahora”.
Una diferencia notable en Gaiasia es su tamaño. La mayoría de los tetrápodos basales conocidos eran relativamente pequeños, con longitudes entre un metro y metro y medio. Sin embargo, Gaiasia tenía un cráneo de aproximadamente 60 cm y su tamaño total se estima en unos cuatro metros, lo que lo convierte en un animal gigantesco para su época.
Según Marsicano, “para la época, se trata de un animal gigante”.
Además de los restos de Gaiasia, en el mismo yacimiento se encontraron fósiles de anfibios y peces de gran tamaño, lo que indica, según los expertos, que Gaiasia coexistió con otros vertebrados evolutivamente más avanzados. “Hay aún mucho material por estudiar, algunos de los cuales todavía están en el campo”, señaló en este sentido la investigadora.
En conclusión, este hallazgo brinda una mejor comprensión de la evolución de los primeros tetrápodos y su dispersión más allá de las regiones tropicales del paleoecuador, sugiriendo una fisiología más compleja y adaptaciones significativas en estos animales.
“Conocer nuestra historia no abarca sólo lo que ocurrió con la humanidad en los últimos miles de años. Formamos parte de un todo mucho más importante y más grande, que incluye a las biotas que evolucionaron en nuestro planeta y que de alguna forma modelaron el medio ambiente como actualmente lo conocemos”, remató Marsicano sobre la importancia de este descubrimiento y de los hallazgos paleontológicos que permiten entender mejor la evolución de formas de vida que se desarrollaron hace cientos de millones de años.