Corría el año 1054 cuando varios astrónomos chinos vieron cómo en el cielo aparecía un nuevo objeto en los cielos que nunca se había observado antes. Lo llamaron “estrella invitada”.
Cuentan los libros, que los expertos no sabían de qué se trataba, pero brillaba tanto que podía verse fácilmente a simple vista, incluso de día. Solo el Sol y la Luna eran más luminosos. En el cielo brilló tan intensamente como Júpiter durante casi un mes, antes de desvanecerse gradualmente durante dos años, hasta hacerse invisible.
Ese fenómeno que observaron era una supernova (es la gran explosión de una estrella) que produciría lo que ahora se conoce como la Nebulosa del Cangrejo, una nube de escombros arrojada al espacio por una estrella moribunda a unos 6.500 años luz de distancia en la constelación de Tauro.
Ahora, una nueva gran observación del poderoso Telescopio Espacial James Webb brinda exquisitas definiciones sobre este objeto cósmico como nunca antes se observó. Por primera vez, podemos ver las estructuras en forma de jaula formadas por innumerables granos de polvo, que se ven de manera particularmente prominente como material esponjoso de color magenta en las regiones superior inferior en la imagen de la nebulosa.
A diferencia de otros remanentes de supernovas, donde el polvo domina las regiones centrales, gran parte del depósito de polvo está empaquetado en filamentos de la capa exterior, dicen los astrónomos.
“La Nebulosa del Cangrejo hace honor a una tradición en astronomía: los objetos más cercanos, más brillantes y mejor estudiados tienden a ser extraños”, dijo en un comunicado Nathan Smith, del Observatorio Steward de la Universidad de Arizona que publicó un estudio científico en The Astrophysical Journal Letters.
“La Nebulosa del Cangrejo son los restos en expansión de una estrella que explotó como una supernova. A esta explosión se la vio en 1054 como una ‘nueva estrella’ brillante. Sin embargo, la nebulosa en sí fue descubierta por Charles Bevis en 1731, y Charles Messier la redescubrió de forma independiente en 1758. Messier estaba buscando cometas cuando observó la nebulosa. La incluyó como la primera entrada de su famoso catálogo de objetos del espacio profundo, y se la conoce como ‘Messier 1′ o ‘M1′″. En 1844, Lord Rosse la llamó la Nebulosa del “Cangrejo”, debido a que su forma se asemeja a las patas del crustáceo. Recién en 1928, Edwin Hubble propuso, por primera vez, asociar a esta nebulosa con la antigua explosión de la supernova. En 1939, los astrónomos confirmaron que esta formación se trata de los restos de la estrella que explotó en 1054″, explicó la NASA sobre este objeto espacial.
En las décadas de los cincuenta y de los sesenta, los astrónomos descubrieron que la Nebulosa del Cangrejo poseía fuertes campos magnéticos, y que, además, descargaba rayos X energéticos, así como las ondas de radio más fuertes conocidas para un objeto astronómico.
Pero, ¿qué es lo que producía esta potente radiación? La respuesta se halló en 1968: un objeto ultradenso —una estrella de neutrones— se encuentra en el centro de la nebulosa. Se conoce como “el púlsar del Cangrejo” y es uno de los primeros objetos de su clase que se ha descubierto.
Tanto la energía de la explosión supernova como la del púlsar del Cangrejo mantienen la radiación de la nebulosa sobre, prácticamente, todo el espectro electromagnético. La mayor parte de esta energía nos llega en forma de radiación invisible para el ojo humano, pero se puede detectar mediante telescopios.
Desde que explotó como supernova, la capa de material de la estrella se ha estado expandiendo a unas 900 millas (1.500 kilómetros) por segundo y ahora abarca unos 11 años luz de diámetro.
La Nebulosa del Cangrejo es un objeto bien estudiado gracias a su cercanía cósmica; sin embargo, a pesar de décadas de observaciones, los detalles específicos de la explosión siguen siendo difíciles de alcanzar.
Como la mayoría de las estrellas masivas, hacia el final de sus vidas, la estrella en el corazón de la Nebulosa del Cangrejo puede haber iniciado su muerte cuando comenzó a producir hierro. A diferencia de otros elementos producidos durante la fusión nuclear (el proceso que alimenta las estrellas, que fusiona el hidrógeno en elementos más pesados), el hierro exige más energía de la que libera, lo que significa que la estrella terminó sucumbiendo a su propia gravedad y colapsando sobre sí misma.
El corazón del Cangrejo ahora está gobernado por un púlsar que gira rápidamente, visto en la imagen de Webb como un punto blanco brillante en el centro, con las líneas del campo magnético que emergen de él como finas cintas azules que se agitan en un patrón similar a una onda.
Aunque se ha estudiado al Cangrejo de forma exhaustiva durante décadas, los astrónomos aún tienen mucho que aprender. Las observaciones en varias longitudes de onda ya han brindado un gran conocimiento de este cuerpo estelar, ubicado a 6500 años luz de distancia, en la constelación de Tauro. Pero todavía queda mucho por descubrir.