Un cohete argentino vuelve a la competencia universitaria espacial más importante del mundo

Se trata del Spaceport America Cup, cuyos jurados son la NASA, SpaceX y Blue Origin, entre otras. Los alumnos del ITBA compiten por segundo año consecutivo en busca de un vuelo exitoso y de adquirir experiencia con los mejores del planeta

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Alumnos del ITBA volverán a
Alumnos del ITBA volverán a competir en la Spaceport America Cup, la competencia estudiantil de cohetes más importante del mundo

El año pasado la alegría, la ansiedad, la curiosidad y la innovación volaron hasta los 3000 metros sobre el nivel del mar a bordo del primer cohete argentino presentado en una competencia espacial estudiantil en Estados Unidos.

Y este año, el grupo de estudiantes del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) se amplió para construir una nueva nave y buscar elevarse todavía más para ampliar sus conocimientos durante la competencia espacial Spaceport America Cup, que agrupa a 150 proyectos de 25 países y cuyo jurado está integrado por expertos de las empresas espaciales más importantes del mundo.

Ellas son Blue Origin, perteneciente al multimillonario empresario Jeff Bezos, Virgin Galactic, de Richard Branson, y la AIAA que agrupa a la NASA, SpaceX, de Elon Musk, el MIT y el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés).

El equipo de estudiantes en
El equipo de estudiantes en los talleres del ITBA, con el desarrollo del nuevo cohete

Los lanzamientos, que serán evaluados por estos expertos, comenzarán hoy en White Sands Missile Range, una locación de la Fuerza Aérea estadounidense, ubicada en el desierto cerca de la localidad de Las Cruces, Nuevo México, en Estados Unidos. Y en ese sitio, que se utiliza para la realización de pruebas con tecnologías de cohetes y vehículos aéreos no tripulados, un puñado de estudiantes argentinos supervisados por un profesor universitario están desde hace algunos días para armar, calibrar y ajustar todos los detalles con vistas al despegue que se efectuará de aquí al sábado, día que concluye la competencia internacional.

El equipo del ITBA no solo tiene la responsabilidad de representar a la Argentina en esta competencia espacial internacional que reúne a 158 universidades de todo el mundo, sino que también lo hará por Latinoamérica, ya que no hay otros estudiantes de la región con un cohete listo para ser lanzado.

“En 2024 competimos por segundo año consecutivo, pero la idea es la misma. Hacer un cohete durante todo el año y competir en el máximo nivel internacional. En 2023 lanzamos el cohete Theros III, diseñado y fabricado por nosotros. Y aprendimos mucho para volver a presentarnos con más innovaciones y una mejor nave”, explicó a Infobae la alumna Malena Vásquez Currie, de 24 años, estudiante del último año de Ingeniería Informática del ITBA, que este año no pudo viajar a Estados Unidos por tener que rendir exámenes, pero que participó del diseño y construcción del cohete y está al tanto de la presentación que están haciendo sus compañeros.

El cohete Lanín 1 utiliza
El cohete Lanín 1 utiliza una propulsión híbrida mejorada respecto a la del año pasado

Guiados por el profesor Patricio Pedreira, los alumnos que pudieron viajar son Nicolás Burger, Gaspar Ríos, Juan Bensadón, Juan Bautista Valero, Patricio Pedreira, Julián del Valle Calvo, Pedro García Delucis y Axel Schubert. En diálogo exclusivo con Infobae a través de una plataforma digital y a pocas horas del lanzamiento, todo el equipo contó los detalles más sobresalientes de este nuevo desafío.

“Nos preparamos para participar en la competencia de cohetería universitaria de alta potencia más importante del mundo organizada por el Experimental Sounding Rocket Association (ESRA), en la categoría SRAD (Student Researched and Designed), dado que el nuevo cohete Lanín 1 es un aparato de fabricación y diseño propio”, explicó Juan Bautista Valero, jefe del proyecto.

“Se trata de una competencia de precisión, donde todos los detalles son evaluados y no deben excederse los distintos parámetros a medir, como la altura que tiene que alcanzar el cohete, de unos 3000 metros o 3 kilómetros, el peso de la carga útil, estimada en 4 kilogramos, el diseño, los materiales de construcción utilizados y la trayectoria de despegue, entre otros muchos parámetros”, añadió.

Como el icónico cerro argentino Lanín, de 3747 metros y ubicado en la provincia de Neuquén, el cohete homónimo buscará alcanzar esa misma altura y elevarse en los cielos estadounidenses con este aparato “made in Argentina”.

Parte de los estudiantes del
Parte de los estudiantes del ITBA que están en Estados Unidos para la competencia espacial

“Esta competencia busca no solo hacer un buen lanzamiento, sino también ganar experiencia con los mejores desarrolladores de cohetes del mundo. Es una oportunidad única para aprender y seguir perfeccionándose en la industria aeroespacial. Nosotros valoramos mucho el intercambio de conocimiento que hacemos con otras universidades y aprovechamos esa experiencia adquirida para mejorar el año siguiente”, precisó Vásquez Currie.

En ese sentido, explicó que en 2023 no tenían muchas expectativas en el primer cohete presentado, pero igualmente voló bien. Y a diferencia del presentado en la anterior competencia, el actual cohete, que debe alcanzar los 3.000 metros de altura, llevar una carga de 4kg y ser reutilizable, tiene un innovador motor híbrido y mejoras en la aerodinámica y electrónica.

“Para este año nos propusimos desarrollar un motor en la universidad. No comprarlo como en 2023. También innovamos en la aerodinámica, en los materiales utilizados como la fibra de vidrio y en el armado final. Le agregamos unos airbreaks que ayudan a estabilizar y frenar el cohete durante el lanzamiento. Fue un avance importante para mejorar su trayectoria final”, sumó Axel Schubert.

El año pasado el equipo
El año pasado el equipo compitió con el cohete Theros III

Estos innovadores desarrollos fueron consultados durante casi un año con expertos del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa – CITEDEF, de la empresa privada LIA Aerospace y técnicos de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Los estudiantes pasan entre 10 y 14 días en total, ya que si bien la competencia es durante una semana, se necesitan varios días para armar el cohete y probar todos los sistemas para que funcionen correctamente. En la previa, también tienen que hacer un reporte técnico, que es un 20% del puntaje total de la competencia y en el cual deben explicar todo lo relacionado con el cohete más allá de la construcción. Eso significa explicar los ensayos realizados, los métodos de manufactura, los materiales empleados en la construcción del aparato y como es su estructura, motor, propulsión, aerodinámica, electrónica y cómo se lo recupera una vez lanzado.

Otro de los estudiantes que viajó a EE. UU., Julián del Valle Calvo, contó el desafío de competir con un nuevo cohete con un motor híbrido. “El año pasado lo hicimos con un motor de combustión sólido que era menos eficiente. Este nuevo motor híbrido es mejor, pero también es de más compleja construcción, ya que utiliza combustible líquido y necesita distintas válvulas de control para operarlo”, afirmó.

Los estudiantes del ITBA probaron
Los estudiantes del ITBA probaron el nuevo cohete con modelos computacionales

Además, los alumnos reciben consejos e instrucciones de los jurados, que los animan a tener más desafíos por delante. “Si te animás a más, ellos te van a valorar más. El jurado quiere ver mejoras y para eso te ayudan. Es más, hablan de posibles avances no probados en la industria espacial, que en este tipo de competencias se pueden probar”, sumó Vásquez Currie.

Juan Bensadón agregó que los jurados tienen en cuenta si los alumnos compran los materiales o los construyen ellos mismos. “El hecho de estar en desventaja en tantos recursos nos hace pensar cómo obtenerlos. Hay materiales que están prohibidos en Argentina y que en EE. UU. se compran en tiendas o se piden a distintas empresas. El hecho de hacer algo similar con muchas limitaciones suma puntos e impresiona a quienes deben premiar un desarrollo. De hecho, en la evaluación de revisión, nos dieron un reconocimiento por la construcción del Lanín 1″, remarcó.

Pedro García Delucis, también presente en la reunión virtual, explicó que el cohete tiene un sistema de control autónomo que corre dentro de una computadora de vuelo: “Una placa que maneja el airbrake a partir de distintos parámetros como la altura, la velocidad, la aceleración, etc. Y determina si se abre o no para estabilizar el cohete, todo en forma automática durante el vuelo”.

Estudiantes en la edición 2022
Estudiantes en la edición 2022 se preparan para lanzar su cohetes

Nicolás Burger contó que en el sistema híbrido que lleva el Lanín 1, se involucra todo el sistema de cargas, el desarrollo de válvulas de control, el uso de los airbrakes y un montón de parámetros: “Tenemos muchas expectativas volcadas en este proyecto. Fabricamos todo en la facultad y probamos todos los sistemas por separado con excelentes resultados. Ahora falta que lo haga todo integrado en el vuelo”.

Por último, Gaspar Ríos contó que el cohete tiene 2 paracaídas para que regrese a tierra sin dañarse. “El aparato tiene un GPS integrado que nos permite recuperarlo en unas dos horas para evaluar cómo salió todo y realizar los controles finales”, concluyó.

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