“La mente hace su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo del infierno, y un infierno del cielo”, escribió el inglés John Milton en su poema Paraíso Perdido en 1667.
Siempre se ha asumido que entre los pensamientos y las emociones, existe también una voz interior como una característica universal de los seres humanos. Es el habla que las personas “escuchan” cuando piensan o leen. Sin embargo, investigadores en neurociencias cognitivas y psicología se han dado cuenta de que entre el 5 y 10% de las personas no tienen la experiencia de sentir esa voz interior.
Los investigadores Johanne Nedergård, de Dinamarca, -quien fue entrevistada por Infobae- y su colega Gary Lupyan, de los Estados Unidos, se han puesto a estudiar qué implica esta falta y la han llamado “anendofasia”. Acaban de publicar su investigación en la revista Psychological Science.
Revelaron que la anendofasia sí puede generar consecuencias: las personas tienen más dificultad para realizar tareas de memoria verbal. Como no tienen la voz interior, algunas personas contaron a los investigadores que piensan en imágenes y luego traducen las imágenes en palabras cuando necesitan decir algo.
Otros describen su cerebro como una computadora que funciona bien, pero que no procesa los pensamientos verbalmente, y que la conexión con el altavoz y el micrófono es diferente a la de otras personas. Y los que dicen que hay algo verbal dentro de sus cabezas suelen describirlo como palabras sin sonido.
En diálogo con Infobae, la doctora Nedergård, quien es lingüista y trabaja en la Universidad de Copenhague, contó que, en realidad, se sabía que había personas con anendofasia. Pero “en los últimos años la ciencia y la filosofía del habla interior están empezando a tomarse en serio estas diferencias individuales”, señaló.
Lo mismo ocurre con la “afantasía”, que es la ausencia de visión mental o a la incapacidad de visualizar imágenes mentales.
“El objetivo del nuevo estudio fue comprobar si la anendofasia tiene alguna consecuencia en el comportamiento. También podría ser simplemente una cuestión de significar cosas diferentes cuando decimos ´habla interior´ o quizás una falta de conciencia de ello”, afirmó la investigadora.
“Descubrimos que la propensión autodeclarada a utilizar el habla interior estaba relacionada con el rendimiento en algunas tareas que requerían decir cosas en voz alta en la cabeza, lo que indica que las personas que afirman no experimentar el habla interior tienen razón en cierta medida”, contó.
Cómo surge la voz interior
Existe una teoría, que suele atribuirse al psicólogo del desarrollo Lev Vygotsky, que sostiene que el habla interior procede del discurso regulador que los cuidadores dirigen a los niños. Por ejemplo, “no toques la estufa caliente” o “tienes que apilar los ladrillos así para construir una torre”, comentó la científica.
“La mayoría de los niños tienen un período en el que se hablan a sí mismos en voz alta. Lo que conoce como “habla privada”. Eso ocurre entre los 2 y los 7 años, pero suele pasar a la “clandestinidad” en torno a los 4 o 5 años, cuando los niños dejan de hablar consigo mismos en voz alta. La teoría es que de ahí surge el habla interior en los adultos”, expresó.
¿Las personas que no tienen voz interior lo descubren fácilmente?, preguntó Infobae. “Según las personas con las que he hablado, suelen tener bastante claro que no tienen voz interior en cuanto empezamos a hablar sobre el tema. A veces dicen que les parecería molesto o frustrante tenerla. Si la persona no está acostumbrada a pensar en eso o a este tipo de introspección, puede necesitar tomarse unos días para intentar darse cuenta de lo que suele pasar por su cabeza y qué formato tiene (habla, imágenes visuales o espaciales, etcétera).
¿La falta de voz interior puede “diagnosticarse”?
La doctora Nedergård respondió: “Me opongo a hablar de la anendofasia como algo que necesita ser diagnosticado. No creo que sepamos lo suficiente sobre el fenómeno, todavía falta investigación para determinar cuán perjudicial es no tener una voz interior, si es que la tiene”.
Se trata de “un campo de investigación muy nuevo, así que hay muchas cosas que aún no sabemos. Sólo puedo decir que a las personas sin la voz interior, les resulta más difícil realizar tareas que requieren específicamente decir cosas en voz alta en la mente, como -por ejemplo- recordar palabras en orden o juzgar las rimas”.
Se puede imaginar que “la falta de habla interna puede tener consecuencias para la autorreflexión o las interacciones sociales -si nos basamos en teorías sobre para qué sirve el habla interna-, pero es demasiado pronto para decir más al respecto. Son preguntas para futuras investigaciones”, enfatizó.
Para hacer el estudio publicado, Nedergård y Lupyan incluyeron 93 personas de los Estados Unidos como participantes. Dentro de ese total, 46 tenían bajos niveles de habla interior y 47 registraban altos niveles de habla interior. Todos eran hablantes nativos de inglés.
Los participantes fueron sometidos a cuatro experimentos, por ejemplo, recordar palabras en secuencia y cambiar de una tarea a otra. Encontraron que hay diferencias en la memoria verbal de las personas sin voz interior. Pero no se notan en sus conversaciones cotidianas.
Las personas que declararon experimentar un alto grado de voz interior o muy poca voz interior en la vida cotidiana fueron sometidas a un experimento cuyo objetivo era determinar si existían diferencias en su capacidad para recordar entradas lingüísticas y a otro sobre su capacidad para encontrar palabras que rimaran. El primer experimento consistió en que los participantes recordaran palabras en orden, es decir, palabras similares fonética u ortográficamente.
A los participantes sin voz interior les costó más recordar las palabras. Lo mismo ocurrió con una tarea en la que tenían que determinar si un par de imágenes contenían palabras que rimaban.
¿Cómo se seguirá estudiando la falta de voz interior?
La científica admitió que aún hay mucho por investigar, y subrayó que hay un campo en el que se sospecha que tener voz interior sí desempeña un papel, y es la terapia.
En el caso de la terapia cognitivo-conductual, ampliamente utilizada, hay que identificar y cambiar patrones de pensamiento adversos, y tener voz interior puede ser muy importante en ese proceso.
Sin embargo, aún no se sabe con certeza si las diferencias en la experiencia de una voz interior están relacionadas con la forma en que las personas responden a los distintos tipos de terapia.
“Los experimentos en los que encontramos diferencias entre los grupos tenían que ver con el sonido y con poder oír las palabras por sí mismas. Me gustaría estudiar si se debe simplemente a que no experimentan el aspecto sonoro del lenguaje, o si no piensan en absoluto en un formato lingüístico como la mayoría de las demás personas”, dijo.
El futuro de su investigación irá en esta pregunta: “Estoy interesada en las posibles consecuencias para la interacción social (dado que las personas con poca voz interior no ensayan ni simulan conversaciones)”.
También -indicó- me interesa saber “si será posible comprobar si la anendofasia es realmente una falta total de actividad lingüística interna o si se caracteriza más exactamente como una falta de experiencia de los sonidos del habla imaginados o de las articulaciones imaginadas de una voz interior”.