Durante la última década creció el uso de dispositivos de vapeo, que también se conocen como cigarrillos electrónicos, plumas de vapeo y cachimbas electrónicas, y que se presenta en distintas formas y tamaños. Algunos parecen cigarrillos, cigarros o pipas tradicionales. Otros tienen la forma de objetos cotidianos, como bolígrafos o memorias USB.
Una nueva investigación realizada por científicos de Irlanda y Japón demostró que cuando los e-líquidos de los dispositivos de vapeo se calientan para ser inhalados, se produce sustancias potencialmente nocivas para el organismo humano.
Contienen sustancias químicas como glicerina vegetal, propilenglicol, nicotina y aromatizantes, mezclados en distintas cantidades. Ya experimentos anteriores habían demostrado que algunos vaporizadores con sabor a fruta -como los de fresa, melón y arándano- producen compuestos peligrosos llamados carbonilos volátiles. Esos compuestos están asociados al aumento del riesgo de desarrollar la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.
El estudio fue publicado en la revista Scientific Reports, y destacó la necesidad de que se deben adoptar políticas de salud pública para la regulación de los vaporizadores aromatizados.
“El uso del vapeo con aromatizantes es un tema que está en auge por las implicancias negativas que tiene para la salud humana, aunque la industria intenta mostrar que vende un producto de riesgo reducido y eso es algo totalmente falaz”, dijo a Infobae Sandra Galarza, médica cardióloga y miembro del Consejo de Prevención Cardiovascular de la Sociedad Argentina de Cardiología (SAC).
De acuerdo con la experta, “el estudio realizado por los investigadores de Irlanda y Japón es muy bueno. Los pulmones de las personas está diseñado para recibir oxígeno. No deberían recibir sustancias nocivas como las que se identifican en el trabajo”.
Cómo se hizo el estudio científico
Para realizar el trabajo, el equipo de investigadores de la Universidad de Medicina y Ciencias de la Salud RCSI de Dublín, en Irlanda, utilizó la herramienta de la inteligencia artificial para simular los efectos del calentamiento de los productos químicos aromatizantes de los llamados “e-líquidos” que se usan en los vaporizadores de nicotina.
Se incluyeron las 180 sustancias químicas aromatizantes conocidas de los e-líquidos. Luego predijeron los nuevos compuestos que se forman cuando estas sustancias se calientan en un dispositivo de vapeo inmediatamente antes de ser inhaladas.
El análisis reveló la formación de muchas sustancias químicas peligrosas, incluidas 127 clasificadas como “tóxicas agudas”, 153 como “peligrosas para la salud” y 225 como “irritantes”. Entre ellas, cabe destacar un grupo de sustancias químicas denominadas “carbonilos volátiles”, conocidos por sus riesgos para la salud.
El autor principal, Donal O’Shea, afirmó que los resultados son muy preocupantes: “Queríamos entender, antes de que sea demasiado tarde, el posible impacto de los vaporizadores aromatizados en la salud del creciente número de consumidores. Nuestros hallazgos indican un perfil de peligros químicos significativamente distinto del que conocemos del tabaquismo tradicional”.
El científico advirtió: “Es plausible que estemos en la cúspide de una nueva ola de enfermedades crónicas que surgirán dentro de 15 o 20 años debido a estas exposiciones”.
También comentó como recomendación a los usuarios. “Esperamos que esta investigación ayude a la gente a tomar decisiones más informadas y contribuya a la conversación sobre los posibles riesgos para la salud a largo plazo y la regulación del vapeo, que esta investigación sugiere que debería ser exhaustiva”, dijo O´Shea.
Cuáles fueron los resultados
Entre los resultados, también se subrayó la complejidad que introduce la enorme variedad de sabores disponibles en los productos de vapeo. Porque incluyen 180 sustancias químicas diferentes mezcladas en diversas cantidades.
Ese cóctel de sustancias químicas se obtuvo principalmente de la industria alimentaria, donde hay un historial de seguridad para usos específicos. Pero esa combinación no fue concebida para ser calentadas a altas temperaturas para su inhalación.
Como los dispositivos de vapeo varían mucho y a menudo son personalizados por el usuario, el control de la temperatura y las reacciones químicas resultantes pueden diferir, lo que aumenta la imprevisibilidad de los posibles riesgos para la salud.
Esta variabilidad requiere más investigación utilizando el marco de inteligencia artificial establecido en el estudio, sostuvieron los investigadores. Esa línea de investigación también podría conducir al desarrollo de informes de riesgo para sabores individuales y aportar un recurso informativo para la política de salud pública.
Como hoy los vaporizadores aromatizados son populares entre los adolescentes y adultos jóvenes no fumadores, es crucial comprender los efectos a largo plazo de esos productos sobre la salud pública, la morbilidad y la mortalidad, consideraron los autores en un comunicado.
“Este estudio demuestra que si no hay una regulación integral, existe un riesgo sustancial de transferir nuevos problemas de salud a las generaciones más jóvenes al intentar tratar las adicciones a la nicotina de los fumadores de tabaco de más edad.
Cuál fue la advertencia de la agencia sanitaria de América
En mayo del año pasado, la Organización Panamericana de la Salud había informado que el porcentaje de la población consumidora de tabaco en América disminuyó del 28% al 16,3% entre 2000 y 2020. Pero alertó que los productos novedosos y la información engañosa de la industria tabacalera dirigidos sobre todo a los jóvenes estaban amenazando esos avances.
Los cigarrillos electrónicos son una de las formas más comunes de administración de nicotina en la actualidad. Sus emisiones contienen nicotina y otras sustancias tóxicas que son nocivas tanto para los usuarios como para quienes están expuestos a ellas, apuntó la OPS.
También la agencia sanitaria sostuvo para enfrentar el peligro que representan esos productos para la salud “es fundamental que los países pongan en marcha políticas para evitar su consumo, especialmente en la juventud, ya que pueden convertirse en la puerta de entrada al consumo de tabaco”.