Las playas fuera del verano suelen ser lugares bonitos para caminar, despejar la cabeza y hasta para descubrir fósiles de millones de años atrás.
Eso le sucedió en diciembre del año pasado a un joven marplatense que con su padre descubrió un Toxodón de unos 30 millones de años de antigüedad y eso mismo le sucedió a una niña de 11 años en mayo de 2020 en una playa de Devon, en el suroeste de Inglaterra. La joven, junto a su padre hallaron restos de una mandíbula de 2 metros que resultaron ser similares a otros encontrados en 2016 y pertenecer a un nuevo tipo de reptil marino, el más grande conocido hasta ahora.
Fueron necesarios ocho años de trabajo de investigadores de la Universidad de Bristol y de la Universidad de Manchester para culminar con la descripción una especie desconocida hasta ahora, a la que han denominado ictiosaurio gigante (‘Ichthyotitan severnensis’), que significa “lagarto pez gigante” por su tamaño de más de 25 metros.
El hallazgo científico, publicado en la revista Plos One, habla de una especie de aspecto similar a los delfines actuales pero en versión gigante -el doble de tamaño que un autobús urbano normal- que vivió en el Triásico Superior, en una época conocida como el Rhaetiense.
Un hallazgo fortuito
Justin y Ruby Reynolds, que viven en Braunton, Inglaterra, recuperaron los primeros trozos de la mandíbula de este delfín gigante prehistórico en mayo de 2020 mientras buscaban fósiles en la playa de Blue Anchor, Somerset. Ruby, de 11 años en ese momento, vio el primer trozo de hueso y luego ella y su padre encontraron piezas adicionales juntas.
Alentados por la idea de que el hallazgo de fósil podría ser significativo, los Reynolds se acercaron a Dean Lomax, paleontólogo de la Universidad de Manchester e investigador en 1851 de la Universidad de Bristol en el Reino Unido. Lomax, experto en ictiosaurios, ha nombrado varias especies nuevas para la ciencia en los últimos años.
Intrigado por el fósil, Lomax se puso en contacto con el coleccionista de fósiles Paul de la Salle, quien había encontrado una mandíbula de ictiosaurio gigante que parecía notablemente similar en mayo de 2016. De la Salle descubrió la primera mandíbula a unas 6,2 millas (10 kilómetros) de distancia de Devon a lo largo de la costa en Lilstock.
Lomax, quien fue el autor principal del nuevo informe, y el coautor de la Salle habían estudiado juntos el hallazgo anterior y fueron coautores de un artículo de abril de 2018 sobre el descubrimiento, sospechando que podría pertenecer a una especie de ictiosaurio previamente desconocida. Pero los investigadores necesitaban evidencia adicional, y una segunda mandíbula casi idéntica presentó una oportunidad para confirmar potencialmente una nueva especie.
El análisis de las estructuras internas de los huesos de la última mandíbula encontrada ha confirmado que pertenecen a un ictiosaurio y revelado que el animal aún estaba creciendo en el momento de su muerte. Los huesos datan concretamente de hace 202 millones de años, a finales del periodo Triásico, cuando los gigantescos ictiosaurios nadaban por los mares mientras los dinosaurios caminaban por la tierra.
Aunque otras especies de ictiosaurios siguieron habitando los océanos durante más años, los investigadores creen que su versión más gigante se extinguió durante el Triásico-Jurásico hace 200 millones de años, y este grupo único de reptiles marinos nunca volvió a alcanzar un tamaño tan grande, que es similar también al de una ballena azul.
Los ictiosaurios supervivientes nunca volvieron a crecer hasta tamaños tan gigantescos antes de desaparecer hace 94 millones de años. Las rocas en las que se han encontrado los fósiles indican “que un cataclismo habría provocado una extinción masiva global del Triásico Tardío, que habría acabado con estos reptiles marinos gigantes”.
Estos dos huesos aparecen unos 13 millones de años después que sus parientes geológicos más recientes, el Shonisaurus sikanniensis de la Columbia Británica (Canadá) y el Himalayasaurus tibetensis del Tíbet (China).
“Cuando Ruby y yo encontramos las dos primeras piezas nos emocionamos mucho porque nos dimos cuenta de que se trataba de algo importante e inusual”, dijo Justin Reynolds en un comunicado. “Cuando encontré la parte posterior de la mandíbula, me emocioné porque es una de las partes definitorias del descubrimiento anterior de Paul”.
“Les pregunté a sus descubridores si les gustaría unirse a mi equipo para estudiar y describir este fósil, incluido ponerle nombre y no dejaron pasar la oportunidad”, dijo Lomax.
Rubi, que ahora tiene 15 años, es una de las autoras del presente estudio: “Es una Mary Anning en potencia”, dice Lomax en referencia a la paleontóloga británica del siglo XIX, autora de importantes hallazgos sobre los lechos marinos del período Jurásico.
“Estas mandíbulas son una prueba tentadora de que algún día podremos encontrar un cráneo o un esqueleto completo de uno de estos gigantes. Nunca se sabe”, concluye Lomax.
La histología puede revelar la información biológica oculta en los huesos fosilizados, revelando cómo los animales individuales se desarrollaron y se adaptaron a estilos de vida especializados, dijo. Por ejemplo, algunos ictiosaurios tenían huesos que les ayudaban a bucear profundamente o a vivir en aguas poco profundas.
Los restos fósiles del nuevo reptil marino gigante se expondrán próximamente en el Museo y Galería de Arte de Bristol. “Fue genial descubrir parte de este gigantesco ictiosaurio. Estoy muy orgullosa de haber participado en un descubrimiento científico como este”, dijo Ruby Reynolds en un comunicado.
Lomax dijo que ha disfrutado trabajar con coleccionistas de fósiles en los últimos años porque cree que la paleontología es un campo científico en el que cualquiera puede hacer una contribución significativa.