Una reciente expedición marina está redefiniendo lo que se sabe sobre la vida bajo la superficie del océano. Esta investigación científica llevada a cabo en aguas internacionales frente a la costa de Chile ha develado la existencia de 160 especies marinas desconocidas hasta la fecha en esta región, de las cuales al menos 50 podrían ser completamente nuevas para la ciencia.
Este hallazgo no solo resalta la inmensa biodiversidad que alberga nuestro planeta, sino que también subraya la urgente necesidad de dirigir esfuerzos hacia la conservación marina, en particular en la Dorsal de Salas y Gómez, una cadena montañosa submarina de gran importancia ecológica.
La expedición científica ha marcado un hito en la investigación marina tras descubrir “160 especies no catalogadas previamente”, revelando al menos “50 especímenes potencialmente nuevos para la ciencia”. Este extraordinario hallazgo resalta la rica biodiversidad y la importancia crucial de conservar la Dorsal de Salas y Gómez, una cadena montañosa submarina que se extiende a lo largo de 2.900 kilómetros, desde las costas chilenas hasta la isla de Pascua, también conocida como Rapa Nui.
Este viaje de cuarenta días de duración, fue llevado a cabo por el Schmidt Ocean Institute, contando con la participación de un equipo internacional conformado por 25 científicos de 14 organizaciones distintas provenientes de cinco países, entre ellos la primera bióloga marina de Rapa Nui.
Este grupo investigador dedicó su estudio a más de 110 montes submarinos, donde logró documentar una biodiversidad sin precedentes, incluyendo “corales de aguas profundas, esponjas de vidrio, y diversos moluscos”.
La relevancia de este descubrimiento trasciende el mero catálogo de especies; pone de manifiesto la necesidad de proteger la totalidad de La Dorsal de Salas y Gómez. Cada monte submarino examinado presentó ecosistemas distintos, lo que subraya la complejidad y riqueza de la vida marina en estas aguas.
“La expedición ha detectado 160 especies en montes submarinos de la costa de Chile que hasta ahora se desconocía que vivían en la región, de las que al menos 50 podrían ser potencialmente nuevas para la ciencia”, indicó una reciente publicación del Schmidt Ocean Institute.
Los descubrimientos efectuados durante la expedición no solo ofrecen una ventana a la desconocida biodiversidad marina, sino que también aportan datos significativos para la modelización climática y la gestión de áreas marinas protegidas.
Según Ariadna Mechó, investigadora participante en el estudio, el objetivo es proveer a las autoridades de información crítica para la designación de esta zona como de importancia ecológica y biológica, estableciéndose como “zona prioritaria” tanto ecológica como socioeconómicamente para su protección a nivel internacional.
La cooperación entre Koro Nui o te Vaikava, el Consejo del Mar de Rapa Nui, y los científicos internacionales resalta la importancia de estas investigaciones para las comunidades locales. Según expresó Marcela Heys, miembro del consejo, estos esfuerzos representan una oportunidad invaluable para comprender el entorno marino que rodea la isla, descubriendo “nuevos recursos naturales y especies marinas, y observando fenómenos climáticos que inciden directamente en la comunidad”.
Este proyecto se destaca no solo por su aporte al avance científico y la conservación marina, sino también como un modelo de cooperación internacional y participación comunitaria en la investigación oceanográfica.
La expedición ha demostrado claramente que aún queda mucho por explorar y descubrir en los océanos del mundo, enfatizando que la protección de estos ecosistemas únicos es una responsabilidad compartida que demanda una actuación conjunta a nivel global.
Cómo se realizó la expedición en la costa chilena
El equipo investigador exploró los montes submarinos a lo largo de las dorsales de Nazca y Salas y Gómez, tanto dentro como fuera de la jurisdicción de Chile, para recopilar datos que pudieran respaldar la designación de un área marina protegida internacional en alta mar.
Esa parte de la Cordillera es una cadena montañosa submarina de 2.900 kilómetros de largo que comprende más de 200 montes submarinos que se extienden desde la costa de Chile hasta Rapa Nui, también conocida como Isla de Pascua. Durante la expedición, los científicos utilizaron un robot submarino, capaz de descender a profundidades de 4.500 metros, para recopilar datos de diez montes submarinos que se utilizarán para avanzar en los esfuerzos de protección marina de Chile.
Los científicos descubrieron que cada monte submarino albergaba ecosistemas distintos, muchos de los cuales son vulnerables, incluidos prósperos arrecifes de coral de aguas profundas y jardines de esponjas. Los científicos están analizando la fisiología y genética de los especímenes que sospechan que son nuevos para la ciencia para confirmar si se trata de especies nuevas.
Los expertos a bordo del barco mapearon 52.777 kilómetros cuadrados de fondo marino, lo que resultó en el descubrimiento de cuatro montes submarinos dentro de aguas chilenas. El cuarto monte submarino, la montaña más alta con 3.530 metros, fue explorado por primera vez, cartografiado y extraoficialmente llamado Solito por el equipo científico.
Un coral en espiral documentado a 1419 metros de profundidad en el monte submarino JF1, dentro de los límites del Área Marina Protegida de Usos Múltiples Mar de Juan Fernández frente a la costa central de Chile.
Con información de EFE y Schmidt Ocean Institute.