En medio de la degradación que hace todos los días el ser humano al medioambiente y a los seres vivos que habitan en él, el fenómeno de movimiento de especies es continuo y permanente.
Así, la perturbación humana de los ecosistemas puede modificar la dinámica entre la vida silvestre y los patógenos, lo que plantea un escenario ideal para la aparición de distintas enfermedades infecciosas.
Las interacciones entre las poblaciones de humanos, ganado y vida silvestre asociadas con la alteración del ecosistema pueden facilitar la propagación de virus y bacterias (es decir, la transmisión de patógenos entre especies).
Se ha propuesto una serie de factores como facilitadores de la propagación de patógenos de la vida silvestre a los humanos, específicamente el cambio de uso de la tierra. Sin embargo, un área de incertidumbre y preocupación científica es el impacto potencial del cambio climático global en la propagación de patógenos a la vida silvestre.
Pero muchos estudios sobre el riesgo de derrame se han basado en simulaciones de cambios climáticos futuros, en lugar de datos empíricos retrospectivos.
Bajo esta alerta y teniendo presente el pasado reciente del COVID, ahora, un grupo de científicos de la Universidad de La Salle de Bogotá en Colombia, el Instituto de Zoología de la Academia China de Ciencias de Beijing y Virginia Tech han dado a conocer que el cambio climático puede provocar una migración masiva de murciélagos, particularmente de los murciélagos vampiro.
Los murciélagos vampiro son una subfamilia de mamíferos quirópteros filostómidos, que se nutren con sangre, rasgo nutricional denominado hematofagia. Hay tres especies de murciélago que se nutren únicamente con sangre: el vampiro común (Desmodus rotundus), el vampiro de patas peludas (Diphylla ecaudata) y el vampiro de alas blancas (Diaemus youngi).
Las tres especies son originarias de América, y se extienden desde México a Brasil, Chile, Argentina y Uruguay.
“Lo que encontramos fue que la distribución de los murciélagos vampiros se ha movido hacia el norte a lo largo del tiempo debido al cambio climático pasado, lo que se ha correspondido con un aumento de los casos de rabia en muchos países latinoamericanos”, dijo Paige Van de Vuurst, especialista del Programa de Posgrado en Biología Traslacional, Medicina y Salud de Virginia Tech y autor principal de la investigación publicada en la revista Ecography que predice que los murciélagos vampiros, que actualmente sólo se encuentran en México y América Central y del Sur, están en movimiento y que Estados Unidos será un hogar viable dentro de 27 años.
Los hallazgos concluyeron que con el cambio de estacionalidad, las diferencias de temperatura entre las estaciones más frías y cálidas, los murciélagos vampiros han expandido sus ubicaciones en busca de climas más estables y templados.
El equipo de investigación, que incluyó estudiantes de pregrado y posgrado, también encontró que este alcance ampliado podría estar relacionado con un contagio de la rabia. Los murciélagos vampiros son conocidos portadores de esta enfermedad conocida por sus altas tasas de mortalidad y a menudo considerada el patógeno más antiguo entre los humanos, que se remonta a 3.000 años atrás
América Latina está sintiendo actualmente el impacto de la rabia propagada a través de la pérdida de ganado, lo que ha generado temor a medida que se expanden los patrones migratorios de los murciélagos. El equipo de Virginia Tech tiene como objetivo identificar y rastrear a los murciélagos viajando a Colombia para ayudar a contener la propagación a otros países, incluidos Estados Unidos y su vital industria ganadera.
¿Por qué Colombia?
“Colombia es un país megadiverso, lo que lo convierte en un laboratorio natural perfecto -indicó Luis Escobar, profesor asistente en el Departamento de Conservación de Pesca y Vida Silvestre de la Facultad de Recursos Naturales y Medio Ambiente-. El país tiene una de las mayores variedades del mundo de colibríes y murciélagos, lo que se atribuye a su clima tropical y su proximidad al ecuador”.
En colaboración el equipo colectivo viajó por toda Colombia para recolectar más de 70 muestras de especies de murciélagos. Esto incluyó una variedad de cambios geográficos y climáticos, desde las selvas cálidas y húmedas hasta partes frías y nubladas de la Cordillera de los Andes a las que solo se puede acceder en teleférico. Esto permitió al equipo obtener una variedad de muestras y observar cómo los cambios en el clima pueden modificar la aparición de enfermedades en los murciélagos.
El equipo también exploró lugares en Colombia que anteriormente estaban cerrados a los científicos, incluido Chaparral, un municipio de la región del Tolima al que se le permitió comenzar a recibir turistas después del acuerdo de paz de 2016.
La investigación del equipo buscó abordar una brecha de conocimiento que limita la comprensión de la propagación de la rabia y su contagio de la vida silvestre a los humanos.
Su trabajo tenía tres objetivos principales: determinar el papel del hábitat y la mutación del virus en la propagación de la rabia a los humanos y al ganado en América Latina; identificar el efecto de los cambios en la biodiversidad en la propagación del virus de la rabia e investigar los factores geográficos y ambientales que influyen en la propagación de enfermedades transmitidas por murciélagos.
“Este estudio -afirmó Van de Vuurst-, basado en observaciones de campo, ofrece evidencia empírica que respalda estudios previos basados en simulaciones estadísticas y matemáticas que informan sobre un probable aumento de enfermedades transmitidas por murciélagos en respuesta al cambio climático. Concluimos que el sistema de rabia ejemplifica las consecuencias del aumento del cambio climático en la interfaz vida silvestre-ganado-humano, demostrando cómo actúa sobre estos sistemas complejos e interconectados para impulsar una mayor aparición de enfermedades”, finalizó.