Ningún lugar de la Luna está libre de los efectos de las tensiones de compresión globales, que producen deformaciones tectónicas en forma de escarpes de fallas de empuje lobuladas. Estos son accidentes geográficos jóvenes, de pequeña escala y morfológicamente simples, detectados por primera vez en fotografías limitadas de alta resolución del Lunar Orbiter y de la cámara panorámica Apolo.
Estas afirmaciones que podrían resultar complejas, podrían resumirse en que el satélite natural de la Tierra se enfrenta a grietas y escalones en su superficie, llamados escarpes de falla, los cuales son nuevos, pequeños y sencillos. Este fenómeno, que se identificó mediante las imágenes de la cámara de ángulo estrecho (NAC), tendría una causa “interna”, según una reciente investigación publicada en The Planetary Science Journal.
Estas formaciones, que están ampliamente distribuidas y se encuentran en todos los entornos del terreno en la Luna, serían las responsables de que la circunferencia de la Luna se redujera en más de 45 metros. Las razones, según una nueva investigación realizada por un equipo de especialistas que incluyó científicos de Smithsonian, la Universidad de Maryland y el Centro Marshall de Vuelos Espaciales de la NASA, es que su núcleo se enfrió gradualmente durante los últimos cientos de millones de años.
Y de la misma manera que ocurre con una uva, que se arruga cuando se reduce a una pasa, la Luna también desarrolla pliegues a medida que se encoge. Sin embargo, la diferencia radica en la flexibilidad de la piel de la fruta y la fragilidad que se registra en la superficie del satélite natural de la Tierra, la cual provoca que se formen fallas donde las secciones de la corteza chocan entre sí.
“Nuestro modelo sugiere que los terremotos lunares poco profundos capaces de producir fuertes temblores de tierra en la región del polo sur son posibles a partir de eventos de deslizamiento en fallas existentes o la formación de nuevas fallas de empuje”, indicó el autor principal del estudio Thomas R. Watters, científico emérito senior en el Centro de Estudios Planetarios y de la Tierra del Museo Nacional del Aire y el Espacio, en un comunicado de prensa emitido por el Instituto Smithsonian.
Asimismo, indicó: “La distribución global de las fallas de empuje jóvenes, su potencial para ser activas y el potencial de formar nuevas fallas de empuje a partir de la contracción global en curso deben considerarse al planificar la ubicación y la estabilidad de los puestos avanzados permanentes en la Luna”.
El equipo de especialistas descubrió evidencia de que esta continua contracción de la Luna provocó una notable deformación de la superficie en su región polar sur, una zona que se encuentra entre las áreas incluidas por la NASA como propuesta para los aterrizajes tripulados de Artemis III.
Debido a que la formación de fallas causada por la reducción de la Luna a menudo va acompañada de actividad sísmica como terremotos, las ubicaciones cercanas o dentro de dichas zonas de fallas podrían representar peligros para futuros esfuerzos de exploración humana.
Sismos lunares
En la investigación, los científicos vincularon un grupo de fallas ubicadas en la región del polo sur de la Luna con uno de los terremotos lunares más poderosos registrados por los sismómetros Apolo hace más de 50 años.
Mediante modelos para simular la estabilidad de las pendientes de la superficie en la región, el equipo descubrió que algunas áreas eran particularmente vulnerables a deslizamientos de tierra debidos a sacudidas sísmicas.
Su modelo sugiere que los terremotos lunares poco profundos, capaces de producir fuertes temblores de tierra en la región del polo sur son posibles a partir de eventos de deslizamiento en fallas existentes o la formación de nuevas fallas de empuje.
La distribución global de las fallas de empuje jóvenes, su potencial para ser activas y el de formar nuevas fallas de empuje a partir de la contracción global en curso, deben considerarse al planificar la ubicación y la estabilidad de los puestos avanzados permanentes en la Luna.
Los terremotos lunares poco profundos ocurren cerca de la superficie de la Luna, a solo unos cien kilómetros de profundidad en la corteza. Al igual que los terrestres poco profundos son causados por fallas en el interior del satélite y pueden ser lo suficientemente fuertes como para dañar edificios, equipos y otras estructuras construidas por el hombre.
A diferencia de los terremotos terrestres, que tienden a durar sólo unos pocos segundos o minutos, los lunares poco profundos pueden durar horas e incluso una tarde entera, como el terremoto lunar de magnitud 5 registrado por la Red Sísmica Pasiva Apolo en la década de 1970, que el equipo de investigación conectó a un grupo de fallas detectadas por el Lunar Reconnaissance Orbiter más recientemente. Esto significa que los terremotos lunares poco profundos pueden devastar hipotéticos asentamientos humanos.
Los investigadores continúan mapeando el astro y su actividad sísmica con la esperanza de identificar más lugares que puedan ser peligrosos para la exploración humana. Las misiones Artemis de la NASA, que lanzará su primer vuelo tripulado a finales de 2024, espera establecer una presencia a largo plazo en la Luna y, finalmente, aprender a vivir y trabajar en otro mundo a través de observatorios, puestos de avanzada y asentamientos basados en ella. Es por ello que esta investigación buscar colaborar en el conocimiento del terreno para que las futuras estructuras de ingeniería puedan resistir mejor la actividad sísmica lunar o proteger a las personas de zonas realmente peligrosas.
* Thomas R. Watters es primer autor y dirigió la investigación. Es científico principal y emérito en el Centro de Estudios Planetarios y de la Tierra del Museo Nacional del Aire y el Espacio, del Instituto Smithsonian; además de co-investigador de la cámara del Orbitador de Reconocimiento Lunar. La información contenida en este artículo periodístico se desprende de la investigación denominada “Tectónica y sismicidad de la región polar sur lunar”, publicada en The Planetary Science Journal, de la que también son autores: N. C. Schmerr, R. C. Weber, C. L. Johnson, E. J. Speyerer, M. S. Robinson y M. E. Banks. Además del comunicado de prensa emitido por el Instituto Smithsonian.