A medida que profundiza la crisis climática mundial, con océanos más ácidos y verdes por la proliferación de organismos microscópicos y con una atmósfera más contaminada por los gases de efecto invernadero y los grandes incendios forestales que puede cubrir regiones enteras durante días, es necesario tener mejores instrumentos para analizar estos cambios.
Así nació la idea de desarrollar el más reciente satélite de observación de la Tierra por parte de la NASA, llamado Plancton, Aerosoles, Nubes y Ecosistemas Oceánicos (PACE, por sus siglas en inglés), que será lanzado el 6 de febrero próximo para ayudarnos a comprender mejor los complejos sistemas que impulsan estos y otros cambios globales que acarrea el calentamiento del clima.
“El océano y la atmósfera interactúan de formas que necesitan una investigación continua para comprenderlas completamente. Con PACE, abriremos los ojos a muchos aspectos nuevos del cambio climático”, explicó Jeremy Werdell, científico del proyecto para la misión PACE en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland.
“La nueva misión estudiará la vida microscópica en el agua y en el aire para descifrar qué impacto tienen estas partículas en el clima y en el calentamiento del planeta”, explicó ayer un equipo de científicos de la Administración Nacional estadounidense de Aeronáutica y el Espacio (NASA), en conferencia con distintos medios sobre los objetivos de la nueva misión con lanzamiento previsto en menos de 20 días.
“Estos conocimientos podrían orientar a decisiones políticas dirigidas a mitigar los efectos del cambio climático y a mejorar nuestra capacidad de preparación y respuesta a ello”, aseguró la administradora adjunta de la NASA, Pam Melroy.
Una vez en órbita sobre la Tierra, según la directora de la División de Ciencias de la Tierra (ESD) de la NASA, Karen St. Germain, se espera que PACE ayude a responder también “preguntas sobre cómo interactúan los océanos y la atmósfera en el actual clima cambiante”. “Es innegable que estamos inmersos en una crisis climática”, agregó St. Germain, por lo que consideró que PACE representa “un paso crucial en el compromiso permanente de la NASA por desentrañar los misterios del clima de la Tierra”.
Desentrañar las complejas interacciones del clima
Los científicos pretenden que PACE desvele los “intrincados mecanismos por los que las partículas suspendidas en el aire y las nubes influyen en la absorción y dispersión de la energía solar por la Tierra”, precisó St. Germain.
“Muchos de los misterios de la ciencia que todavía están por descubrir residen en el agua y en el aire y muchos de ellos son invisibles a simple vista”, explicó el director adjunto de operaciones de la División de Ciencias de la Tierra del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA, Jacob Richmond, para remarcar la relevancia del proyecto.
Los científicos tendrán a partir de esta misión espacial “importantes datos” sobre las partículas en suspensión de sal marina, humo, contaminantes de origen humano y polvo, observando cómo interactúan con la luz. Estos datos serán recolectados por dos polarímetros de última generación para escanear la Tierra y recopilar datos sobre la composición química, el movimiento y la interacción de las partículas y las nubes.
Dichos instrumentos científicos se utilizan para medir el ángulo de rotación que causa el paso de la luz polarizada al atravesar una sustancia ópticamente activa. El período de puesta en órbita de la misión es de 60 días y se espera que, aproximadamente en la mitad de dicho período, los instrumentos empiecen a recoger datos y que, entre el día 40 y 50, se publiquen las primeras imágenes.
El proyecto, que se centrará en “el impacto de las cosas diminutas”, cuenta con un presupuesto de 939.3 millones de dólares, según especificó el científico del Centro Goddard de Vuelos Espaciales de la NASA y director del proyecto PACE, Mark Voyton.
En la conferencia, los ponentes se mostraron emocionados por una misión que “la comunidad científica lleva más de 20 años planteando”, destacó el científico del proyecto PACE, Jeremy Werdell.
El humo, los contaminantes y el polvo también siembran las nubes
Los nuevos datos de PACE para caracterizar las partículas atmosféricas permitirán a los científicos examinar uno de los componentes más difíciles de modelar acerca del cambio climático: cómo interactúan las nubes y los aerosoles.
Las nubes se forman cuando el agua se condensa sobre las partículas atmosféricas, tales como el humo y la ceniza. Un ejemplo fácil de detectar son los rastros de los barcos, que ocurren cuando el vapor de agua se condensa y forma nubes brillantes y bajas sobre los contaminantes emitidos por las embarcaciones.
Los diferentes tipos de aerosoles también influyen en las características de las nubes, como su brillo, el cual es ocasionado por el tamaño y el número de las gotículas de las nubes. Estos rasgos pueden producir diferentes tipos de impacto, ya sea calentamiento o enfriamiento, en la superficie de la Tierra.
Los nuevos conocimientos que brinde este satélite acerca de las partículas de los aerosoles ayudarán a los científicos a llenar las lagunas de conocimiento y profundizar nuestra comprensión de esa relación.