El organismo humano necesita la cantidad justa de grasas o lípidos para funcionar. Si tiene demasiada cantidad de grasa -es decir, un nivel alto de colesterol-, se empieza a producir una acumulación en las arterias, que se puede combinar con otras sustancias de la sangre y se forman placas. Así se desarrolla el proceso conocido como ateroesclerosis, que puede favorecer al aumento del riesgo de infartos y ataques cerebrovasculares.
Generalmente se piensa más en los adultos mayores cuando se habla de problemas de colesterol y la ateroesclerosis. Pero una investigación realizada en España arrojó luz sobre lo que pasa en la salud de los jóvenes.
Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) encontraron que las personas jóvenes podrían ser más susceptibles al efecto dañino de los factores que favorecen el proceso de la aterosclerosis. Porque son más vulnerables a los efectos perjudiciales que conllevan dos de estos factores: el colesterol y la presión arterial elevados.
El estudio fue publicado en la revista Journal of the American College of Cardiology. Alertó sobre la necesidad de que el control agresivo de los factores de riesgo cardiovascular debería comenzar en edades más tempranas de la vida. Según los investigadores, se deben “cambiar las estrategias de prevención primaria”.
El estudio fue liderado por el doctor Valentín Fuster, director general del CNIC y del Instituto Cardiovascular del Centro Médico Mount Sinai de Nueva York, Estados Unidos, y Borja Ibáñez, director científico de CNIC, cardiólogo en el Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz, y miembro del CIBERCV.
La aterosclerosis puede producirse sin que se registren síntomas y por eso se la considera “subclínica”. A menudo progresa en personas de mediana edad, especialmente cuando los niveles de colesterol LDL (que se acumula en las paredes de las arterias) y la tensión arterial están elevados, incluso de manera ligera o moderada.
Existían pocos estudios en el mundo que hayan evaluado la presencia de la aterosclerosis silente, es decir, en personas totalmente asintomáticas, en personas jóvenes o de edad media aparentemente sanas y que hayan indagado sobre cómo esa enfermedad progresa a lo largo de la vida.
Los investigadores españoles pusieron en marcha en 2009 al estudio PESA (por las iniciales en inglés de “Progresión de Ateroesclerosis subclínica temprana).
Más de 4.000 personas voluntarias del Banco Santander en Madrid de edad media y aparentemente sanas participaron en un estudio de imagen no invasiva exhaustivo cada tres años de varios territorios arteriales (carótidas, femorales, coronarias y aorta).
Además, se tomaron muestras de sangre para realizar estudios avanzados de medicina genómica, proteómica, metabolómica.
Obtuvieron datos de volumen de la placa carótida, que se acumula en los vasos del cuello y de la placa de las arterias de las piernas. Detectaron que el 44% de los participantes aparentemente sanos tenían ateroesclerosis subclínica al inicio del estudio. Ese porcentaje pasó al 58% durante 6 años de seguimiento.
Significa que el trastorno progresó en un tercio de la población estudiada. En apenas un 8% se vio una regresión. En el resto, la enfermedad se mantuvo estable. La edad, el colesterol LDL (c-LDL) elevado, la presión arterial alta, el sexo masculino y fumar fueron factores predictivos que sobre el riesgo de tener la acumulación de placa.
“El estudio PESA ya ha contribuido de manera muy importante al conocimiento de la enfermedad cardiovascular y es considerado el más avanzado en este campo”, señaló el doctor Fuster.
Este estudio tiene implicancias muy importantes en el campo de la prevención cardiovascular y en el de la medicina personalizada.
Ibáñez explicó: “En este trabajo hemos identificado, entre otros hallazgos, que el impacto de niveles de colesterol y tensión arterial moderadamente elevados en la progresión de la aterosclerosis son mucho más marcados en personas jóvenes que en las más mayores”.
El control de los factores de riesgo (principalmente colesterol y tensión arterial) debería de iniciarse en edades muy tempranas. cuando las arterias son más vulnerables al efecto dañino de estos factores.
El doctor Ibáñez consideró que los resultados “abren la puerta a un abordaje de medicina personalizada, donde la intensidad de control de los factores de riesgo sea guiada por la presencia y progresión de la aterosclerosis silente identificada por tecnología de imagen”.
La cardióloga Guiomar Mendieta, primera autora del trabajo, añadió que “otro de los grandes hallazgos de este trabajo es que la aterosclerosis, que se había considerado hasta ahora un fenómeno progresivo irreversible, puede desaparecer si se controlan los factores de riesgo de forma temprana”.
La contribución de los investigadores del CNIC al estudio ha sido financiada por la Comisión Europea, el Ministerio de Ciencia e Innovación de España y la Comunidad de Madrid.
En un artículo editorial que acompañó al trabajo, Charles German y Michael Shapiro, de la Universidad de Chicago, y de la Universidad de Wake Forest-Winston Salem, en los Estados Unidos, subrayaron la relevancia de esta investigación. Consideran que es “una llamada a la acción para replantear cuándo y cómo deben intervenir los médicos de manera agresiva para prevenir la enfermedad cardiovascular”.
En diálogo con Infobae, el doctor Ricardo Rey, jefe de la clínica de lípidos del Instituto Cardiovascular (ICBA) en Argentina, comentó: “Un tercio de las personas jóvenes estudiadas tenían lesiones ateroescleróticas durante el seguimiento de 6 años. Estos resultados señalan que no hay que esperar a cumplir 40 años para bajar el colesterol. Mucho antes se puede decidir la reducción de los niveles alterados”.
A partir de los 20 años, las personas se deberían hacer un estudio del colesterol. Si da elevado, deberían adoptar una alimentación saludable (con más consumo de pescado de mar, frutas, verduras y lácteos descremados y menos carnes rojas) y hacer más actividad física. Si da muy elevado, el profesional de la salud puede indicar un tratamiento farmacológico, sostuvo el doctor Rey. También se debe controlar la presión arterial a partir de los 20 años y acceder a tratamiento si corresponde.
“Otro factor es que no debe iniciar el consumo de tabaco o abandonarlo cuanto antes. Porque el tabaco potencia los otros factores de riesgo. También hay que considerar si los familiares tienen problemas de colesterol y presión”, aconsejó Rey.
“A partir de los resultados de este nuevo estudio, los jóvenes deberían concientizarse acerca del hecho que la enfermedad ateroesclerótica comienza en épocas tempranas de la vida. Deberían tener en cuenta que los controles de colesterol, glucemia y la presión arterial pueden detectar los factores de riesgo más frecuentes para el desarrollo de la enfermedad y ser tratados tempranamente para evitar sus consecuencias”, comentó a Infobae el doctor Alejandro Meretta, director del curso superior de cardiólogos de la Sociedad Argentina de Cardiología y del ICBA.
Los médicos, los centros de salud y los hospitales también deberían alentarlos la detección precoz y el correcto tratamiento, afirmó el experto. Se debería desmitificar que la ateroesclerosis se trata de una enfermedad que afecta solamente a personas mayores. Afecta también a los jóvenes.
“La enfermedad comienza a etapas tempranas y si no se la trata progresa: El resultado final son los infartos y los ataques cerebrovasculares. Pero hay un gran período silencioso en el que la ateroesclerosis daña al organismo. Por eso, es necesario que se adopten hábitos saludables durante la juventud, que se trate la diabetes, que se haga actividad física y que se abandone el consumo de tabaco para evitar el progreso de la enfermedad”, enfatizó.