El alcoholismo suele ser una de las adicciones con mayor presencia en el mundo. Cada año, se registran 3 millones de vidas perdidas debido al consumo nocivo de alcohol. Además, el 5,1% de la morbilidad y lesiones a nivel mundial son atribuidas al consumo de esta sustancia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El tratamiento de este problema ha visto avances apoyados por las nuevas tecnologías. Un reciente estudio publicado en The American Journal of Gastroenterology proyectó que la enfermedad hepática asociada al alcohol (ALD) se duplicará de acá a 2040, y con ella, el gasto en salud para su atención, y las muertes.
Con el objetivo de combatir el consumo excesivo de alcohol entre la comunidad latina en Estados Unidos, un estudio publicado en JAMA Network Open demostró que el uso de una herramienta digital podría ayudar a reducir las veces que una persona recurre a la bebida. Los resultados son una muestra de que las nuevas tecnologías también surgen como un apoyo para los tratamientos estándar.
El estudio fue realizado con 840 pacientes latinos autoidentificados como alcohólicos. Para llevar un registro meticuloso, los investigadores tomaron 12 meses de vigilancia, con los que fue posible determinar si la intervención de esta aplicación ofrecía resultados favorables en comparación con quienes nunca se acercaron a este método basado en la tecnología médica.
El AB-CASI, la herramienta contra el alcoholismo
Una investigación reciente reveló una disminución en las incidencias de consumo excesivo de alcohol entre los adultos latinos de Estados Unidos, específicamente de ascendencia puertorriqueña. Los sujetos participaron en un programa de intervención con una herramienta digital llamada AB-CASI.
La AB-CASI se basa en cuatro componentes principales que incluyen: (1) plantear el tema, (2) proporcionar retroalimentación, (3) mejorar la motivación con valores familiares, y (4) negociar consejos. Los pacientes, asignados al azar al grupo de intervención, recibieron este tratamiento personalizada a través de tabletas informáticas iPad de cuarta generación, administrada bajo la supervisión de un investigador bilingüe capacitado.
Para garantizar la privacidad de los pacientes, estos seleccionaron el idioma de su interfaz AB-CASI, y las preguntas y mensajes se mostraron y hablaron a través de auriculares. La herramienta AB-CASI recopiló automáticamente datos demográficos, administró la Prueba de identificación de trastornos por consumo de alcohol (AUDIT), y entregó una breve entrevista de negociación (BNI) que identificó la cantidad y frecuencia del consumo de alcohol, la disposición para cambiar, los motivos para reducir el consumo de alcohol y los objetivos.
Finalmente, concluyó con un Plan impreso personalizado de reducción del consumo de alcohol e información de referencia de asesoramiento, lo que brindó a los pacientes un enfoque claro para seguir adelante.
Los participantes fueron divididos en dos grupos: uno asignado al programa de intervención AB-CASI y otro al control que recibía atención estándar. Después de un año, el grupo de intervención mostró una disminución significativa del 30% en los episodios de consumo excesivo de alcohol registrados durante los últimos 28 días, en comparación con el grupo de control.
Además, el estudio destacó una particular diferencia en función de la edad. Para los participantes de más de 25 años, el número de episodios de consumo excesivo de alcohol disminuyó en un 30%. Sin embargo, para los participantes menores de esa edad, se registró un aumento del 40%. Ambos comportamientos y consecuencias negativas para la salud relacionadas con el alcohol fueron similares en ambos grupos.
Por último, los investigadores señalaron que se necesita seguir avanzando en la comprensión de las particularidades asociadas a diferentes grupos de edad y en cómo estas diferencias pueden influenciar las intervenciones relacionadas con el consumo de alcohol. Basándose en los resultados, los expertos recomiendan la implementación de programas como el AB-CASI para combatir el alcoholismo entre personas mayores de 25 años.
¿Cómo se define el consumo de alcohol en exceso?
El consumo de alcohol debe ser moderado para evitar riesgos para la salud. Incluso hay una recomendación: un límite de una bebida diaria para las mujeres y hasta dos para los hombres, según Mayo Clinic. Este centro de salud subraya que tampoco debe iniciarse el consumo de alcohol por sus posibles beneficios sanitarios y que aquellos que ya lo hacen deben observar tales pautas y consultar a un médico.
El consumo excesivo de alcohol se define como la ingesta de más de tres bebidas diarias o más de siete semanales para mujeres y hombres mayores de 65 años; mientras que para los hombres menores de 65 años, el límite se sitúa a partir de más de cuatro bebidas diarias o más de 14 semanales.
Tal consumo, incluyendo el compulsivo, conlleva un riesgo incrementado de problemas de salud significativos. Adicionalmente, un consumo incluso moderado de alcohol puede potenciar las probabilidades de desarrollar ciertos tipos de cáncer.
El alcoholismo también puede provocar distintos tipos de cáncer: el de mama, el de boca, el de garganta, el de esófago y el de hígado, también se corre un alto riesgo de pancreatitis.
Se puede llegar a tener una muerte súbita si se padece previamente alguna enfermedad cardiovascular. Además, el alcohol puede dañar el músculo cardíaco, lo que puede resultar finalmente en una miocardiopatía alcohólica, de acuerdo con MedlinePlus, la enciclopedia estadounidense de medicina para la consulta del público en general.
Durante la pandemia, “el consumo de alcohol aumentó debido a los confinamientos, las políticas relajadas de entrega de alcohol y el trabajo desde casa”, analizaron los expertos el cuadro de situación que llevó al contexto actual. “Muchos de los que antes eran bebedores moderados se convirtieron en bebedores de alto riesgo”, destacaron.
“La idea de beber se ha normalizado en nuestra cultura”, analizó el autor principal del trabajo, Jovan Julien, investigador postdoctoral de la Facultad de Medicina de Harvard. Para él, las personas y las autoridades se volvieron “insensibles a la carga, tanto en términos de costos sanitarios como económicos”.