La Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (AMOC, por sus siglas en inglés) conforma un sistema climático que regula la temperatura del planeta: las corrientes oceánicas que allí fluyen llevan agua cálida hacia el norte y agua fría hacia el sur. Sin embargo, en los años recientes el impacto del calentamiento global —que ha incrementado las olas de calor, el derretimiento de los polos y la frecuencia de los incendios forestales— la ponen en peligro.
La AMOC preocupa debido su importancia para la vida en la Tierra. Las corrientes, cada vez más contaminadas, han registrado un deterioro que ocasiona el aumento de la temperatura en el océano y la incapacidad de retener dióxido de carbono (CO2), en un ciclo que vuelve a empezar. El riesgo de su degradación se vuelve más cercano de lo que se esperaba, según el estudio realizado por los investigadores Peter y Susan Ditlevsen, publicado en la revista Nature Comunications.
Aunque en años anteriores se había comprobado que los océanos del mundo se calentaban, los científicos ambientales nunca imaginaron que el punto de colapso de la AMOC podría acelerarse para finales del siglo XXI, o incluso —según el peor de los escenarios estimados— hacia 2050.
El colapso de la AMOC afectaría a las futuras generaciones
La contaminación emanada de las actividades humanas, de acuerdo a los autores del artículo, ubica el riesgo entre 2025 y 2095. Si esto sucediera —el estudio aclara que el intervalo de confianza es del 95%— los efectos tanto para los océanos y como para las personas serían significativos.
Una de las repercusiones en este escenario es el enfriamiento abrupto. Un colapso de la AMOC generaría un enfriamiento repentino en gran parte del hemisferio norte. Las temperaturas podrían caer hasta 10ºC o 15ºC en Europa y resultar en un aumento del nivel del mar en la costa este de los Estados Unidos. Además, se interrumpiría el ciclo de lluvias vital para la agricultura, de la cual depende la alimentación de cientos de millones de personas.
Este panorama evoca un pasado distante, cuando estas corrientes se detuvieron durante la Edad del Hielo y hubo cambios drásticos en el clima, de acuerdo con los expertos de la Institución Oceanográfica Woods Hole y un estudio de la misma revista antes mencionada.
Las secuelas del colapso de la AMOC se extenderían más allá del enfriamiento en el norte. Las precipitaciones tropicales cambiarían significativamente: aumentarían en el Atlántico Sur tropical y en Brasil, mientras que disminuirían en los trópicos del Atlántico Norte y América Central, como sugiere el análisis publicado en Science Advances.
El aumento del nivel del mar, resultado probable del colapso de la AMOC, tendría consecuencias devastadoras para las comunidades costeras alrededor del mundo. El Atlántico Norte experimentaría cambios no lineales en su nivel, lo que resultaría en un incremento general en su nivel. El fenómeno representaría un cambio en la vida para las comunidades que dependen de la pesca.
Si se interrumpiera los patrones de lluvia, otra consecuencia sería la incertidumbre sobre la seguridad alimentaria mundial. Cientos de millones de personas que dependen de la agricultura en regiones clave como India, Sudamérica y África occidental se verían afectadas porque los modelos agrícolas establecidos se desvanecerían en el caos climático.
Factores que deterioran la AMOC y aceleran su colapso
El cambio climático causado por la actividad humana es el impulsor principal del colapso de la AMOC. El derretimiento de los hielos en lugares como Groenlandia está volviendo el agua menos densa y salina, lo que ralentiza esta circulación esencial. Se ha observado que esta corriente oceánica es especialmente sensible a la entrada de agua dulce adicional.
En el pasado, otros cambios han provocado la detención de la AMOC: hace más de 12.000 años, por ejemplo, eso desencadenó fluctuaciones drásticas de temperatura en el hemisferio norte. A diferencia de entonces, la contaminación de los mares es hoy el principal factor que acelera el colapso, pues desde 2010 se registró una tendencia a largo plazo del calentamiento continuo de las corrientes abisales que se originan en el sur del océano, de acuerdo con laboratorio estadounidense, The Atlantic Oceanographic y Meteorological Laboratory.
La destrucción de la AMOC genera angustia entre los investigadores porque también desempeña un papel clave en la reducción del cambio climático: actúa como un sumidero de carbono y absorbe aproximadamente 0,7 petagramos (700 millones de toneladas) de CO2 cada año. Este proceso natural de almacenamiento de carbono es esencial para mitigar el calentamiento global.
El funcionamiento de la AMOC
A menudo se define esta circulación como una gigantesca cinta transportadora oceánica. Desempeña un papel fundamental en la temperatura global al mover calor y nutrientes a través del Atlántico. A medida que el cambio climático sigue su curso, la estabilidad de este sistema se torna incierta.
Con la AMOC, el agua caliente que fluye hacia el norte se evapora, aumentando su salinidad. Al aproximarse a las zonas más frías al norte del Atlántico, se enfría y se vuelve más densa. Este fluido denso se hunde y regresa hacia el sur, mientras que el agua subtropical continúa su trayecto hacia el norte, completando así el ciclo de la cinta transportadora.