Las vacunas salvan millones de vidas humanas, y forman parte de los derechos humanos a la salud y a la ciencia ya que protegen contra el riesgo de sufrir complicaciones por enfermedades y son el resultado de ensayos clínicos que evalúan su eficacia y su seguridad.
En América Latina, la cobertura de vacunación había disminuido entre 2015 y 2019 en comparación con otras regiones del mundo. Se desarrolló la pandemia por el COVID-19 y la situación empeoró. Actualmente, la región es la segunda del mundo con peor cobertura vacunal. Alrededor de 2,7 millones de niños no recibieron todas sus dosis de vacunas en 2021, y eso los dejó sin protección completa contra la difteria, el tétanos y la tos ferina o convulsa, según la Organización Panamericana de la Salud.
El COVID-19 afectó negativamente a los servicios sanitarios y aumentó el riesgo de que los niños contraigan enfermedades prevenibles mediante la vacunación, como el sarampión, la tos ferina o convulsa, la difteria, la poliomielitis y las meningitis causadas por bacterias como Streptococcus pneumoniae, Haemophilus influenzae tipo b y Neisseria meningitidis.
Así lo advirtió un grupo de expertos de América Latina que hizo una revisión de estudios y reportes sobre los niveles de inmunización y luego realizó recomendaciones para enfrentar el problema y mejorar la preparación ante futuras pandemias. Publicaron el trabajo en la revista especializada Expert Review of Vaccines.
Solo el 82% de los niños de la región recibieron tres dosis de la vacuna contra la difteria, el tétanos y la tos ferina (DTP3) en el año 2020, en comparación con la cobertura del 91% en 2016. Solo Costa Rica, Chile, Cuba y Nicaragua mantuvieron el nivel de cobertura.
En diálogo con Infobae, una de las coautoras del trabajo, la doctora Almudena Laris González, médica infectóloga del Hospital Infantil de México Federico Gómez, de la ciudad de México, docente en la Universidad Nacional Autónoma de México y miembro de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, explicó que hubo diferentes factores que hicieron que las niñas y los niños tuvieran menos acceso a la inmunización.
“Con el desarrollo de la pandemia, se reasignó presupuesto y personal que era para la vacunación a la atención del COVID-19. También se redujo la demanda de los servicios de vacunación por las restricciones en la movilidad en las ciudades o dentro de los países o por el temor de las personas de exponerse al virus al entrar en los centros de salud. Hubo disminución de la capacidad de vigilancia epidemiológica y deficiencias en los sistemas de información y notificación”, afirmó la especialista.
Al bajar las coberturas de inmunización, creció la probabilidad de que surjan brotes por las enfermedades inmunoprevenibles. Por ejemplo, Brasil fue el país con el mayor número de casos de sarampión, una infección que produce fiebre alta, goteo nasal, inyección conjuntival y pequeñas manchas blancas en la cara interna de la mejilla.
Además, la difteria es otra enfermedad que amenaza a la región. Es una enfermedad infecciosa causada por la bacteria Corynebacterium diphtheria, que infecta principalmente la garganta y las vías respiratorias superiores, y produce una toxina que afecta a otros órganos
En marzo de 2021, la República Dominicana y Haití registraron un nuevo brote de difteria en escolares, adolescentes y adultos, que se sumó a los casos notificados previamente durante 2020 en Colombia, Brasil, Perú y Venezuela. En octubre de 2021, 4 países de la región reportaron casos de difteria: Brasil, Colombia, Haití y República Dominicana. Hubo 15 muertes.
Existe preocupación por la posibilidad de que los niños padezcan tos convulsa y poliomielitis. “El riesgo de resurgimiento de enfermedades como la poliomielitis debido a las bajas coberturas de vacunación en la región de las Américas ha llevado a los países a preparar a su personal de salud ante posibles brotes”, reconoció en junio pasado la doctora Anne Eudes Jean Baptiste, asesora regional de Poliomielitis de la OPS.
“Existe la creencia de que si los niños no recibieron las dosis en 2020 ya no deben recibirlas. Es importante que las familias tengan en cuenta que esa idea no es cierta. Deben ir al vacunatorio en 2023 y hacer que los niños estén con la inmunización al día”, señaló Almudena Laris González a Infobae.
El grupo de expertos dio diferentes recomendaciones. Se debería fortalecer los servicios de inmunización desde el nacimiento y a lo largo de toda la vida y mejorar la vacunación de las mujeres embarazadas para proteger tanto a las madres como a los niños. Se debería hacer más búsquedas de los niños que no han recibido ninguna dosis de vacuna y de aquellos a los que se les ha olvidado vacunar.
También se debería “ayudar a los profesionales sanitarios a comunicarse activamente con los padres o tutores para aclarar sus dudas sobre la eficacia y seguridad de las vacunas, especialmente en poblaciones vulnerables (por ejemplo, las que rechazan las vacunas por motivos culturales o religiosos)”, escribieron.
Otro de los coautores del trabajo, Eduardo López, director de la carrera de infectología pediátrica de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez de la ciudad de Buenos Aires, comentó a Infobae que las coberturas de vacunación infantil fueron alteradas en 2020 porque se restringió el acceso al reducirse el horario de vacunación en los centros o estaban cerrados. Algunas personas tienen vacilación. También hubo temor por el riesgo de adquirir la infección por el coronavirus”.
A partir de lo que ha pasado, el doctor López opinó que a partir de la emergencia sanitaria, se aprendió que hay que hacer más campañas de comunicación de la vacunación para sostener las coberturas de manera constante.
“En general, las vacunas se aplican durante el primer año de vida de los niños. Después van decayendo durante el transcurso de la vida. Por ejemplo, la cobertura contra el virus del papiloma humano (VPH), que se aplica a los 11 años, no tiene un nivel óptimo. Significa que se debería aumentar los días y los horarios de los vacunatorios públicos y fortalecer la inmunización en las escuelas. Se debería replantear las estrategias para facilitar el acceso a la población”, afirmó.
En tanto, la médica Andrea Uboldi, miembro de la Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn), la Sociedad Argentina de Pediatría y la vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE), en diálogo con Infobae, opinó que la pandemia dejó varias lecciones.
“La pandemia nos enseñó que la inmunización es un servicio esencial, que no debería cerrarse en la atención primaria de la salud. Porque protege contra enfermedades que tienen riesgo de reaparecer”, afirmó Uboldi, quien no participó en el trabajo publicado. “Quedó pendiente la revalorización del personal dedicado a la vacunación”, dijo.
“También la emergencia de salud pública mostró cómo la confianza hacia las autoridades de salud en América Latina tuvo cierto descrédito. Es clave trabajar en la transparencia y en la comunicación”, agregó. Además, se debería mejorar los sistemas de información para fortalecer los registros con carnet de vacunación y publicar si hay eventos adversos.