Un enorme plato de 35 metros de alto enclavado en una base se levanta en el paisaje agreste de los cerros de Mendoza, cerca de la localidad de Malargüe. En conjunto suman 610 toneladas.
Se trata de una de las tres antenas satelitales para misiones de espacio profundo que tiene la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) en todo el mundo y que conforma una de las pocas ventanas que tiene el planeta Tierra para comunicarse con naves espaciales a grandes distancias y así espiar los secretos del Universo.
Este poderoso instrumento inaugurado en diciembre de 2012 cumplió 10 años y recibió en el último tiempo una actualización de sus sistemas para poder operar las nuevas misiones espaciales ya lanzadas y las que se vienen en los próximos años.
Además, a principios de este mes, la ESA fue la anfitriona de la visita de una delegación oficial de representantes de la Unión Europea (UE) acreditados en Argentina y provenientes de Bélgica, Finlandia, Italia, Polonia, Francia y Eslovenia, junto con representantes de la Cancillería de la República Argentina y de la Comisión de Actividades Espaciales (CONAE), a esta Antena del Espacio Profundo (DS3) en la localidad de Malargüe.
“Esta antena es un activo importante en nuestra red de apoyo terrestre a las misiones científicas y de exploración de la ESA”, expresó Anabelle Fonseca, del Departamento de Relaciones Internacionales de la ESA durante el evento. Y subrayó: “Estamos muy orgullosos de presentar nuestras actividades también a los contribuyentes europeos en el marco de nuestra exitosa cooperación con Argentina y la CONAE durante más de 20 años”.
Por su parte, Viki Lövenberg, Jefa de la Sección Económica y Comercial de la Delegación de la Unión Europea en Buenos Aires, declaró que “Argentina es un importante actor tecnológico y científico en la región, y un socio apreciado por la UE en actividades colaborativas en el campo de la tecnología espacial.
Una antena para comunicarse con el cosmos
Para conocer de qué se trata esta poderosa antena de espacio profundo que forma parte de la Red de Estaciones de Seguimiento de la ESA (ESTRACK, por sus siglas en inglés) y saber qué misiones está rastreando y cómo se ampliarán las mismas, Infobae habló con Guillermo Lorenzo, jefe de la sección operaciones de la ESTRACK que desde sus oficinas en Darmstadt, Alemania, sigue el trabajo científico de este increíble instrumento tecnológico.
“La ESA tiene tres antenas de espacio profundo de 35 metros de diámetro llamadas DSA por sus siglas en inglés y están ubicadas en Australia, España y Argentina, que sirven para comunicarse con misiones interplanetarias a más de 2 millones de kilómetros. La red de estaciones de la ESA (ESTRACK) consta de 7 terminales entre las cuales se encuentran también antenas de un diámetro menor de 15 metros que sirven para las comunicaciones con satélites a distancias más cercanas a la Tierra. Con estos instrumentos podemos comunicarnos con todas nuestras naves espaciales a corta y larga distancia”, explicó Lorenzo.
Y agregó: “Las poderosas antenas DSA son estaciones terrestres de la ESA que nos ayudan a abordar algunas de las cuestiones científicas más importantes. Se trata de estaciones de seguimiento del espacio profundo, de las más sofisticadas del mundo, como las tiene la NASA o la Agencia Espacial Japonesa (JAXA), lo que permite a las naves espaciales mantener contacto con la Tierra mientras se adentran en nuestro Sistema Solar”.
Según describió Lorenzo, la tarea esencial de todas las estaciones de la ESA es comunicarse con sus misiones espaciales, enviando telecomandos y recibiendo datos científicos vitales registrados e información sobre el estado de las naves. Las tres estaciones, ubicadas en Australia, España y Argentina, están controladas centralmente desde el Centro de Operaciones del ESOC en Alemania.
“Están equipadas con grandes reflectores parabólicos de 35 metros de diámetro y un peso de 610 toneladas, que pueden girarse y apuntarse con extrema precisión. Utilizando los datos de las señales de las estaciones y una técnica de navegación avanzada conocida como ‘delta-DOR’, los ingenieros pueden localizar la órbita de una nave espacial que explore Marte o Venus —a una distancia de más de 100 millones de kilómetros de la Tierra— con una precisión de 1 kilómetro”, agregó el experto de la ESA.
El año pasado la antena ubicada en Malargüe, Mendoza cumplió 10 años y recibió una actualización de software y hardware importante, que le permite aumentar el retorno de datos científicos en un 40 % enfriando la “alimentación de la antena” a solo 10 grados por encima de la temperatura más baja posible en el Universo (aproximadamente -263°C).
Por ejemplo, las actualizaciones actuales aumentarán la cantidad de datos que se pueden transmitir desde las naves espaciales hasta en un 40 %, lo que permitirá recibir más imágenes del Sol en alta definición desde Solar Orbiter durante una ventana de comunicación. Otras misiones espaciales de la ESA en las que las naves espaciales ya están enviando datos es Bepi Colombo, la primera misión europea a Mercurio, el planeta terrestre más pequeño y menos explorado de nuestro Sistema Solar.
Se trata de una misión conjunta de la ESA y la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial (JAXA), formada por dos orbitadores científicos: el Orbitador Planetario a Mercurio (MPO), de la ESA, y el Orbitador Magnetosférico de Mercurio (MMO), de la JAXA. Su objetivo es estudiar todos los aspectos de Mercurio, desde la estructura y las dinámicas de su magnetosfera y cómo interactúa con el viento solar, hasta su estructura interna y su gran núcleo férreo, así como el origen de su campo magnético.
La nave elaborará mapas globales de la composición química y elemental de la superficie, y tomará imágenes de sus formaciones para comprender mejor los procesos geológicos y cómo la superficie ha ido cambiando por cráteres de impacto, actividad tectónica, vulcanismo y depósitos de hielo polar. Estos datos permitirán a los científicos saber más sobre el origen y la evolución de un planeta próximo a su estrella progenitora, y comprender mejor la evolución general de nuestro Sistema Solar.
La antena en Argentina, junto a las de España y Australia están en contacto también con la nave Juice de la ESA, enviando señales a través del espacio interplanetario, más allá de la órbita de Marte, hasta el sistema de Júpiter. La nave espacial navega en su complejo viaje hacia las lunas heladas del mayor de los planetas de nuestro Sistema Solar, para observar de cerca a Ganímedes, Europa y Calisto.
También apoya el telescopio espacial Euclid de la Agencia, en su misión de iluminar la verdadera naturaleza de la materia y la energía oscuras mediante la observación de miles de millones de galaxias a hasta 10 mil millones de años luz de la Tierra.
Más misiones y más datos a recopilar
“La demanda de capacidad de enlace descendente de las estaciones es mayor que nunca. En los próximos años, la Agencia se está preparando para lanzar nuevas naves espaciales a mayor profundidad de nuestro Sistema Solar y apoyar misiones de un número cada vez mayor de agencias espaciales asociadas. A la vez, las nuevas naves espaciales, tendrán más capacidad de transmisión de datos y necesitamos más antenas para recopilar esa información”, indicó Lorenzo, dando a entender que se multiplicarán las misiones espaciales y la capacidad de comunicación desde la Tierra.
“Nuestra predicción es que vamos a necesitar más antenas para dar soporte a más misiones espaciales en los próximos años. En ese sentido, actualmente se encuentra en construcción una nueva antena en Australia. Sería una cuarta antena de 35 metros de diámetro para satisfacer la creciente demanda de ancho de banda de comunicaciones”, precisó Lorenzo.
En un año normal, la red Estrack proporciona más de 15.000 horas de soporte de seguimiento a 20 o más misiones, con una envidiable tasa de disponibilidad del servicio superior al 99 %. Pero de acuerdo a las necesidades de misiones de astronomía y espacio profundo a futuro, se ha realizado una estimación de la utilización de las estaciones terrestres que cubren la próxima década, teniendo en cuenta las misiones de la ESA en desarrollo, así como misiones potenciales como L5 Space Weather (ESA) y WFIRST (NASA).
Según los análisis efectuados, se considera necesaria la implementación de recursos adicionales en dos nuevas antenas de 35 metros desplegadas en las longitudes de Australia y Argentina respectivamente, que son esenciales para soportar el promedio de 26.000 horas de seguimiento/año requeridas por las próximas misiones.
Es que el acceso independiente al espacio sigue siendo un objetivo estratégico para Europa. A futuro las misiones espaciales serán cada vez más exigentes en términos de prestaciones (por ejemplo, mayor rendimiento de datos) y capacidades (por ejemplo, nuevas bandas de frecuencia). “Por eso, también estamos haciendo un nuevo estudio para evaluar la posible construcción de una antena más en Sudamérica. Al tener una instalación en Malargüe, existe la posibilidad de que se construya allí una nueva antena, aunque todavía no hay nada confirmado”, reveló Lorenzo.
¿Nueva antena en Argentina?
Así como la ESA ya firmó con el gobierno de Australia la instalación de una segunda DSA en sus tierras para ampliar la cobertura espacial, se está estudiando hacer lo mismo con Argentina u otro país de Sudamérica y así ampliar su capacidad en estas latitudes.
“Cuando firmamos con el gobierno argentino y provincial la instalación de la antena de Mendoza, se le prometió a la ESA la construcción de una ruta pavimentada desde la ciudad de Malargüe hasta la base espacial, cosa que todavía no se ha cumplido. La construcción de esa ruta asfaltada, clave para optimizar la llegada de personal y equipo científico hasta la antena, es un factor importante a tener en consideración para una posible ampliación de la red ESTRACK en Mendoza”, enfatizó Lorenzo.
Y concluyó: “Estos años la colaboración mutua con Argentina ha sido fundamental la asociación científica y el desarrollo local. También hay acuerdos científicos con CONAE que permiten parte del uso de la antena a científicos argentinos. Deseo expresar el agradecimiento a las autoridades, técnicos y científicos argentinos, como así también al planetario de Malargüe, que tiene un espacio de la ESA. Con CONAE tenemos una relación muy buena y eso genera una repercusión importante en la ciencia local argentina”, cerró.