El hallazgo de un fósil de 500 millones de años de antigüedad reveló más datos sobre la evolución de los vertebrados, entre los cuales se halla, en la rama de los mamíferos, el ser humano. Según un equipo de científicos de la Universidad de Harvard liderado por Karma Nanglu, la metamorfosis de este organismo ofrece nuevas claves sobre el origen de los animales vertebrados e invertebrados.
Hay pocos restos del animal en cuestión, que se llama Megasiphon thylakos y pertenece a la familia de los tunicados. Algunos de ellos habitaron el fondo de los mares, donde adoptaron la forma de un barril después de haber iniciado sus días como larvas parecidas a renacuajos. El fósil es de interés debido a las franjas negras que se observan en él: los investigadores esperan que les permita revelar misterios de la evolución de esa familia y del modo en que se relacionan con la estirpe vertebrada. Si se encuentran las explicaciones detrás del nacimiento de los tunicados, también podrían aportar más datos respecto a otros animales como los peces y ciertos tipos de mamíferos hasta la aparición de los seres humanos, según los investigadores.
Un extraño animal en forma de barril
El fósil en cuestión se descubrió en una antigua roca sedimentaria, según el estudio publicado en la revista Nature Communications. Según los investigadores, el Megasiphon thylakos pertenece a un grupo ancestral de tunicados. Esta especie en particular se adhiere a las piedras marinas y se alimenta por filtración, lo que sirve como testimonio de su adaptación al entorno marino: utilizan una abertura en forma de sifón para aspirar agua, de esta forma filtran partículas de alimentos y liberan el agua filtrada. Este método de alimentación no solo demuestra la eficiencia evolutiva de los tunicados para obtener nutrientes de su entorno, sino que también destaca su papel vital en el ecosistema marino.
Existen alrededor de 3,000 especies conocidas de tunicados, que varían en tamaño, forma y hábitos. Estos organismos se dividen en tres grupos principales: las ascidias, como el Megasiphon thylakos; las larvas de ascidias, que tienen una forma de renacuajo y flotan en el agua; y los tunicados pelágicos, que son nadadores libres y exhiben características más similares a las de los vertebrados.
El Megasiphon thylakos ofrece un vistazo a la evolución
El fósil Megasiphon thylakos no solo proporciona información sobre la evolución de su grupo, sino que también arroja luz sobre el proceso evolutivo en general. Los tunicados se consideran parientes lejanos de organismos con huesos como peces, mamíferos e incluso los seres humanos. El estudio de este animal acuático ofrece una ventana única para comprender cómo los rasgos y las adaptaciones de los tunicados podrían haber influido en la evolución de las especies vertebradas.
“Dada la excepcional calidad de conservación y la edad del fósil, podemos decir bastante sobre la historia evolutiva de los tunicados. Este es un hallazgo increíble, ya que prácticamente no teníamos evidencia concluyente de los modos de vida ancestrales de este grupo antes de esto”, explicó Nanglu.
Sin embargo, llegar a los datos necesarios para elaborar una línea evolutiva clara es una tarea difícil: solo existen un puñado de registros fósiles de estas criaturas. Además, el proceso para clasificarlos exige tiempo e inversión. En este caso, se usaron cámaras DSLR Nikon D7500 equipadas con una lente Macro Nikkor de 40 milímetros. Con estas herramientas, se compararon los tunicados vivos con los restos disponibles. Han existido al menos 10 millones de generaciones desde entonces.