Las extinciones se caracterizan por la pérdida masiva de diversidad de especies (75-90%) en un lapso relativamente corto y tasas extremadamente altas de desaparición de grupos taxonómicos superiores. Al menos cinco grandes eventos de extinción masiva han marcado la historia de la vida y han moldeado profundamente la diversidad y distribución de grupos enteros de organismos.
El más reciente de estos eventos fue la extinción masiva del Cretácico-Paleogénico que ocurrió hace aproximadamente 66 millones de años y provocó la desaparición de los dinosaurios no aviares y altas tasas de extinción de especies de vertebrados. Pero, ¿qué sucedió con las plantas?
Un nuevo estudio publicado en Biology Letters por investigadores de la Universidad de Bath del Reino Unido y la Universidad Nacional Autónoma de México muestra que las plantas con flores escaparon relativamente ilesas de la extinción masiva que acabó con los dinosaurios hace 66 millones de años. Si bien sufrieron la pérdida de algunas especies, el devastador evento ayudó a que las plantas con flores se convirtieran en el tipo dominante que son hoy.
La famosa extinción del Cretácico-Paleógeno que fue causada por el impacto de un asteroide hace 66 millones de años, cambió profundamente el curso de la vida en la Tierra. Pero hasta ahora no estaba claro qué tipo de impacto tuvo en las plantas con flores.
Las plantas no tienen esqueletos ni exoesqueletos como la mayoría de los animales, lo que significa que los fósiles son relativamente raros en comparación con los vertebrados, lo que hace muy difícil comprender la línea temporal de la evolución a partir únicamente de la evidencia encontrada en rastros arqueológicos por los expertos.
Intrigados por encontrar información sustentable respecto de la evolución de este tipo de flora en el proceso de extinción y su comportamiento durante él, Jamie Thompson del Centro Milner para la Evolución y Santiago Ramírez-Barahona de la Universidad Nacional Autónoma de México, lideraron un equipo de profesionales de sus respectivos laboratorios para concretar un análisis de “árboles” evolutivos construidos a partir de mutaciones en las secuencias de ADN de hasta 73.000 especies vivas de plantas con flores (angiospermas).
Utilizando métodos estadísticos complejos, ajustaron modelos de nacimiento y muerte para estimar las tasas de extinción a lo largo del tiempo geológico.
Si bien el registro fósil muestra que muchas especies desaparecieron, los linajes a los que pertenecen, como las familias y los órdenes, sobrevivieron lo suficiente para florecer y luego dominar la flora del planeta. Se sabe que alrededor de 400.000 especies de plantas que viven hoy en día, aproximadamente 300.000 de ellas poseen flores.
La evidencia del reloj molecular sugiere que la gran mayoría de las familias de angiospermas que existen hoy en día existían antes del evento K-Pg, especies que incluyen a los ancestros de las orquídeas, la magnolia y la menta entre otras, compartieron la Tierra con los dinosaurios.
Thompson afirmó que “después de que la mayoría de las especies de la Tierra se extinguieron durante el Cretácico-Paleógeno, las angiospermas tomaron ventaja, de manera similar a la forma en que los mamíferos tomaron el control después de los dinosaurios, y ahora prácticamente toda la vida en la Tierra depende ecológicamente de las plantas con flores”.
Entonces, ¿qué los hizo lo suficientemente resistentes para sobrevivir a pesar de estar inmóviles y depender del sol para obtener energía?
Ramírez-Barahona supone que “las plantas con flores tienen una notable capacidad de adaptación: utilizan una variedad de mecanismos de polinización y dispersión de semillas, algunas han duplicado sus genomas completos y otras han desarrollado nuevas formas de fotosíntesis. Este poder de las flores es lo que los convierte en verdaderos supervivientes de la naturaleza”.