Tradicionalmente, la distribución del arte rupestre del Pleistoceno se ha centrado en la región franco-cantábrica con una periferia que incluye áreas del sur de España e Italia. Más del 70 por ciento de los yacimientos de arte rupestre paleolítico conocidos se encuentran en esta zona. Sin embargo, en los últimos años se realizaron descubrimientos en toda Europa y Asia. Estos hallazgos fuera del espacio franco-cantábrico son relevantes para mejorar el conocimiento del simbolismo paleolítico.
En la costa oriental ibérica la situación es paradójica. Aunque esta zona alberga el yacimiento de arte mueble del Pleistoceno más importante en cuanto a elementos decorados, los sitios de arte rupestre paleolítico son escasos: nueve están identificados de manera confiable como Pleistoceno, con hasta 21 posibles en total.
Ahora, los arqueólogos Aitor Ruiz-Redondo de la Universidad de Zaragoza-IUCA, Virginia Barciela González y Ximo Martorell Briz, ambos de la Universidad de Alicante, descubren la existencia de pinturas paleolíticas en Cueva Dones. La revista británica Antiquity, perteneciente a la Universidad de Cambridge, acaba de publicar las características y relevancia de este yacimiento. El descubrimiento se produjo en una cueva muy visitada por excursionistas, cuyos motivos paleolíticos habían pasado desapercibidos.
Desde el descubrimiento del arte rupestre paleolítico de Altamira en 1879 no se había encontrado un enclave de esta importancia en el litoral mediterráneo. Investigadores de las universidades de Zaragoza y Alicante ahora han descubierto el mayor yacimiento de arte rupestre paleolítico del este de la península Ibérica, con más de 100 pinturas y grabados de cerca de 24.000 años en la Cueva Dones o Cova Dones, en el municipio de Millares, en Valencia.
La Cueva Dones es un lugar muy conocido en la zona, habitualmente frecuentado por espeleólogos, y del que se tienen noticias de visitantes desde el S. XVIII. Sin embargo, la existencia de pinturas paleolíticas en la cavidad era desconocida hasta su descubrimiento en 2021 por parte de los arqueólogos y especialistas en Arte Prehistórico, Aitor Ruiz-Redondo (Universidad de Zaragoza-IUCA), autor principal del artículo, Virginia Barciela González y Ximo Martorell Briz (Universidad de Alicante). Entre los tres han descubierto más de una treintena de nuevos conjuntos de arte rupestre en las dos últimas décadas en distintas regiones europeas.
El número de motivos rupestres y la variedad de técnicas utilizadas en ellos convierten a este yacimiento en, probablemente, el conjunto paleolítico más importante del litoral mediterráneo oriental de la Península Ibérica. Desde el descubrimiento del arte rupestre paleolítico (Altamira, 1879) no se había encontrado un enclave de esta importancia en dicho territorio.
Aitor Ruiz-Redondo, profesor de Prehistoria de la Universidad de Zaragoza, investigador del Instituto Universitario de Ciencias Ambientales de Aragón (IUCA-Unizar) e investigador asociado de la Universidad de Southampton (Reino Unido), comentó: “Cuando vimos el primer uro pintado (toro salvaje extinto), inmediatamente reconocimos que era importante. Aunque España es el país con mayor número de yacimientos de arte rupestre paleolítico, la mayoría de ellos se concentran en el norte de España. El este de la Península es una zona donde hasta el momento se han documentado pocos de estos yacimientos”.
Sin embargo, el verdadero impacto al darse cuenta de su importancia se produjo mucho después del primer descubrimiento. “Una vez que iniciamos el estudio sistemático, percibimos que estábamos ante un importante yacimiento de arte rupestre paleolítico por su número y variedad de motivos, como los que se pueden encontrar en las zonas nucleares del Cantábrico, el sur de Francia o Andalucía, pero que faltan totalmente en este territorio”, continuó.
Un registro numeroso
En Cueva Dones se han documentado, hasta el momento, más de un centenar de unidades gráficas (motivos rupestres), realizadas mediante pintura, grabado simple y raspado. Esto convierte al yacimiento, por número de motivos y variedad de técnicas, en el conjunto paleolítico más importante del litoral Mediterráneo oriental de la Península Ibérica. De hecho, se trata probablemente de la cueva con arte paleolítico con mayor número de motivos descubierta en Europa desde Atxurra (Bizkaia), en 2015. A diferencia de esta última, que se ubica en la región Cantábrica (uno de los lugares con mayor densidad de conjuntos paleolíticos del mundo), Cueva Dones se localiza en una zona donde tradicionalmente no abundan este tipo de yacimientos.
En casi 150 años desde el descubrimiento del arte rupestre paleolítico (Altamira en 1879) no se había encontrado un enclave de esta importancia en los territorios combinados de Cataluña, Comunitat Valenciana y Murcia. La escasez de estos grandes conjuntos resultaba paradójica considerando la existencia de la Cueva del Parpalló en Valencia, que posee la mayor colección del mundo de plaquetas decoradas paleolíticas.
El estudio, publicado en el Project Gallery de la revista británica Antiquity, consiste en un análisis preliminar de las características y relevancia del yacimiento en el contexto del Arte Paleolítico europeo. Éste incluye, al menos, 19 representaciones animales confirmadas (ciervas, caballos, uros y un ciervo) y destaca, además de por su número de motivos y localización geográfica, por una peculiaridad técnica: la mayoría de las pinturas se han realizado con arcilla.
Si bien esta técnica es conocida en el arte paleolítico, los ejemplos de su utilización son escasos en el cómputo global, mientras que en Cueva Dones se trata de la técnica mayoritaria. A pesar de la sencillez de realización, la antigüedad de estas pinturas de arcilla está avalada, además de por su estilo (que incluye claras convenciones paleolíticas), por la presencia de gruesas costras estalagmíticas que cubren varias de ellas.
Combinando el análisis de distintas evidencias indirectas, los autores estiman que el conjunto podría tener una antigüedad mínima de unos 24.000 años. “Se representaron animales y signos simplemente arrastrando los dedos y las palmas cubiertos de arcilla sobre las paredes. El ambiente húmedo de la cueva hizo el resto: las pinturas se secaron lentamente, evitando que partes de la arcilla se descamaran y cayeran, mientras que otras partes iban quedando cubiertas por capas de calcita, que las conservaron hasta hoy”, explica Aitor Ruiz-Redondo.
El proyecto, liderado por los autores de la publicación, se encuentra en una fase preliminar. En la cavidad, de casi 500 m de longitud, aún quedan muchas zonas por prospectar y paneles que documentar con exhaustividad, por lo que se prevé el descubrimiento de nuevos motivos en los próximos años por parte del equipo multidisciplinar que lleva a cabo la investigación.