Mientras la NASA afirma que nuestro vecino Marte rota a una mayor velocidad cada año, más expertos intentan explicar qué sucede en nuestro planeta.
Ahora, un equipo de ingenieros y expertos internacionales publicó un nuevo estudio científico en el que afirma que los humanos están bombeando tanta agua subterránea que no solo está aumentando el nivel del mar, sino que en realidad está cambiando todo el planeta sobre su eje.
Debajo de la superficie de la Tierra hay mil veces más agua que todos los ríos y lagos del mundo, la cual representa casi toda el agua dulce del planeta. Sin embargo, en muchas áreas del mundo, ésta se extrae más rápido que la velocidad a la que se recarga naturalmente, lo que afectaría el balance natural de todo, incluido el de la rotación del mismo planeta.
Los científicos explican que el polo de rotación de la Tierra normalmente cambia y se desplaza varios metros cada año en forma natural. Muchos factores contribuyen a este bamboleo, incluido el derretimiento de la nieve y el hielo en el hemisferio norte que ocurre en cada primavera, lo que cambia significativamente la distribución de la masa de agua en el planeta.
Sin embargo, la extracción de agua subterránea también redistribuye la masa de agua, siendo que la subterránea existe de forma natural debajo de los continentes. Mientras que, alrededor del 80% llega al océano a través de los ríos después de la extracción, por lo que traslada toda esa masa de agua de los continentes de la Tierra hacia estas grandes extensiones.
Los científicos hallaron que, en los últimos años, la humanidad ha estado extrayendo tanta agua subterránea que esto provocó que el polo de rotación de la Tierra se desplazara 78,48 cm hacia 64,16 grados este, a un ritmo de unos 4,36 cm por año desde 1993 hasta 2010, informaron recientemente los investigadores en un estudio científico publicado en la revista Geophysical Research Letters.
Los expertos en agua advirtieron durante mucho tiempo sobre las consecuencias del uso excesivo de las aguas subterráneas, particularmente porque el agua de los acuíferos subterráneos se convierte en un recurso cada vez más vital en áreas afectadas por sequías. Y que, cuando se extrae del suelo pero no se repone, la tierra se puede hundir, dañando las casas y la infraestructura y también reduciendo la cantidad de espacio subterráneo que puede contenerla.
Según un estudio científico, entre 1960 y 2000, el agotamiento de las aguas subterráneas en todo el mundo se duplicó con creces, a unos 284 billones de litros al año, estiman los científicos. Desde entonces, los satélites que miden las variaciones en la gravedad de la Tierra han revelado hasta qué punto los suministros de agua subterránea han disminuido en regiones particulares, como India y el Valle Central de California.
“No me sorprende que tenga un efecto directo en el giro de la Tierra. Las observaciones satelitales que se tienen ahora del movimiento polar son lo suficientemente precisas para ver ese efecto”, dijo Matthew Rodell, científico de la Tierra en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA.
Los expertos que estudian la variación del eje terrestre en los últimos años afirman que una de las principales causas es que la corteza y el manto de la Tierra se están recuperando después de haber estado cubiertos durante milenios por gigantescas capas de hielo, rebotando como un colchón sin la carga de un durmiente. Esto ha ido cambiando constantemente el equilibrio de masa en todo el planeta.
Pero otros insisten en que el equilibrio también se ha visto alterado por factores más vinculados a la actividad humana y al clima global. Estos incluyen el derretimiento de los glaciares de las montañas y las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida, los cambios en la humedad del suelo y hasta la acumulación de agua detrás de las represas.
A modo de comparación, un estudio diferente informó que el derretimiento acelerado de los glaciares provocó un desplazamiento del polo Norte de 26 grados este, a aproximadamente 3,28 milisegundos de arco (o aproximadamente 9,84 centímetros) por año después de la década de 1990.
Dado que el polo de rotación de la Tierra se desplaza periódicamente varios metros por año, esta contribución de unos pocos centímetros del agotamiento de las aguas subterráneas no es preocupante.
“Lo que encontramos en este estudio sobre la deriva del polo sería insignificante en comparación con oscilaciones de varios metros. Entonces, en este punto, no nos preocuparíamos por eso”, afirmó Ki-Weon Seo, geofísico y profesor asociado en el Departamento de Educación en Ciencias de la Tierra de la Universidad Nacional de Seúl, quien dirigió el estudio.
Y agregó que el polo de rotación vuelve a las posiciones anteriores la mayor parte del tiempo. Sin embargo, lo que preocupa es la contribución del agua subterránea al aumento del nivel del mar.
Las razones del bombeo subterráneo de agua
¿Por qué los humanos bombean tanta agua subterránea? Es que se utiliza para alrededor del 40% del riego mundial y proporciona casi la mitad de toda el agua potable que existe en el planeta.
Pero extraerla de forma no sostenible puede amenazar los ecosistemas acuáticos, causar escasez del preciado líquido y aumentar el nivel del mar. En pocas palabras, el agotamiento de las aguas subterráneas contribuye al aumento del nivel del mar porque el agua se transfiere de los continentes a los océanos.
El estudio reciente encontró que el agotamiento de las aguas subterráneas provocó un aumento de 6,24 milímetros en el nivel global del mar entre 1993 y 2010. Esto es significativo porque se dice que cada aumento de un milímetro en el nivel del mar hace que la costa retroceda un promedio de 1,5 metros.
Otro estudio anterior, publicado en la revista Nature en 2019, encontró que bombear demasiada agua subterránea demasiado rápido también puede disminuir el flujo de agua de los arroyos naturales. El agua subterránea se alimenta naturalmente de los arroyos, pero cuando los niveles de agua subterránea bajan debido a la extracción humana, puede reducir o incluso detener el flujo de los arroyos por completo.
A su vez, esto amenaza los muchos ecosistemas que dependen del flujo de agua tanto dentro como alrededor de los arroyos. Sin una mejor gestión, se estima que entre el 42 % y el 79 % de todas las cuencas hidrográficas que bombean agua subterránea ya no podrán mantener ecosistemas saludables para 2050.
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