Las personas mayores que tienen poco contacto social pueden tener más probabilidades de perder volumen cerebral en general, y en las áreas del cerebro afectadas por la demencia, que las personas con contacto social más frecuente, según un estudio publicado en la revista Neurology.
“El aislamiento social es un problema creciente para los adultos mayores”, explicó uno de los primeros autores del análisis, Toshiharu Ninomiya, de la Universidad de Kyushu en Fukuoka, Japón, al referirse a los resultados del trabajo divulgado recientemente. En ese sentido, afirmaron que brindar apoyo a las personas para ayudarlas a iniciar y mantener sus conexiones con los demás puede ser beneficioso para prevenir la atrofia cerebral y el desarrollo de la demencia”.
El estudio involucró a 8.896 personas, con una edad promedio de 73 años, que no tenían demencia. Se hicieron resonancias magnéticas del cerebro y exámenes de salud para determinar el rango de contacto social, se les hizo una misma pregunta a cada uno de los participantes de la investigación: ¿con qué frecuencia está en contacto con parientes o amigos que no viven con usted (por ejemplo, reunirse o hablar por teléfono)? Las opciones de respuesta fueron todos los días, varias veces a la semana, varias veces al mes y pocas veces. De este análisis, surgieron los resultados.
Las personas que mantenían el menor nivel de contacto social presentaban un volumen cerebral significativamente más reducido en comparación con aquellas que tenían una mayor cantidad y frecuencia de relaciones en su entorno cercano.
Las áreas afectadas
El volumen cerebral total, que es la suma de materia blanca y gris, expresado como un porcentaje del volumen intracraneal total (que incluye el cerebro, las meninges y el líquido cefalorraquídeo), fue de 67,3 % en el grupo con el menor nivel de contacto social, en contraste con el 67,8% observado en aquellos que reportaron un nivel más elevado de relaciones sociales.
También tenían volúmenes más bajos en áreas del cerebro como el hipocampo y la amígdala, dos áreas que desempeñan un papel clave en el buen funcionamiento de la memoria y que, además, se ven afectadas por la aparición de síntomas de demencia. Los investigadores tomaron en cuenta otros factores que podrían afectar el volumen cerebral, como la edad, la diabetes, el tabaquismo y la práctica de actividad física.
A la par, también detectaron que las personas socialmente aisladas tenían más áreas pequeñas de daño en el cerebro, llamadas lesiones de sustancia blanca, que aquellos individuos con contacto social frecuente. El porcentaje de volumen intracraneal formado por lesiones de sustancia blanca fue de 0,30 para los integrantes del primer grupo, frente a 0,26 que correspondió a aquellos socialmente más conectados.
Los investigadores encontraron que los síntomas de depresión explicaban en parte la relación entre el aislamiento social y los volúmenes cerebrales. Sin embargo, estos signos representaron solo del 15% al 29% de la asociación.
“Si bien este estudio es una instantánea en el tiempo y no determina que el aislamiento social causa atrofia cerebral, algunos documentos previos han demostrado que exponer a las personas mayores a grupos socialmente estimulantes detuvo, o incluso revirtió, la disminución del volumen cerebral y mejoró las habilidades de pensamiento y memoria. Por lo que es posible que las intervenciones para mejorar el aislamiento social de las personas puedan prevenir la pérdida de volumen cerebral y la demencia, que a menudo sigue a esa condición”, dijo Ninomiya.
Dado que el estudio involucró sólo a japoneses mayores, una limitación es que los hallazgos pueden no ser generalizables a personas de otras etnias e individuos más jóvenes, según aclaró el equipo de investigadores que incluyó a: Naoki Hirabayashi, Takanori Honda, Jun Hata, Yoshihiko Furuta, Mao Shibata, Tomoyuki Ohara, Yasuko Tatewaki, Yasuyuki Taki, Shigeyuki Nakaji, Tetsuya Maeda, Kenjiro Ono, Masaru Mimura, Kenji Nakashima, Jun-Ichi Iga y Minoru Takebayashi.
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