Si toman cerveza, vino u otros productos con alcohol, los adolescentes pueden sufrir diferentes efectos negativos en su salud. El consumo puede alterar el desarrollo del cerebro, bajar su rendimiento escolar y llevarlos a realizar comportamientos sexuales de riesgo.
También los adolescentes que beben corren más riesgo de enfrentar situaciones de violencia, ya sea como víctimas o como victimarios. Tienen más chances de padecer trastornos por consumo de alcohol u otras drogas más adelante. Y se encuentran en peligro de padecer traumatismos por el tránsito, intentos de suicidio y muerte.
Por todos esos efectos, hoy el foco de las ciencias está puesto en identificar quiénes son los adolescentes que corren más riesgos de consumir alcohol.
Un nuevo estudio realizado en la Argentina y México aportó un índice de susceptibilidad que se podría usar como herramienta para elaborar estrategias en escuelas o en municipios para proteger mejor el derecho a la salud de los adolescentes.
Antes de empezar el estudio, consideraron la prevalencia del consumo de alcohol en los países que iban a investigar. Si bien la venta a menores de 18 años está prohibida en la Argentina, el 54% de los estudiantes de 13 a 17 habían consumido alcohol durante el mes anterior a la Encuesta Mundial de Salud Escolar que se hizo en 2018. Entre quienes habían tomado bebidas alcohólicas alguna vez, el 66% había tomado antes de los 14 años. En México, el 16.1% de los adolescentes entre 12 y 17 años había consumido alcohol en el último mes.
“Con nuestro trabajo, buscamos evaluar la validez predictiva de una medida adaptada de susceptibilidad al alcohol entre estudiantes adolescentes de Argentina y México que no habían consumido alcohol previamente”, dijo a Infobae Adriana Pérez, del Grupo de Estadística Aplicada de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, y coautora del estudio publicado en la revista especializada Alcohol: Clinical and Experimental Research.
Hicieron encuestas a estudiantes de primer año de 33 escuelas secundarias de la Argentina y 57 de México. Incluyeron a 1.504 adolescentes que nunca habían bebido en Argentina y 5.264 en México, de los cuales 1.055 y 3.540, respectivamente, completaron una encuesta de seguimiento un año y medio después.
Les preguntaron si tomaría alcohol si un amigo se lo ofrece y si consideraba que iba a consumir en el próximo año. Son considerados susceptibles aquellos adolescentes que no manifestaron una firme intención de no beber en el futuro o de no beber aunque un amigo les ofrezca.
El grupo de investigación detectó que el 34% y el 23,6% de los adolescentes que participaron eran susceptibles al alcohol en la Argentina y México respectivamente.
Después de controlar otros predictores conocidos del inicio del consumo de alcohol, los investigadores corroboraron que el índice de susceptibilidad que utilizaron se asoció positivamente con el consumo de alcohol.
“La medida para estimar la susceptibilidad es similar a una que ya se utiliza para el consumo de tabaco. En nuestro trabajo, la evaluamos por primera vez en consumo de alcohol. Gran parte de los adolescentes que se habían detectado como más susceptibles a iniciarse en el consumo de alcohol en la primera encuesta habían pasado a ser bebedores ocasionales, bebedores actuales o a tener consumos episódicos excesivos más de un año después”, explicó la científica.
El doctor Raúl Mejía, investigador del Conicet, del Centro de Estudios Estado y Sociedad (CEDES) y del Hospital de Clínicas de la UBA, fue el coordinador del trabajo en la Argentina.
Otros coautores fueron Agustín Dramis, de la UBA, James Thrasher y Inti Barrientos-Gutiérrez, del Instituto Nacional de Salud Pública de México, y James Sargent, del Departamento de Pediatría de la Escuela de Medicina Geisel en Dartmouth, Estados Unidos. Contaron con financiamiento los Institutos Nacionales de Salud y el Centro Internacional Fogarty de EE.UU.
Además del índice que se usó en el trabajo publicado, existen otras variables para tener en cuenta la susceptibilidad en el inicio del consumo de alcohol.
En diálogo con Infobae el doctor Ricardo Pautassi, investigador principal del Conicet sobre los efectos del alcohol en el Instituto Ferreyra, y profesor de la cátedra de Neurofisiología y Psicofisiología de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba, en Argentina, comentó: “El consumo de alcohol en adolescentes es una gran preocupación en salud pública. Hay diferentes variables para tener en cuenta la susceptibilidad de consumir de cada adolescente. Una de ellas es también la impulsividad”.
El investigador señaló que la impulsividad, como rasgo de personalidad, es la tendencia a realizar conductas sin pensar las consecuencias a mediano y largo plazo, o preferir recompensas chicas en el momento y no tener en cuenta las recompensas grandes en el futuro. Hay pruebas de que los niños y los adolescentes con más niveles de impulsividad tienden a consumir alcohol. A su vez, cuando toman, los niveles de impulsividad se incrementan más, según un estudio que Pautassi llevó a cabo con sus colaboradores.
Otro factor que debería tenerse en cuenta son las expectativas sobre los efectos que tiene el consumo de bebidas alcohólicas. Por ejemplo, algunos creen que al tomar se rinde mejor en la escuela o en las relaciones sexuales.
“Las expectativas se forman al ver primero que sus padres consumen y luego que otros adolescentes cercanos también lo hagan. Por eso, si los padres toman alcohol o si sus pares lo hacen, se favorece el desarrollo de expectativas positivas en los hijos. También influyen las publicidades”, afirmó Pautassi.
“También hay normas prescriptivas que influyen en la susceptibilidad a consumir alcohol. Están relacionadas con que los adolescentes pueden creer que está aceptado que tomen alcohol o que se emborrache”.
Al tener en cuenta que los daños relacionados con el consumo alcohol y los trastornos que se pueden desarrollar en la edad adulta, la Organización Panamericana de la Salud recomienda que los adolescentes no tomen alcohol. “Es fundamental retrasar la iniciación en el consumo”, advirtió.
En línea con esa recomendación, el doctor Pautassi aconsejó que los adultos deberían limitar el consumo de alcohol en el ámbito familiar y conversar sobre el tema con los adolescentes. Lo ideal es que no consuman y que no se le dé dinero para comprar alcohol. Pero también se debería considerar que si consumen, los padres deben tener charlas en profundidad con los chicos para que no manejen, que vuelvan acompañados de una persona que no consuma. Es un tema muy polémico, pero es una forma de reducir riesgos”.
El problema del alcohol no es solo un asunto de las familias. De acuerdo con la OPS, los gobiernos también tienen un papel central para establecer políticas públicas que hagan que las bebidas alcohólicas sean menos asequibles en cuanto al precio.
“Se debería prohibir todo tipo de publicidad y patrocinio de todas las bebidas en todos los medios, aumentar los impuestos específicos para disminuir la demanda, limitar los horarios de venta y locales donde el alcohol puede ser vendido y consumido”, explicó a Infobae la doctora Maristela Monteiro, asesora principal de la OPS en materia de consumo de alcohol.
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