“Imagina las melodías de mundos lejanos”, planteó un reciente estudio realizado por expertos de la Universidad Northwestern, en Estados Unidos. Es que estos expertos lograron convertir a las ondas de gas de las estrellas en sonido, algo que permitió experimentar cómo suenan en su interior y cómo se manifiesta su misterioso parpadeo estelar.
Aunque es sabido que las estrellas parecen parpadear debido a la desviación de la luz en nuestra atmósfera al viajar hacia la Tierra, ahora se ha descubierto que también tienen un “centelleo” innato causado por ondas de gas en sus superficies, que hasta ahora ha sido imperceptible para los telescopios terrestres.
Es así que el misterio del parpadeo estelar sigue intrigando a la comunidad científica, y esta investigación, publicada en la revista Nature Astronomy, arrojó luz sobre el fenómeno. En el trabajo, los expertos presentaron las primeras simulaciones en 3D de las ondas de energía que se originan en el núcleo de estrellas masivas y llegan a su superficie. Esto les permitió determinar, por primera vez, cuánto deberían brillar naturalmente estos cuerpos astrales.
Evan Anders, líder del estudio y becario postdoctoral en el Centro de Exploración e Investigación Interdisciplinaria en Astrofísica (CIERA) de Northwestern, describió cómo los movimientos en los núcleos de las estrellas generan ondas similares a las del océano.
“Cuando las ondas llegan a la superficie de la estrella, la hacen parpadear de una manera que los astrónomos pueden observar. Por primera vez, hemos desarrollado modelos informáticos que nos permiten determinar cuánto debe parpadear una estrella como resultado de estas ondas. Este trabajo permite que futuros telescopios espaciales exploren las regiones centrales donde las estrellas forjan los elementos de los que dependemos para vivir y respirar”, dijo Anders.
Y sumó: “La convección dentro de las estrellas es similar al proceso que alimenta las tormentas eléctricas. El aire frío cae, se calienta y vuelve a subir. Es un proceso turbulento que transporta calor”.
Anders y sus colegas postularon que las estrellas masivas tienen una zona de convección en sus núcleos, un área turbulenta donde los gases se agitan para liberar calor. Este proceso, como dijo Anders, similar al que alimenta las tormentas eléctricas, produce pequeños riachuelos de ondas que afectan el brillo de las estrellas, creando el centelleo. Estas ondas, generadas en el núcleo, rebotan dentro de la estrella, algunas emergen para producir el efecto centelleante, mientras otras quedan atrapadas.
Para estudiar este fenómeno oculto, el equipo construyó un filtro para aislar las ondas que se lanzan a la superficie y crear los destellos estelares. Anders comparó este proceso con un estudio de música, donde las paredes acolchadas insonorizadas minimizan la acústica para extraer el “sonido puro” de la música, al igual que aplicaron filtros a las ondas para obtener resultados precisos.
“Primero colocamos una capa amortiguadora alrededor de la estrella, como las paredes acolchadas que tendrías en un estudio de grabación, para poder medir exactamente cómo la convección del núcleo genera ondas”, explicó el autor.
Anders y su equipo llevaron a cabo un experimento sorprendente donde utilizaron canciones populares para estudiar cómo las estrellas afectan el sonido. Seleccionaron dos piezas musicales: “Júpiter”, un movimiento de la suite orquestal “The Planets” del compositor Gustav Holst, y “Twinkle, Twinkle, Little Star”. Luego, pasaron estos fragmentos de audio a través de tres estrellas masivas de diferentes tamaños.
El resultado fue asombroso: cuando las canciones se propagaron a través del cuerpo estelar, todas ellas adquirieron un tono distante e inquietante, similar a algo que podrías escuchar en “Alicia en el país de las maravillas”, según los expertos. Esta peculiar transformación sonora brindó una fascinante visión de cómo las estrellas afectan el sonido y amplía nuestro conocimiento sobre los misteriosos fenómenos del espacio.
A través de estas simulaciones, los expertos descubrieron que el sonido estelar varía según su tamaño y brillo. Las estrellas grandes emiten ruidos similares a una pistola de rayos, mientras que las medianas evocan un zumbido persistente y las pequeñas suenan como una alerta lastimera de una sirena meteorológica.
En ese tono, Anders explicó: “Las estrellas se vuelven un poco más brillantes o un poco más tenues dependiendo de varias cosas que suceden dinámicamente dentro de la estrella. El parpadeo que provocan estas ondas es extremadamente sutil y nuestros ojos no son lo suficientemente sensibles para verlo. Pero los poderosos telescopios futuros pueden detectarlo”.
El estudio, titulado “La variabilidad fotométrica de las estrellas masivas debido a las ondas de gravedad excitadas por la convección del núcleo”, contó con el apoyo de, entre otras instituciones, la NASA y la Fundación Nacional de Ciencias. Los autores buscan, en el futuro, desentrañar más secretos del cosmos y aportar valiosa información para futuros avances en la astronomía.
“Teníamos curiosidad por cómo sonaría una canción si se escuchara propagada a través de una estrella. Las estrellas cambian la música y, en consecuencia, cambian la forma en que se verían las olas si las viéramos parpadeando en la superficie de la estrella”, cerró Anders.
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