En 1897, en un laboratorio de Alemania, empezaba la historia de uno de los medicamentos más conocidos. Fue cuando se sintetizó el ácido acetilsalicílico (ASA) en forma pura y estable, y se convirtió en la sustancia activa del medicamento Aspirina®. Aún hoy se la sigue investigando sobre cuáles son sus beneficios y sus riesgos y en qué grupos de personas.
Investigadores de Australia y los Estados Unidos realizaron un gran ensayo clínico con personas mayores sanas y encontraron tasas más elevadas de hemorragias cerebrales entre quienes tomaban diariamente dosis bajas de aspirina. Detectaron que en ese grupo de gente la aspirina no le daba protección significativa contra el ataque cerebrovascular (también conocido como ACV).
El estudio se publicó en la revista médica JAMA de la Asociación Médica Estadounidense. Los resultados sugieren que las dosis bajas de aspirina, que desaceleran la acción coagulante de las plaquetas, pueden no ser adecuadas para las personas que no tienen antecedentes de enfermedades cardíacas ni signos de advertencia del ACV. Los investigadores señalaron que las personas mayores propensas a las caídas, que pueden provocar hemorragias cerebrales, deberían ser especialmente cautelosas a la hora de tomar una aspirina.
“Es un trabajo interesante —dijo a Infobae el doctor Sebastián Ameriso, jefe del Centro de Neurología Vascular y del departamento de neurología de Fleni en Argentina—. Hasta hace unos años se creía que una aspirina por día servía para prevención cardiovascular. Pero ya hay varias pruebas, y este nuevo estudio las confirma de que el uso masivo de la aspirina en personas que no han tenido enfermedad cardiovascular no es adecuado. En ese grupo de personas —es decir, personas que no han tenido enfermedad cardiovascular o cerebrovascular, especialmente en mayores—, el consumo de aspirina aumenta el riesgo de desarrollar hemorragia cerebral. Se desaconseja el uso masivo de la aspirina en prevención primaria,.
Hay antecedentes de otros trabajos en la misma dirección. En 2018 dos grandes investigaciones de la Asociación Americana del Corazón y del Colegio Americano del Corazón evidenciaron los riesgos de la ingesta de la aspirina en algunas personas. Luego, un estudio publicado por Oxford University Press, un Departamento de la Universidad de Oxford, concluyó que la aspirina no es efectiva para evitar una enfermedad cardíaca y recomiendan no indicar su consumo diario a gente que no tuvo un ACV o un infarto.
El año pasado, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de EE.UU. había hecho una recomendación en sintonía con los resultados del nuevo estudio. Había aconsejado que no se prescriba aspirina en dosis bajas para prevenir un primer infarto de miocardio o un ACV en adultos mayores sanos.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que la aspirina sí es necesaria para otro grupo de personas. La mayoría de los que ya han sufrido un infarto de miocardio o un ACV, la aspirina diaria debe seguir siendo una parte importante de su tratamiento.
El ensayo se llamó ASPREE por sus iniciales. Fue aleatorizado de control de dosis bajas diarias de aspirina entre personas residentes en Australia y Estados Unidos. Los 19.114 participantes eran adultos mayores de 70 años que no habían tenido enfermedad cardiovascular sintomática.
El objetivo del estudio fue analizar bien los datos para abordar el difícil equilibrio al que se enfrentan los médicos a la hora de prevenir coágulos y hemorragias en pacientes de edad avanzada.
Se asignó aleatoriamente a 9.525 personas a tomar dosis diarias de 100 miligramos de aspirina y a 9.589 personas a tomar pastillas de placebo equivalentes. Ninguno de los grupos ni los investigadores sabían quién tomaba cada tipo de pastilla. El estudio realizó un seguimiento de los participantes durante una media de 4,7 años.
Cuando se evaluaron los resultados se encontró que la aspirina pareció reducir la incidencia de ACV isquémico, o coágulo en un vaso que suministra sangre al cerebro, aunque no de forma significativa. Los investigadores descubrieron un aumento significativo, del 38%, de las hemorragias intracraneales entre las personas que tomaban aspirina a diario, en comparación con las que tomaban una pastilla diaria de placebo.
Especialistas en cardiología que no participaron en el estudio valoraron su tamaño y su riguroso diseño. Pero señalaron que la tasa de ataques cerebrovasculares fue baja en ambos grupos, lo que dificulta la extrapolación de los resultados. El estudio no incluía un análisis de los infartos de miocardio. También se planteó que los resultados aplican para una determinada población estudiada, y que hay diferencias étnicas que podrían no haberse considerado.
Pese a todo, el doctor Randall Stafford, profesor de medicina y epidemiólogo de la Universidad de Stanford que no participó en el estudio, consideró: “Podemos ser muy enfáticos en que las personas sanas que no toman aspirina y no tienen múltiples factores de riesgo no deberían empezar a tomarla ahora”. Pero también reconoció que “cuanto más tiempo se ha tomado una aspirina y más factores de riesgo se tienen de sufrir infartos de miocardio y ataques cerebrovasculares, más turbio se vuelve el asunto”.
Los investigadores que hicieron el estudio escribieron que se halló “un aumento significativo de la hemorragia intracraneal con dosis bajas diarias de aspirina, pero ninguna reducción significativa del ACV isquémico. Estos hallazgos pueden tener especial relevancia para las personas mayores propensas a desarrollar hemorragias intracraneales tras un traumatismo craneoencefálico”.
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