El coronavirus que causa la enfermedad COVID-19 no solo afectó a la humanidad. También se lo ha detectado en ciervos, visones, ratas, nutrias, hurones, hámsters, gorilas, gatos, perros, leones, tigres, y armadillos que adquirieron el virus desde los humanos.
Aunque no ha sido frecuente, la transmisión desde los animales hacia los humanos también se ha documentado o sospechado en visones de granja, gatos domésticos y ciervos de cola blanca.
Más allá de que ya se haya declarado el fin de la emergencia de salud pública de importancia internacional por el COVID, aún la pandemia continúa. Desde las ciencias hay preocupación porque los animales pueden ser reservorios potenciales de infecciones zoonóticas que podrían provocar nuevos brotes en los humanos en el futuro.
En los Estados Unidos, investigadores del Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal del Departamento de Agricultura descubrieron que los seres humanos transmitieron el coronavirus a ciervos de cola blanca más de 100 veces a finales de 2021 y principios de 2022.
Esa investigación también sugiere que el virus probablemente se propagó ampliamente entre los ciervos, que mutó en los animales y que pueden haber transmitido estas versiones alteradas del virus a las personas al menos tres veces.
Los resultados se publicaron en la revista Nature Communications el 10 de julio último. EN el trabajo, los investigadores advirtieron que los ciervos podrían convertirse en un reservorio animal a largo plazo del coronavirus y una fuente potencial de nuevas variantes.
“Los ciervos interactúan habitualmente con los seres humanos y se encuentran comúnmente en entornos humanos, cerca de nuestras casas, mascotas, aguas residuales y basura”, dijo el doctor Xiu-Feng Wan, profesor de la Universidad de Missouri y director del Centro NextGen de Gripe y Enfermedades Infecciosas Emergentes en EE.UU, que participó del estudio.
“La posibilidad de que el SARS-CoV-2, o cualquier enfermedad zoonótica, persista y evolucione en poblaciones de animales salvajes puede plantear riesgos únicos para la salud pública”, subrayó el experto en un comunicado.
El Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal del Departamento de Agricultura estadounidense está llevando a cabo actualmente varios proyectos para comprender cómo se comporta el virus en diferentes animales, cómo se desplaza entre los animales y las personas, y qué se puede hacer desde la salud pública para interrumpir la cadena de transmisión.
“Esta investigación nos ayuda a comprender mejor cómo se propaga y evoluciona en el mundo real una enfermedad que puede afectar tanto a las personas como a los animales, y nos equipa mejor para hacer frente a futuros brotes de enfermedades infecciosas”, declaró la doctora Ria Ghai, investigadora de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), que también formó parte del trabajo.
Si bien no hay pruebas de que los ciervos desempeñen un papel importante en la propagación del virus a los humanos, la transmisión de las personas a los animales plantea varios problemas de salud pública, porque el reservorio animal podría permitir la persistencia de variantes virales que han desaparecido de las poblaciones humanas.
De hecho, el nuevo estudio publicado en Nature Communications confirma informes anteriores según los cuales algunas variantes del coronavirus, incluidas Alfa y Gamma, siguieron circulando en los ciervos incluso después de que se volvieran poco frecuentes en las personas.
Los nuevos huéspedes animales también dan al virus nuevas oportunidades de mutar y evolucionar, dando lugar potencialmente a nuevas variantes que podrían infectar a las personas. Si estas variantes son lo bastante diferentes de las que han circulado anteriormente en humanos, podrían eludir algunas de las defensas del sistema inmunitario.
Los investigadores secuenciaron casi 400 de las muestras recogidas entre noviembre de 2021 y abril de 2022. Encontraron múltiples versiones del virus en ciervos, incluidas las variantes Alfa, Gamma, Delta y Ómicron.
Luego, los científicos compararon las muestras virales aisladas de ciervos con las de pacientes humanos y mapearon las relaciones evolutivas entre ellas. Llegaron a la conclusión de que el virus pasó de los humanos a los ciervos al menos 109 veces y que luego la transmisión de ciervo a ciervo se produjo a menudo.
En la Argentina, en agosto del año pasado, también se dio a conocer la presencia del coronavirus en el armadillo —también llamado peludo o quirquincho—, un mamífero acorazado que habita en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay.
Investigadoras de la Facultad de Ciencias veterinarias de la Universidad Nacional de La Pampa, las facultades de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de San Martín, y el consorcio Proyecto País, que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, realizaron el estudio. Confirmaron que 4 armadillos tuvieron COVID-19.
Lo más sorprendente fue que los animales estaban infectados con una variante del coronavirus Gamma, que había circulado en la primera mitad de 2021. Es decir, que cuando los animales tuvieron la infección en marzo de 2022, ya Gamma no circulaba en la transmisión entre humanos en el país.
Según comentó a Infobae la doctora Ana Bratanich, docente e investigadora de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires y una de las coautoras del trabajo, “que esta especie como el armadillo haya tenido la infección por Gamma significa que existe la posibilidad de que esa variante u otras se instale en esa población y genere un reservorio. Podría ser un nicho del que pueden surgir nuevas variantes del virus”, advirtió.
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