Décadas de estudio de la variación del genoma humano han sugerido un modelo predominantemente arborescente de divergencia poblacional reciente a partir de una sola población ancestral en África. Ha sido difícil para los especialistas conciliar este hallazgo con los registros fósiles y arqueológicos de la ocupación humana en todo el vasto continente africano.
Aunque se sabe ampliamente que el Homo sapiens se originó en África, “la incertidumbre rodea en torno de cómo las ramas de la evolución humana divergieron y cómo las personas migraron a través del continente”, dijo Brenna Henn, profesora del Departamento de Antropología del Centro del Genoma de la Universidad de California Davis, en Estados Unidos, y una de las autoras principales de una investigación publicada en mayo último en la revista Nature y que arrojó nueva luz sobre estos conceptos.
“Esta incertidumbre —continuó la especialista— se debe a los datos genómicos antiguos y fósiles limitados, y al hecho de que el registro fósil no siempre se alinea con las expectativas de los modelos construidos con ADN moderno. Esta nueva investigación cambiará la teoría del origen de las especies”.
El presente trabajo fue codirigido por Henn y Simon Gravel del Departamento de Genética Humana de la Universidad McGill en Montreal, Canadá. En él, los científicos probaron una variedad de modelos competitivos de evolución y migración en África propuestos en la literatura paleoantropológica y genética, incorporando datos del genoma de la población del sur, este y oeste de África.
Los autores incluyeron genomas recién secuenciados de 44 individuos nama modernos del sur de África, una población indígena conocida por tener niveles excepcionales de diversidad genética en comparación con otros grupos modernos. Los investigadores generaron datos genéticos recolectando muestras de saliva de individuos modernos que realizaban sus actividades diarias en sus aldeas entre 2012 y 2015.
El modelo sugiere que la división de población más temprana entre los humanos primitivos, que es detectable en las poblaciones contemporáneas, ocurrió hace 120.000 a 135.000 años, después de que dos o más poblaciones Homo débilmente diferenciadas genéticamente se hubieran estado mezclando durante cientos de miles de años.
Después de la división de la población, la gente siguió migrando entre los asentamientos, creando un tallo débilmente estructurado. Esto ofrece una mejor explicación de la variación genética entre humanos individuales y grupos de ellos que los que proveían modelos anteriores, sugirieron los autores.
“Estamos presentando algo que la gente nunca antes había probado —afirmó Henn al referirse a la investigación—. Esto implica para la ciencia antropológica un avance significativo”. El coautor Tim Weaver, profesor de antropología de UC Davis, por su parte, completó: “Modelos anteriores más complicados propusieron contribuciones de homínidos arcaicos, pero esta opción que sugerimos indica lo contrario”. Weaver en particular tiene experiencia en cómo se veían los primeros fósiles humanos y proporcionó investigación comparativa para el estudio.
Los autores predijeron que, según este modelo, entre el 1% y el 4% de la diferenciación genética entre las comunidades humanas contemporáneas se puede atribuir a la variación en las poblaciones madre. Este modelo puede tener consecuencias importantes para la interpretación del registro fósil.
Debido a la migración entre las ramas, estos múltiples linajes probablemente eran morfológicamente similares, “lo que significa que es poco probable que los fósiles de homínidos morfológicamente divergentes (como el Homo naledi) representen ramas que contribuyeron a la evolución del Homo sapiens”, concluyeron los autores en su documento.
Otros coautores fueron Aaron Ragsdale, Universidad de Wisconsin, Madison; Elizabeth Atkinson, Facultad de Medicina de Baylor; y Eileen Hoal y Marlo Möller, Universidad de Stellenbosch, Sudáfrica.
Seguir leyendo