Más del 50% de los lagos más grandes del mundo están perdiendo agua, y uno de ellos se encuentra en Sudamérica. Así lo advirtió un estudio que fue realizado a través de imágenes satelitales por investigadores de los Estados Unidos, Francia y Arabia Saudita y publicado en la revista Science, de la Asociación Estadounidense para el Avance de las Ciencias.
Fangfang Yao, doctor en geografía de la Universidad de Colorado, en Boulder, Estados Unidos, y sus colegas alertaron sobre la desecación que sufre el mayor lago salado de Sudamérica y el quinto en el planeta. Ese lago se llama Laguna de Mar Chiquita o “Mar de Ansenuza”, y está en el noreste de la provincia de Córdoba, en Argentina. Es un sitio clave para la conservación de la biodiversidad a nivel global.
En diálogo exclusivo con Infobae, el doctor Yao, que fue el primer autor del estudio, dijo: “La Laguna de Mar Chiquita es el lago más afectado por la desecación en Sudamérica. Experimentó la octava mayor pérdida de agua del mundo. Los dos primeros son el Mar Caspio y el Mar de Aral”.
El estudio que hicieron fue global. Dentro de América Latina, los científicos estudiaron 240 grandes lagos y embalses. “Descubrimos que 153 lagos de los 240 que estudiamos en América Latina experimentaron pérdidas de agua durante el periodo 1992-2020″, afirmó Yao.
Para el científico y sus colaboradores, el calentamiento de las temperaturas del planeta y el consumo humano insostenible son dos de los factores que están influyendo sobre la reducción del volumen de agua de los diferentes lagos del mundo.
Para hacer el estudio, los investigadores de Estados Unidos, Francia y Arabia Saudita desarrollaron un método de seguimiento de las tendencias de almacenamiento de agua en los lagos y las razones que las explican. Consideran que la información obtenida podría ayudar a las autoridades de gestión del agua y a las comunidades para tomar decisiones sobre cómo proteger mejor las fuentes críticas de agua e importantes ecosistemas regionales.
“Se trata de la primera evaluación exhaustiva de las tendencias y los impulsores de la variabilidad mundial del almacenamiento de agua en los lagos basada en una serie de satélites y modelos”, consideró el doctor Yao.
Se necesitaban “estimaciones fiables de los niveles y el volumen de todos los lagos” para tener un panorama global, explicó Balaji Rajagopalan, investigador del CIRES, profesor de ingeniería en la Universidad de California en Boulder y coautor en un comunicado.
En total, hicieron el análisis de 250.000 fotos del área de los lagos captadas por satélites entre los años 1992 y 2020 para estudiar la superficie de 1.972 de los mayores lagos de la Tierra.
En el caso de los lagos sin un registro de nivel a largo plazo, utilizaron mediciones recientes del agua realizadas por instrumentos de los satélites. Es decir que combinaron mediciones recientes de nivel con las mediciones de superficie a más largo plazo para calcular el volumen de lagos de décadas atrás.
A través de esa metodología, llegaron a la estimación de que el 53% de los lagos del mundo experimentó un descenso en el almacenamiento de agua.
Para explicar las tendencias en los lagos, el equipo usó la modelización del uso del agua y el clima. El cambio climático y el consumo humano de agua dominaron el descenso neto global del volumen de los lagos naturales y las pérdidas de agua en unos 100 grandes lagos, explicó Yao.
Yao y sus colegas también evaluaron las tendencias de almacenamiento en los embalses. Descubrieron que casi dos tercios de los grandes embalses de la Tierra experimentaron pérdidas significativas de agua.
Según Ben Livneh, coautor del estudio, “la sedimentación dominó el descenso global del almacenamiento en los embalses existentes”. En los embalses más antiguos -los que se llenaron antes de 1992-, la sedimentación fue más importante que las sequías y los años de lluvias torrenciales”.
Aunque afirmaron que la mayoría de los lagos del mundo se están reduciendo, señalaron que el 24% experimentó aumentos significativos en el almacenamiento de agua. Los lagos en crecimiento tienden a estar en zonas poco pobladas del interior de la meseta tibetana y las Grandes Llanuras del Norte de América del Norte y en zonas con nuevos embalses, como las cuencas de los ríos Yangtsé, Mekong y Nilo.
La reducción del agua en los lagos puede afectar la vida de las personas, advirtió Yao. Porque aproximadamente una cuarta parte de la población mundial, es decir, 2.000 millones de personas, reside en la cuenca de un lago que se está secando.
“Si el consumo humano es un factor importante en la disminución del almacenamiento de agua de los lagos, entonces podemos adaptarnos y explorar nuevas políticas para reducir la disminución a gran escala”, dijo Livneh.
Como ejemplo esperanzador, el equipo de Yao resaltó lo que pasó con el lago Sevan, en Armenia. Ese cuerpo de agua experimentó un aumento del almacenamiento de agua en los últimos 20 años. Los científicos relacionaron ese cambio positivo con la aplicación de leyes de conservación de la extracción de agua desde principios de la década de 2000.
Para el doctor Yao, “muchas de las huellas humanas y del cambio climático en las pérdidas de agua de los lagos eran desconocidas hasta ahora, como las desecaciones del lago Good-e-Zareh en Afganistán y del lago Mar Chiquita en la Argentina”. Pero esa afirmación es cuestionada por científicos argentinos.
La Laguna de Mar Chiquita o Mar Ansenuza no tiene salida al mar. Recibe agua de los ríos Dulce, Suquía y Xanaes. “Al ser una laguna cerrada, el agua sólo se pierde por evaporación y su característica distintiva es la fluctuación de niveles”, explicó a Infobae el doctor en geología Eduardo Piovano, investigador del Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra del Conicet y profesor de Geología de Recursos hídricos de la Universidad Nacional de Córdoba.
Piovano ha estado estudiando la Laguna de Mar Chiquita por más de 20 años. “No es cierto que la Laguna de Mar Chiquita se esté desecando exclusivamente por causas antrópicas (es decir, por actividades humanas) ni que haya evidencias de que vaya a desaparecer”, afirmó Piovano.
Con colaboradores, este científico argentino realizó estudios de paleolimnología que le permitieron hacer una reconstrucción de la historia geológica del enorme lago durante los últimos 20.000 años. Uno de sus trabajos fue publicado en Quaternary Science Reviews.
“Los investigadores que hicieron el artículo publicado en Science no tuvieron en cuenta los estudios que hemos realizado con científicos de Francia y Suiza sobre los balances hidrológicos de Mar Chiquita. Ellos solo consideraron las imágenes satelitales sobre la zona desde 1992 en adelante, y no tuvieron en cuenta qué pasó antes. Es una limitación”, comentó Piovano.
Durante el siglo XX hubo sequías dominantes, y niveles bajos no sólo en la Laguna de Mar Chiquita, sino también de una gran cantidad de lagunas de la región Pampeana. A partir de la década de 1970 se produjo un salto hacia una “fase hiperhúmeda”, por el aumento en las lluvias en una gran región de Sudamerica, que coincide aproximadamente con la cuenca del río Paraná. “Eso se tradujo en un aumento de la laguna de Mar Chiquita en ese momento”, según el investigador del Conicet.
Los niveles altos del agua persistieron hasta 1987, y luego bajaron hasta 1991. “Durante los últimos 20.000 años hubo diferentes períodos de subida y bajas de nivel de agua. El máximo nivel fue en el año 2003 que fue sucedido por otra bajante que duró hasta el año 2013 y luego comenzó a subir hasta 2017.
“La situación actual de la tendencia a nivel bajo en la Laguna de Mar Chiquita puede observarse desde el año 2017 por menor cantidad de lluvias. Además, se vió afectada por la sequía como consecuencia del fenómeno de La Niña. Es de esperarse que la laguna experimente una nueva subida si se cumple el pronóstico del próximo del fenómeno de El Niño”, explicó Piovano.
Para el científico argentino, los cambios en las lluvias que afectan las subas y bajas de la Laguna podrían estar relacionados indirectamente con el cambio global. “Los cambios en el uso del suelo para realizar actividades en agricultura, la pérdida de biodiversidad, la deforestación, entre otros factores podrían estar potenciando las alteraciones de las lluvias en la zona. Pero no hay pruebas concluyentes aún”, afirmó Piovano,
“La Laguna Mar Chiquita es un espejo de agua extremadamente plano y poco profundo, con lo cual pequeños cambios de nivel implican enormes cambios de superficie”, dijo Esteban Jobbagy, investigador del Conicet y la Universidad Nacional de San Luis y miembro de la Academia Nacional de Ciencias. “Es un lago muy sensible para la vista de los satélites y por eso llamó la atención en este estudio publicado en Science”, opinó en diálogo con Infobae.
“Los trabajos del doctor Piovano y su grupo muestran que Mar Chiquita creció muchísimo en el último medio siglo. Construcciones inundadas lo atestiguan. Pero sucede que el trabajo de los investigadores de Estados Unidos, Francia y Arabia Saudita arranca en una época en que Mar Chiquita ya estaba grande y desde entonces se redujo”, puntualizó Jobbagy.
La reducción reciente del lago podría está relacionada, según el investigador de San Luis, con que “la última década no fue tan húmeda como las anteriores y vale la pena explorar en qué medida el riego en Tucumán y Santiago del Estero pudo haber jugado un papel”.
Sin embargo-señaló Jobbagy-, “hay un efecto opuesto, que es el de aumento del aporte de agua por avance de la agricultura sin riego sobre montes, que ya hemos observado que causa más flujo de agua en distintas zonas del Gran Chaco. En fin, separar causas lleva tiempo y es clave reconocer que este hallazgo publicado en Science se basa en un breve segmento de una historia naturalmente ´nerviosa¨ de este mar interno que tenemos en la Argentina”.
Parte del ecosistema de Laguna de Mar Chiquita pasó a ser, por una ley del Congreso de la Nación, el Parque Nacional Ansenuza en junio de 2022. Este Parque alberga el 66% de todas las especies de aves migratorias y playeras registradas en el país.
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