En el mundo de las aves, los falaropos comunes se distinguen. Las hembras de esas especies compiten por parejas y se aparean con varios machos. Ellos se encargan de brindar todo el cuidado parental a sus descendientes. Son aves migratorias que se desplazan dos veces por año entre América del Norte, donde se reproducen, y América del Sur.
Los movimientos de los falaropos están asociados con el momento de mayor abundancia de invertebrados que les sirven de alimentos. Se los puede ver nadando en lagunas saladas como la Laguna Mar Chiquita, en Córdoba, el Lago Epecuén, en provincia de Buenos Aires, o la Laguna de los Pozuelos, Jujuy. Pero esa fascinante sincronización en los ritmos de la vida de esas aves está siendo alterada por los efectos del cambio climático.
El aumento de las temperaturas promedio del planeta genera sutiles pero preocupantes desequilibrios en las aves migratorias. Y los falaropos comunes no son la única especie afectada: son 100.
Marcela Castellino, bióloga que reside en la provincia de Córdoba, Argentina y forma parte del Programa Flyways de la organización no gubernamental Manomet y la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras, se ha dedicado más de 10 años a la conservación de los falaropos.
“Todo está conectado. Por un lado, hay una mayor extracción de ríos que son tributarios de las lagunas donde habitan las aves como los falaropos. Pero también hay un aumento de las temperaturas que incrementa la evaporación. Llueve menos, más sequía. Al bajar el nivel del agua, aumenta la salinidad y se afecta a las poblaciones de invertebrados, que sirve de alimentos a las aves”, explicó Castellino al ser entrevistada por Infobae.
En el mundo, hay entonces 100 especies de aves migratorias que están siendo amenazadas por las actividades de los seres humanos que han producido el cambio climático, según la base de datos que desarrolla la organización no gubernamental BirdLife.
Dentro de ese total, en Sudamérica habitan 24 de esas aves afectadas por el cambio climático, y 10 de ellas también se encuentran en la Argentina.
Hoy es el Día Mundial de las Aves Migratorias, y científicos y ambientalistas intentan concientizar sobre su importancia y sobre los problemas que están enfrentando, como la dificultad de encontrar ambientes acuáticos saludables para vivir.
“Son muchas las aves que migran y la base de datos de BirdLife nos permite tener en cuenta los diferentes grados de amenazas que enfrentan. Algunas vuelan miles de kilómetros. Otras, en cambio, se desplazan dentro del territorio de un mismo país, como ocurre con el macá tobiano, que se encuentra en peligro crítico”, explicó a Infobae el doctor Juan Carlos Reboreda, biólogo, profesor de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Conicet.
En el caso del macá tobiano, el cambio climático generó aumentos en la velocidad del viento y en severas sequías, que reducen su hábitat reproductivo. Esa especie habita lagos y lagunas de la provincia de Santa Cruz. En invierno migra hacia la costa atlántica. Su población decreció más de un 80% en los últimos 25 años. También fue afectada por el impacto de especies invasoras y exóticas en su zona reproductiva, según la organización Aves Argentinas, que junto con Ambiente Sur desarrolla un programa para salvar al macá de la extinción.
“El cambio climático afecta a las aves de muchas maneras”, explicó en diálogo con Infobae la doctora Susan Bonfield, directora ejecutiva de Ambiente para las Américas, que una de las organizaciones que impulsa actividades por el Día Mundial de las Aves Migratorias.
“Al aumentar el nivel de los mares y océanos, el cambio climático afecta a las especies de aves que dependen de las costas. El aumento de la sequía afecta a todas las aves porque se reduce el acceso al agua que necesitan para beber, bañarse y alimentarse en los hábitats donde viven”, comentó Bonfield.
Los vientos más intensos hacen que las aves abandonen los nidos, y que las tormentas extremas, cada vez más frecuentes, destruyan grandes extensiones de hábitat. Eso reduce los lugares de nidificación. Las aves que experimentan la mayor pérdida de hábitat son las que corren mayor riesgo, señaló.
Bonfield subrayó lo que pasa con el charlatán, un ave que también se conoce como “canadiense”, chupador (así se lo conoce en zonas arroceras de la Argentina por su hábito de exprimir las semillas de arroz) o Bobolink (su nombre en inglés). En este mes, los charlatanes están viajando hacia América del Norte desde la Argentina, Paraguay y Bolivia.
“El charlatán es una especie de ave que depende de lugares de cría en praderas y pastizales de todo Canadá. Se prevé que las temperaturas en esta región aumenten tres grados centígrado, lo que causará una pérdida de más del 80% de su hábitat de cría”, advirtió la experta.
Otra de las especies amenazadas en Sudamérica es el flamenco andino. Realiza movimientos estacionales desde los Andes (en el Noroeste de Argentina, Chile y Bolivia) hasta los humedales de las llanuras pampeanas. Desde 2020, el científico Enrique Derlindati, de la Facultad de Ciencias Naturales de la Universidad Nacional de Salta junto con colaboradores está llevando a cabo un estudio con transmisores satelitales en 10 individuos de esta especie.
“Es posible que el cambio climático impacte en el tiempo en que las aves pasan en cada sitio. Las diferentes alteraciones de esos sitios, que son humedales salinos, podrían afectar a las poblaciones de flamencos. Lo estamos investigando”, contó el doctor Derlindati a Infobae.
Hay muchos investigadores de diferentes países que están tratando de identificar el impacto del cambio climático sobre las aves migratorias. Trabajan contra reloj para generar conocimiento y alertas.
Las aves aportan múltiples beneficios a los seres humanos: conectan al mundo, dispersan semillas, polinizan, controlan plagas, entre otros servicios como parte de los ecosistemas.
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