La resistencia antimicrobiana (RAM) es la capacidad que tienen los microorganismos de producir mecanismos específicos que les permiten sobrevivir en presencia de sustancias nocivas para su desarrollo (antimicrobianos). Es decir que, cuando los patógenos presentan esta particularidad, los productos farmacológicos antimicrobianos, entre los cuales se encuentran los antibióticos, pierden su eficacia en el tratamiento de una enfermedad causada por bacterias.
Así, el uso inadecuado de los antimicrobianos puede acelerar este fenómeno. Y de allí la importancia de la utilización responsable de los antibióticos en animales y seres humanos, ya que de esto depende preservar su eficacia en el tratamiento de enfermedades ocasionadas por las bacterias resistentes.
El tema preocupa a las autoridades sanitarias de todo el mundo, que de un tiempo a esta parte no dejan de alertar sobre las consecuencias de este fenómeno en la salud pública global.
Ahora, un nuevo estudio escaló el problema a otro nivel al asegurar que, “incluso las personas que no han usado antibióticos recientemente, tienen cepas más resistentes a los antibióticos cuando residen en países con un alto uso de estos fármacos, en comparación con aquellas sanas que viven en naciones con un menor uso de estos medicamentos”.
¿Cómo es que sucede? ¿No es suficiente entonces con hacer un uso responsable de los antibióticos de manera individual? Parece que no.
Es que según una reciente publicación de la revista Nature Communications, “todas y cada una de las bacterias y otros microorganismos que se instalan dentro y sobre los cuerpos humanos pueden ser una fuente de resistencia a los antibióticos”.
El trabajo de investigadores del Instituto Earlham y el Instituto Quadram en el Reino Unido, junto con un equipo internacional de científicos, sugirió: “Es posible que cualquier persona se sorprenda al saber que el uso de antibióticos entre las personas que lo rodean podría afectarla directamente”.
“Incluso una persona sana, que no ha tomado antibióticos recientemente, es bombardeada constantemente por microbios de personas o mascotas con las que interactúa, lo que puede conducir a que los genes de resistencia se incrusten en su propia microbiota”, aseguró el ecologista microbiano del Instituto Earlham y el Instituto Quadram, Chris Quince, para quien “si existen en una población con una gran carga de consumo de antibióticos, eso conduce a más genes de resistencia en su microbioma”.
Según explicaron los investigadores, “cuando se usan antibióticos para combatir infecciones, éstos tienen el desafortunado efecto secundario de dañar el microbioma del huésped y también aumentar la prevalencia de genes de resistencia que se transmiten entre diferentes cepas de microbiomas”.
Los estudios sobre el tema de la resistencia a los antimicrobianos (RAM) se han concentrado principalmente en el grado de defensa (ante, por ejemplo, los anticuerpos) que presentan los microbios que causan infecciones en humanos. Pero éstos están presentes en todo el cuerpo humano (son ubicuos), y la gran mayoría son inofensivos y muchos de ellos benéficos.
“Debido a la facilidad con la que se transmiten los genes resistentes a los antibióticos, el uso de estos fármacos puede tener un efecto en todo el microbioma; no solo en los patógenos que se supone que deben eliminarse”, ampliaron los investigadores. “Como resultado, el resistoma, es decir la colección de genes de resistencia que se encuentran en la microbiota comensal, es un tema importante para la investigación”, agregaron.
“Nuestros cuerpos están continuamente importando y exportando microbios y cepas de patógenos”, explicó Quince. Y amplió: “Estas cepas transmiten genes de un lado a otro, lo que significa que el desafío de la RAM debe abordarse tanto a nivel micro como macro”.
Si bien todo el microbioma desempeña un papel en la salud y la enfermedad, el que está presente en los intestinos es especialmente importante, con funciones en la digestión y la formación del sistema inmunitario. El tracto digestivo de un ser humano es un verdadero paraíso para millones de microbios de diferentes tipos, ya que este órgano alberga más de ellos que cualquier otro lugar del cuerpo.
Entonces, para los autores del estudio, los microbios que viven en el intestino podrían ser un contribuyente significativo a la resistencia a los antimicrobianos.
El estudio
Para el trabajo, el grupo analizó 3.096 muestras de microbioma intestinal de personas en 14 países. El objetivo era conseguir más información sobre los efectos de los antimicrobianos en el microbioma intestinal, con un enfoque en muestras de personas que probablemente no estuvieran tomando antibióticos. La finalidad: obtener un resultado “limpio” del perfil genético del microbioma intestinal.
Investigaciones anteriores ya habían establecido que había diferencias notables en los perfiles de genes de resistencia a los antimicrobianos (ARG) en diferentes países. Y esta vez, al estudiar a personas que no tomaban antibióticos, el equipo descubrió dos tendencias distintas.
Encontraron dos grupos, o perfiles de resistoma, de tipos de ARG en el microbioma intestinal. Además, hallaron que la abundancia y diversidad total media de ARG variaba según el nivel de consumo de antibióticos en ese país.
“Descubrimos que, en los países donde los antibióticos se toman con más regularidad, sus poblaciones también tienen una mayor cantidad de genes de resistencia en su microbioma intestinal”, explicó Quince.
Así es que el equipo concluyó que el uso generalizado de antibióticos puede hacer que los ARG se vuelvan prevalentes en toda la población -y no sólo entre los expuestos a los fármacos directamente- y estos ARG pueden diseminarse por toda la microbiota.
Los investigadores sugieren que más estudios podrían centrarse en investigar esto en más países y con diferentes estrategias de salud pública. La Organización Mundial de la Salud (OMS) catalogó a la resistencia antimicrobiana como una de las diez principales amenazas frente a las que se encuentra la humanidad.
Se calcula que 1,3 millones de muertes al año son directamente atribuibles a esta causa en todo el mundo.
En la Argentina, recientemente se promulgó la Ley N° 27.680, descripta como innovadora a nivel global, que establece un plan de acción contra la RAM. La norma incluye que todos los medicamentos antimicrobianos deberán expenderse bajo receta archivada, lo que contribuye a una mejor regulación del uso de estas herramientas para así controlar mejor este problema.
Asimismo, la receta deberá incluir información completa del médico que prescribe y el diagnóstico por el cual lo hace. El paciente deberá contemplar y respetar la dosis, el intervalo y la duración completa del tratamiento.
El objetivo principal de la Ley es fortalecer la vigilancia de la RAM y el uso apropiado de estos medicamentos en el territorio nacional, a través de la creación del Plan Nacional para la prevención y control de la Resistencia Antimicrobiana (“Una Salud”).
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