Las 10 lecciones que aprendimos de la pandemia a tres años de su aparición

Con 758.700.000 personas infectadas y 6,9 millones de fallecidos, las 8000 millones de personas que hay en el mundo aprendimos a lidiar con el nuevo coronavirus ¿Por qué aún quedan cosas por aprender?

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La pandemia modificó los hábitos de todo el mundo hace tres años ( REUTERS  )
La pandemia modificó los hábitos de todo el mundo hace tres años ( REUTERS )

Desde el inicio de la pandemia por coronavirus en 2020 y hasta hoy, se notificó un total acumulado de aproximadamente 758,7 millones de casos de COVID-19, incluidas unas 6,9 millones de muertes, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

A tres años de la declaración oficial del status de pandemia por parte de la OMS a raíz de aparición del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 que genera la enfermedad COVID-19, muchos son los distintos entes, organismos internacionales, revistas científicas y profesionales consultados por Infobae que realizaron una mirada profunda acerca de las lecciones aprendidas en este tiempo tras la irrupción del patógeno que puso en vilo todos los sistemas de salud del mundo, incluidos los de las superpotencias.

Si bien el virus había sido detectado a fines de diciembre de 2019 por las autoridades sanitarias chinas, recién el 11 de marzo de 2020 la OMS declaró que el mundo estaba sumergido en una pandemia por COVID- 19 cuando informó que había 4291 muertos y 118.000 casos en 114 países. Luego de las críticas mundiales impiadosas por haber declarado la pandemia más de tres meses más tarde de su notificación mundial y secuenciamiento genético, se pudo comenzar a delinear distintas estrategias internacionales para hacerle frente a la nueva amenaza sanitaria.

La imagen de microscopio electrónico distribuida por los Centros de Control y Prevención de enfermedades muestra partículas de virus SARS-CoV-2, que causa COVID-19. (Hannah A. Bullock, Azaibi Tamin/CDC via AP, File)
La imagen de microscopio electrónico distribuida por los Centros de Control y Prevención de enfermedades muestra partículas de virus SARS-CoV-2, que causa COVID-19. (Hannah A. Bullock, Azaibi Tamin/CDC via AP, File)

En aquel momento, todos vivimos una verdadera emergencia de salud pública de trascendencia internacional que afectó a toda la humanidad impactando todas las áreas de nuestra vida, mientras los científicos y médicos todavía no podían comprender en su totalidad el accionar del nuevo coronavirus y qué dimensiones de tragedia podía contemplar a escala mundial.

En pocos días todos debimos cambiar costumbres, hábitos de higiene y seguridad, formas de trabajar y tradiciones familiares. Tuvimos grandes aprendizajes, en el sector salud, en tecnología, en nuevas formas de organizarnos y reunirnos. En protegernos, en extremar hábitos de higiene personal, en el uso de un tapabocas o barbijos, y de alcohol en gel. Hasta la forma de saludarnos, de estornudar tapándonos con el pliegue el codo y hasta nuevas formas de convivencia con la familia, ya que debimos soportar largos períodos de confinamiento en casa.

“Cuando aún no dispusimos de vacunas ni tratamientos efectivos, el daño de la Covid-19 para la salud pública estaba determinado casi exclusivamente por el éxito para prevenir la transmisión del Sars-Cov-2 en la población. Los esfuerzos realizados con ese objetivo, y sus altísimos costos (sociales, económicos y psicológicos entre otros), fueron concebidos como respuesta a una emergencia sanitaria excepcional. Si no hay mal (ni pandemia) que dure 100 años ¿cómo y cuándo terminaría la pandemia de Covid-19? Con el rápido surgimiento y propagación global de nuevas variantes y la certeza de la posibilidad de reinfecciones, pronto supimos que la pandemia no ‘terminaría’ ni siquiera una vez que la mayoría de la población hubiera contraído la infección (que, hoy sabemos, produce una inmunidad deficiente y de corta duración, y que además suponía un altísimo costo en términos de morbimortalidad)”, aseguró el bioquímico argentino e investigador del Conicet, Rodrigo Quiroga, que junto a la investigadora de Conicet, Sol Minoldo, en el Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad (CIECS), en Córdoba y el médico infectólogo Javier Fariña en el Hospital de Alta Complejidad Cuenca Alta S.A.M.I.C, escribieron un prestigioso documento sobre lo aprendido tras la pandemia.

Las vacunas han sido la mejor herramienta para combatir la pandemia por COVID (AP)
Las vacunas han sido la mejor herramienta para combatir la pandemia por COVID (AP)

1- La aparición de las vacunas

Sin dudas, las vacunas fueron la gran herramienta desarrollada por la ciencia para hacer frente a la pandemia por COVID-19. “Las vacunas (su desarrollo, adquisición y aplicación) adquirieron un lugar central, no sólo en la esperanza de la población, sino como meta y punto de llegada de toda estrategia de salud pública. Hoy, con la gran mayoría de la población del país vacunada, es fácil tentarnos con la idea de que el Sars-Cov-2 ha dejado de ser un problema. Y sin dudas, ha disminuido categóricamente el riesgo que representa para la salud y la vida de la población”, describieron Quiroga, Minoldo y Fariña.

Es a los pocos meses de la aparición del patógeno, varios laboratorios trabajaron en distintas plataformas vacunatorias en forma muy intensa para crear lo que normalmente lleva 10 o 15 años. La ciencia avanzó a pasos agigantados en 2020 y en menos de un año las primeras vacunas ya estaban listas para ser aplicadas en los brazos de millones de personas.

Las vacunas contra las enfermedades infecciosas han sido uno de los mayores éxitos en la historia de la humanidad, reduciendo efectivamente la carga de morbilidad de muchos patógenos. Incluso han permitido eliminar de la faz de la tierra un virus humano (viruela) y un virus del ganado (el de la peste bovina). “Con la vacuna contra el COVID, pasó que no fue una carrera de candidatos a vacunas entre sí, sino una carrera contra el virus”, explicó Florian Krammer del Departamento de Microbiología de la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai, Nueva York. Hoy el 70% de la población mundial está vacunada contra el COVID y entre primeras dosis y refuerzos ya se aplicaron más de 13.300 millones de inyecciones.

2-Estado de vigilancia

“La pandemia no terminó y hay que seguir la vigilancia genómica por si aparecen nuevas variantes”, alertó ayer el el doctor Jarbas Barbosa, Director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) que abrió el seminario “Tres años de COVID-19 y otros temas de salud en las Américas”, del que participó Infobae.

“Hoy estamos en una situación totalmente diferente a la que vivimos hace tres años. La incidencia del COVID hoy es 20 o 30 veces inferior al año pasado y en ese sentido, la OPS ha logrado desplegar un trabajo muy importante respecto a la información necesaria para afrontar la pandemia y al acceso de herramientas para combatirla, como las vacunas”, indicó Barbosa, que destacó que América es la segunda región con nivel más alto de cobertura de vacunación en el mundo, con el 71% de las personas vacunadas.

Consultada por Infobae, la médica infectóloga María Cecilia Niccodemi (MN 105624) señaló que “lo que se logró con las vacunas fue un real descenso en enfermedades graves y en la mortalidad de los pacientes”.

Y analizó: “El pico de casos en el país lo tuvimos en la tercera ola, en la que casi todos fueron casos leves, que no impactaron en el número de internaciones en terapia intensiva ni muertes, y eso fue debido a que teníamos altas tasas de vacunación”.

El director de la OPS pidió a los países que integran el continente americano que deben mantener la vigilancia y observación del patógeno. “La amenaza del virus todavía es real”, alertó Barbosa, quien elogió el trabajo de la OPS en cuanto a la articulación de la red regional de secuenciación de variantes a nivel regional, que aportó más de 580.000 secuencias del SARS-CoV-2 a la red mundial para monitorear la pandemia por COVID.

Personal de sanidad en Pekín está alerta ante nuevos casos de COVID ( REUTERS/Thomas Peter/File Photo)
Personal de sanidad en Pekín está alerta ante nuevos casos de COVID ( REUTERS/Thomas Peter/File Photo)

3-Cuidado del COVID y de otros patógenos

Los expertos infectólogos destacan que si bien hay que prestar atención a las posibles mutaciones que el SARS-CoV-2 pueda tener en el futuro, es necesario vigilar también nuevas amenazas a los humanos.

“Hoy se está viendo una circulación natural del coronavirus. Tenemos que pasar la hoja a otro capítulo, como la propagación del virus de la gripe aviar H5N1, que por ahora afecta a las aves, pero que no tengas ninguna duda va a terminar siendo un problema para los humanos si no nos cuidamos. La pandemia en sí ya la estamos viendo de atrás. Lo que tenemos que ver ahora es cómo proteger a los que tienen más riesgo”, explicó a Infobae el médico Ricardo Teijeiro especialista del servicio de Infectología del Hospital Pirovano de la Ciudad de Buenos Aires.

Los expertos afirman que es fundamental la vigilancia epidemiológica, pero también que la información genética sobre los patógenos pueda ser compartida de manera eficiente entre la comunidad científica. Respecto del SARS-CoV-2, China notificó los primeros casos de neumonía en Wuhan el 21 de diciembre de 2019; la secuencia genética del virus se publicó al día siguiente y el 11 de enero la secuencia genética completa. El primer lote clínico de la primera vacuna candidata, la de Moderna, estuvo listo el 7 de febrero.

Los cuidados frente al COVID y otras enfermedades respiratorias deberían continuar
Los cuidados frente al COVID y otras enfermedades respiratorias deberían continuar

4- Cuidados personales

Con la pandemia devino el aprendizaje y el refuerzo de lecciones aprendidas con anterioridad sobre los hábitos higiénicos saludables. Aprendimos a mantener distancia social, a saludarnos con los puños, a lavarnos frecuentemente las manos, a utilizar alcohol en gel luego de tocar distintas superficies sucias o dinero, a ventilar periódicamente los ambientes cerrados y fundamentalmente a utilizar tapabocas o barbijos para evitar contagiarnos o contagiar a otros.

Si bien ahora su uso no es obligatorio, cuando comenzó la pandemia, se requirió un esfuerzo global para garantizar que todos practicaran comportamientos para mantenerse saludables y seguros, y también para mantener saludables a los demás. Esto incluyó el uso generalizado de barbijos en interiores y exteriores, en trasporte público e inclusive, mientras uno caminaba por la calle. Los expertos afirman que muchas personas han aprendido más sobre los patógenos y virus respiratorios, y cómo se propagan de una persona a otra.

“De manera similar al modo en que hace décadas logramos combatir las enfermedades gastrointestinales, garantizando agua limpia como derecho humano, llegó la hora de garantizar aire limpio para minimizar la prevalencia y morbimortalidad, no sólo de covid-19 sino de todas las enfermedades respiratorias. Es clave monitorear la ventilación, utilizando sensores de CO 2, en ambientes públicos (hospitales, sanatorios, bancos, oficinas), comerciales (bares, restaurantes, shoppings), laborales y educativos. En aquellos ambientes donde fuera insuficiente, es importante colocar nuevas aberturas/extractores y utilizar purificadores donde esto no fuera posible o suficiente. Además, es importante que de manera continuada se realice la mayor cantidad de actividades posibles al aire libre, en especial cuando involucre la interacción de muchas personas”, destacaron los especialistas Quiroga, Fariña y Minoldo.

Muchos alumnos tuvieron acceso a la tecnología durante el confinamiento. Muchos otros no.  (EFE/ Enric Fontcuberta/Archivo)
Muchos alumnos tuvieron acceso a la tecnología durante el confinamiento. Muchos otros no. (EFE/ Enric Fontcuberta/Archivo)

5- Cambio de paradigma educativo

“Mientras el mundo avanzaba, nuestros sistemas educativos seguían ofreciendo variaciones de un modelo educativo del siglo pasado. Tras la pandemia, sin embargo, la escuela ha dejado de asociarse únicamente a un espacio físico donde sucede un aprendizaje de masas de manera sincrónica. Se ha generado un nuevo espacio en el que nos hemos abierto mentalmente a la posibilidad de que la educación puede pasar desde cualquier lugar, en diferentes tiempos (de forma asincrónica) y adaptándose a las necesidades y ritmos de cada estudiante”, asegura un documento del Banco Interamercano de Desarrollo (BID).

“Las formas de responder a la pandemia han sido extremadamente heterogéneas, tanto entre países como dentro de los mismos países, por lo que los estudiantes han tenido experiencias educativas muy diversas. Entre países, por ejemplo, hemos tenido respuestas como la de México, muy enfocada en tele-educación (TV); o la de Uruguay, con una combinación entre clases completamente online y presenciales. También hemos visto surgir muchas alianzas entre el sector público y privado. Compañías de telecomunicaciones e internet que han liberado planes de datos para programas y portales educativos en Barbados o Paraguay, Argentina (Educ.ar) o en Jamaica (MoEYI). Dentro del mismo país, hemos visto que factores como el nivel socioeconómico o las condiciones de aislamiento también han generado impactos muy heterogéneos en los niños, agrandando, en muchos casos, las brechas de aprendizaje ya existentes”, destacó el informe.

Pero no todos tienen esa visión positiva. En otro documento elaborado por la consultora internacional Mckinsey, afirma que aunque el cierre de las escuelas era claramente necesario, ha puesto “a una generación de niños en peligro”, ha destrozado la salud mental de muchas personas y ha trastornado los hogares de todo el mundo. El aprendizaje en línea demostró ser “un pobre sustituto” de las aulas; los niños aún no han recuperado el aprendizaje perdido. Los estudiantes de familias con menores ingresos están más atrasados que los demás.

Más producción y mejor distribución de vacunas a nivel mundial, piden los infectólogos
Más producción y mejor distribución de vacunas a nivel mundial, piden los infectólogos

6- Mayor equidad mundial

En un duro documento publicado por la revista especializada The Lancet, se afirmó que “la falta de un enfoque multilateral y coordinado por parte de los gobiernos para gestionar los derechos de propiedad intelectual, la transferencia de tecnología, la financiación internacional, la asignación de vacunas de las empresas farmacéuticas multinacionales y el apoyo a la producción de vacunas en los países de ingresos bajos y medianos para su uso en esos países, se ha producido en un gran costo en términos de acceso inequitativo a las vacunas”.

“El desarrollo científico-tecnológico alcanzado durante tres años de pandemia -está aceptado- ha sido pocas veces visto en la historia de la medicina. No obstante, una mayor distribución equitativa a nivel mundial de las vacunas debería ser un aprendizaje para el futuro”, explicó a Infobae el infectólogo Osvaldo Teglia, profesor adjunto a cargo de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Ciencias Biomédicas de la Universidad Austral.

Y agregó: “La transmisión acelerada del Covid-19 y la aparición de nuevas variantes de preocupación del virus en algunos países carenciados fueron dos hechos muy vinculados a bajas tasas de coberturas de vacunación. Con lo cual, no solo se generaron impactos directos negativos en las personas, familias y comunidades locales en esos lugares; sino además se crearon los reservorios necesarios para la transferencia posterior hacia poblaciones más amplias a nivel global. En un mundo cada vez más interconectado -que parece actuar claramente de manera negativa en el impulso de pandemias- una higiene mejorada de las personas y la equidad universal de acceso a los recursos médicos (especialmente de vacunas) indudablemente hubiera proporcionado beneficios para todos, y otorgado un fuerte muro de contención contra la crisis de salud pública que desató el Covid-19″.

La telemedicina llegó para quedarse, dicen los médicos ( REUTERS/Issei Kato/File Photo)
La telemedicina llegó para quedarse, dicen los médicos ( REUTERS/Issei Kato/File Photo)

7- Telemedicina como herramienta diaria

La telemedicina podría convertirse en la nueva normalidad a partir de su irrupción y estandarización a partir de las restricciones de circulación que impuso la pandemia en todo el mundo.

“Lo que sucedió: los médicos y los pacientes que han utilizado la telemedicina (tecnología que les permite brindar atención médica de forma remota) descubrieron que puede funcionar bien para ciertas citas, que van desde chequeos cardiológicos hasta terapia para una afección de salud mental. Muchos pacientes que necesitaban una prueba médica también han descubierto que es posible sustituirla por una versión casera. Lo que hemos aprendido: si bien todavía hay problemas por los que necesita ver a un médico en persona, la pandemia introdujo una nueva urgencia en lo que había sido un cambio gradual a plataformas como Zoom para visitas remotas de pacientes”, sostiene un documento firmado por expertos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos.

Los médicos también alentaron a los pacientes a realizar un seguimiento de su presión arterial en el hogar y a usar equipos propios para fines tales como el diagnóstico de la apnea del sueño e incluso las pruebas de cáncer de colon. Los médicos también pueden ayudar ajustar los implantes cocleares de forma remota.

“Siempre me gusta ver a mis pacientes al menos dos veces al año. Ahora, podemos vernos en persona una vez al año y, si surgen problemas, podemos programar una visita de telesalud en el medio”, explicó la doctora Sharon Stoll, de ese centro médico. “De esta manera, puedo enterarme de un problema antes de que se convierta en un problema, porque mis pacientes tienen un acceso más fácil a mí y yo tengo un acceso más fácil a ellos”.

Las empresas debieron adecuarse al nuevo reglamento de teletrabajo mundial.
Las empresas debieron adecuarse al nuevo reglamento de teletrabajo mundial.

8- Teletrabajo y una revolución laboral inédita

El hecho de quedarse en casa obligó a millones de personas a trabajar en forma remota. “El primer año de la pandemia demostró tres cosas: nuestra antigua definición de trabajadores esenciales era inadecuada; el número y el tipo de trabajadores que necesitamos ahora son profundamente diferentes; y la mayoría de los trabajadores del conocimiento pueden hacer el trabajo desde casa”, destaca el informe de la consultora internacional Mckinsey.

“En el segundo año de la pandemia, las personas de todo el espectro de ingresos interiorizaron esas lecciones. Millones renunciaron —especialmente mujeres—, y la gente que conservó sus empleos está cuestionando los viejos supuestos. Los empleados y los empleadores ven el mundo de forma diferente. Esa desconexión está teniendo muchos efectos. Por un lado, está agudizando una escasez de mano de obra que se venía gestando lentamente. También está haciendo que los propietarios y ocupantes de inmuebles se replanteen el papel de la oficina”, agregó.

La disponibilidad de vacunas contra COVID será clave para reforzar a las personas y que no haya nuevas cepas circulando (AP Foto/Mark J. Terrill, Archivo)
La disponibilidad de vacunas contra COVID será clave para reforzar a las personas y que no haya nuevas cepas circulando (AP Foto/Mark J. Terrill, Archivo)

9- Las alianzas aceleran la investigación y la producción

Durante la pandemia, hubo numerosos casos de alianzas que involucraron al sector público y al privado, a los estados y las industrias, las organizaciones científicas y la academia. Esto fue clave para impulsar la I+D y también la capacidad productiva necesaria para brindar respuesta a la alta demanda de tests diagnósticos y vacunas.

“Las alianzas público-privadas más exitosas se basaron en tres principios respecto de la inversión gubernamental: fue rápida, significativa y flexible. Pero también hubo múltiples asociaciones ejemplares en el sector privado para potenciar sus conocimientos y capacidades en la producción de medicamentos, vacunas y fármacos innovadores; y colaboraciones para garantizar la distribución de las vacunas para que llegaran a la población. El acceso a la información sobre los patógenos es el primer y crucial paso para poder dar con los testeos, tratamientos y vacunas necesarias”, destaca un trabajo de CAEME, que también critica la distribución desigual de la vacunas en el mundo.

“La alianza Covax fue una iniciativa muy importante, pero no pudo brindar la respuesta esperada a los países de bajos ingresos. Las razones de estas fallas se encontraron en que Covax no se financió de la manera requerida o se organizó lo suficientemente rápido para negociar a la par que los países más poderosos. Cuando, en 2020, comenzaron las rondas de financiamiento, los países de mayores recursos ya habían sellado acuerdos para garantizarse las primeras dosis de las vacunas”, sostuvo.

Y concluyó: “El acceso a las vacunas fue muy desigual. Una vez que la producción se estabilizó, los países de bajos recursos seguían con problemas causados por su limitada capacidad de vacunación. El Covid mostró cuán fragmentados y desfinanciados están los sistemas de salud en el mundo, que -en muchos casos- no pudieron enfrentar los desafíos de transportar y almacenar vacunas que requerían temperaturas más bajas que lo estándar. Y también se vio la falta de personal capacitado. Estos desafíos deben resolverse estructuralmente para poder enfrentar otra pandemia y para avanzar en el objetivo de la cobertura universal de salud, así como también debe mejorarse la logística para que la distribución mundial de estos suministros sea más eficiente”.

10- Mejores herramientas y coordinación mundial

El COVID-19 ha impulsado varios marcos de actuación y recomendaciones que se tendrían que llevar a cabo para fortalecer la preparación de los entornos locales a riesgos sistémicos. La OMS creó recomendaciones para autoridades locales a fin de fortalecer la preparación frente a la COVID-19. Naciones Unidas Hábitat ha creado un informe que recoge lecciones aprendidas de la respuesta local a la COVID-19 y propuestas para remodelar los entornos urbanos con el objetivo de reducir los impactos de futuras pandemias, reduciendo contagios, efectos económicos, sociales y ambientales adversos, y creando ciudades más sostenibles.

Y en un contexto más amplio de riesgos sistémicos, la OMS ha creado un marco con ocho áreas de trabajo para ciudades y entornos urbanos: gobernanza y recursos, coordinación multisectorial, alta densidad de población y movimiento, estrategias para involucrar a la comunidad local y comunicar riesgos, cómo centrarse en grupos vulnerables, acceso a evidencia científica e información contrastada, el comercio y la industria, y la organización y el acceso a servicios sanitarios o esenciales.

Finalmente, es importante destacar un nuevo curso de la OMS sobre manejo de emergencias sanitarias y desastres para ciudades resilientes, en el cual se presentan riesgos a los cuales las ciudades pueden enfrentarse y qué conocimientos y estrategias existen para poder manejarlos y conseguir ciudades resilientes desde el punto de vista de la salud.

Vacunar, vacunar y vacunar, es la solución para combatir al virus, aseguran los expertos (REUTERS/Athit Perawongmetha/Archivo)
Vacunar, vacunar y vacunar, es la solución para combatir al virus, aseguran los expertos (REUTERS/Athit Perawongmetha/Archivo)

“Que volvamos a experimentar estos problemas dependerá de las inversiones e instituciones que establezcamos ahora”, aseguran algunos expertos. Además de las vidas perdidas, la actual pandemia ha costado a la economía global unos $16 billones de dólares.

Las nuevas inversiones de 5 dólares por persona al año a nivel mundial para la vigilancia de la enfermedad, los sistemas de respuesta “siempre activos”, la prevención de la enfermedad, la preparación de los hospitales y la I+D pueden ayudar a la comunidad mundial a responder más eficazmente a la próxima gran amenaza de enfermedad infecciosa. La comunidad mundial, incluidos el G7 y el G20, ha comenzado a describir la posible arquitectura de un sistema futuro. Los países están dedicando nuevos recursos al tema. Será fundamental encontrar la forma de hacer un seguimiento de la preparación y de garantizar que los nuevos fondos se gasten bien. Está claro que el mundo entiende que debe estar más preparado para la próxima crisis.

La pandemia ha acelerado procesos de cambio irreversibles, impulsados, no sólo, pero si en buena medida, por las nuevas tecnologías. Del COVID salimos con cicatrices, pero con muchos aprendizajes de cosas acertadas para volver a hacer y errores para recordar y no repetir.

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