Ya se han reportado más de 757 millones de casos de personas con COVID desde fines de 2019 en el mundo. Se han notificado 6.850.594 muertes según la Organización Mundial de la Salud. Pero aclarar cuál fue el verdadero origen del virus que provocó la pandemia aún está pendiente.
La última novedad surgió de la Oficina de Inteligencia y Contrainteligencia del Departamento de Energía de Estados Unidos. Un informe de inteligencia recientemente actualizado consideró que el coronavirus procede con toda probabilidad de una fuga en un laboratorio de China. La Oficina es una de las 18 agencias gubernamentales que componen la comunidad de inteligencia, dependientes de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional. Esas agencias pueden realizar evaluaciones con una clasificación sobre cuánta veracidad tiene una información. Pueden señalar los niveles de confianza bajo, medio o alto.
Como los primeros casos de personas con COVID-19 se registraron en China, algunos sospechan que las investigaciones llevadas a cabo en el Instituto de Virología de Wuhan habrían promovido la propagación del coronavirus SARS-CoV-2.
En cambio, desde la perspectiva científica se ha planteado la hipótesis de que el origen del coronavirus fue un salto entre especies. En octubre pasado, expertos en virología de los Estados Unidos, Australia, Alemania, Tailandia, entre otros, publicaron un reporte en la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias de EE.UU. en el que dijeron que probablemente el coronavirus se propagó de forma natural en un salto zoonótico de un animal a los humanos, sin la ayuda de un laboratorio.
En general, una evaluación de confianza baja en los informes, como la emitida por el Departamento de Energía, significa que la información obtenida no es lo bastante fiable o está demasiado fragmentada para emitir un juicio analítico más definitivo, o que no se dispone de información suficiente para extraer una conclusión más sólida.
Las distintas agencias de inteligencia llevan años divididas sobre el tema del origen del coronavirus. En 2021, la comunidad de inteligencia desclasificó un informe que mostraba que cuatro agencias habían evaluado con baja confianza que el virus probablemente saltó de animales a humanos de forma natural en la naturaleza. Sin embargo, otra agencia también evaluó con confianza moderada que la pandemia fue el resultado de un accidente de laboratorio.
Según el asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, la comunidad de inteligencia sigue dividida, aunque aclaró que el Presidente de los Estados Unidos Joe Biden ha destinado recursos a llegar al fondo de la cuestión sobre el origen del virus. En diálogo con la cadena de tv CNN, Sullivan comentó que el Presidente había ordenado que se incluyera en la evaluación a los laboratorios nacionales, que forman parte del Departamento de Energía.
Tras publicar el reporte en la revista PNAS la coautora Danielle Anderson, viróloga de la Universidad de Melbourne, Australia, dijo: “Nuestro artículo reconoce que hay distintos orígenes posibles, pero las pruebas a favor de la zoonosis son abrumadoras.
El grupo de expertos había sido convocado originalmente como grupo de trabajo de la Comisión COVID-19 de la revista The Lancet para extraer lecciones de la pandemia. Pero fue disuelto por el economista de la Universidad de Columbia Jeffrey Sachs, presidente de la comisión, quien alegó que varios miembros tenían conflictos de intereses que les predisponían en contra de la hipótesis del origen de laboratorio.
Sachs y un colega había planteado en un artículo de opinión PNAS en mayo del año pasado la posibilidad de que se haya insertado a propósito una cadena concreta de aminoácidos en un coronavirus de murciélago.
Los investigadores siguieron realizando una revisión de las evidencias científicas y llegaron al reporte que publicaron. El nuevo análisis no convenció a Sachs ni a otros investigadores que sostienen que la comunidad científica ha descartado con demasiada ligereza la posibilidad de una fuga de laboratorio.
El análisis bibliográfico del grupo de trabajo fue una buena idea, afirmó Jesse Bloom, virólogo del Centro Oncológico Fred Hutchinson que ha presionado para que se investigue más la hipótesis de la fuga de laboratorio. Pero Bloom consideró que los defensores de la zoonosis no han aportado muchos datos nuevos. “Lo que hemos visto es sobre todo reanálisis y reinterpretación de las pruebas existentes”, sostuvo al ser consultado por la revista Science.
Desde la perspectiva de la Organización Mundial de la Salud el debate todavía no está saldado. El 15 de febrero pasado, la doctora Maria Van Kerkhove, responsable técnica para COVID en el Programa de Emergencias Sanitarias de la agencia sanitaria la investigación sobre el origen del virus sigue: “La OMS no ha abandonado el estudio de los orígenes de COVID-19. No lo hemos hecho. Y no lo haremos”, aclaró.
En enero de 2021, la OMS organizó un equipo internacional de expertos para investigar el origen del virus en Wuhan. En colaboración con investigadores chinos, el equipo llevó a cabo una revisión inicial. Después de realizar esa primera investigación, el equipo de expertos publicó un informe en marzo del mismo año, en el que se presentaban cuatro posibles escenarios sobre cómo el virus podría haber surgido. Según el informe, el más probable era que el virus se había propagado desde los murciélagos a los seres humanos, posiblemente a través de una especie intermediaria.
La funcionaria de OMS señaló que siguen “pidiendo más cooperación y colaboración con nuestros colegas de China para avanzar en los estudios pendientes que deben realizarse en ese país.
Son estudios que se recomendaron en el informe de la OMS de marzo de 2021, en el informe de la Grupo de Asesoramiento Científico sobre los Orígenes de los Nuevos Patógenos de junio de 2022, entre otros.
En la misma línea, el director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo que la OMS “va a seguir con el estudio de los orígenes para saber cómo empezó esta pandemia”. “Es muy importante y crucial. Tenemos que seguir presionando hasta que obtengamos la respuesta”, argumentó.
Seguir leyendo: