La captura, el comercio y el consumo de fauna silvestre favorece la transmisión de patógenos entre las especies en el planeta. En este momento, el virus de Marburgo, que saltó a partir de una especie de murciélago a los seres humanos, ha generado preocupación mundial. Causa una enfermedad que puede ser mortal hasta en el 88% de los casos. Es pariente del virus del ébola y ambos pertenecen a la familia de los filovirus, que han sido desatendidos, a pesar de la alta letalidad que causan cuando afectan a las personas.
El primer brote por el virus de Marburgo se detectó en Guinea Ecuatorial, ubicado al centro oeste de África. Días atrás, se reportaron 9 muertes y hay al menos 25 casos sospechosos de personas con síntomas como fiebre, fatiga, vómitos y diarrea con sangre, según informó la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Aún no se conoce cómo empezó el brote de Marburgo, pero se dispuso de un confinamiento de 900 personas en una de las provincias de Guinea Ecuatorial para reducir el riesgo de propagación del virus.
En Camerún, que es un país limítrofe con Guinea Ecuatorial, también se informó que había 2 casos sospechosos de la enfermedad por el virus de Marburgo (antes se la llamaba “fiebre hemorrágica de Marburgo”).
No hay hoy vacunas ni intervenciones probadas y específicas autorizadas para prevenir o tratar a las personas afectadas por el Marburgo. Esas circunstancias hicieron que la OMS hiciera un llamado a una reunión urgente con instituciones científicas y empresas para evaluar cuáles son las opciones de tratamiento en desarrollo y la necesidad de poner ensayos clínicos en marcha.
Solo una vacuna fue evaluada en fase I en voluntarios para prevención de la enfermedad por Marburgo. El estudio llevado a cabo por los Institutos Nacionales de Salud de los Estados Unidos fue publicado en la revista The Lancet. En enero se anunció que se harán más ensayos en Ghana, Kenia, Uganda y Estados Unidos.
Desde que se describió el virus en 1967, se han producido 16 brotes por el virus de Marburgo. En general, los brotes han sido pequeños y terminaron relativamente rápido gracias a las medidas como los confinamientos de las zonas donde residen los afectados.
Pero también hubo situaciones que no se controlaron rápidamente. Un brote de 1998-2000 en la República Democrática del Congo que estuvo relacionado con 154 casos y 128 muertes. En Angola, por otro brote, que se produjo entre 2004 y 2005, fallecieron 227 muertes.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de EE.UU han reconocido que están monitoreando con la OMS la evolución del nuevo brote en Guinea Ecuatorial y sus expertos consideraron que, por el momento, el riesgo de transmisión de la infección en personas que no viven en Guinea Ecuatorial es “bajo”.
Desde los Estados Unidos, el doctor Gustavo Palacios, investigador argentino y profesor de la prestigiosa Escuela Icahn de Medicina en Monte Sinaí, en Nueva York y miembro de la Academia Estadounidense de Microbiología, contó a Infobae qué se sabe sobre el virus de Marburgo y cuáles son las preguntas pendientes.
Palacios es uno de los científicos que venía advirtiendo en 2016 que los filovirus como el de Marburgo merecían más atención por el riesgo que implican para la salud pública global. Pueden saltar desde su huésped animal hacia los seres humanos y presentan alta letalidad cuando lo hacen. Los expertos habían compartido en ese momento su análisis en la revista en Microbiology Reviews, publicada por Oxford Academic.
“Está bastante bien establecido que el virus de Marburgo puede saltar directamente desde una especie de murciélagos”, contó Palacios en diálogo con Infobae. Se lo conoce como murciélago egipcio de la fruta (Rousettus aegyptiacus). Es de color café oscuro y habita principalmente en África y algunas zonas de Asia.
“Aunque no se puede descartar la existencia de animales intermediarios, hay evidencia de que personas con la enfermedad por el virus de Marburgo fueron infectadas directamente al estar en cuevas o en áreas donde habitan los murciélagos egipcios de la fruta. Es decir, esa especie de murciélago es la hospedadora natural del virus”, explicó.
Lo llamativo (desde el punto de vista biológico) es que los murciélagos son infectados por el virus de Marburgo, pero no se enferman. Hoy esa cuestión se ha vuelto un área de investigación muy importante.
“Existen diferencias importantes en el sistema inmunológico de murciélagos en general, y el de los murciélagos egipcio de la fruta en particular, con el de los primates”, señaló Palacios.
En colaboración con la Rama de Patógenos Especiales Virales de los CDC, el equipo de Palacios ha investigado durante años esas diferencias para entender cómo la enfermedad es altamente letal en los seres humanos, pero casi totalmente asintomática en los murciélagos.
El virus de Marburgo genera una infección sistémica en esos animales. Pero las colonias de murciélagos mantienen la circulación de esos virus con baja prevalencia y sin morbilidad.
El virus del Ébola (que fue descripto en 1976) y el de Marburgo tienen varias semejanzas. Tienen una forma similar cuando se los estudia frente al microscopio electrónico. Ambos producen una enfermedad hemorrágica bastante parecida y tienen muchas proteínas que disminuyen el funcionamiento efectivo del sistema inmune de los primates infectados.
“Hasta ahora solo en el caso del virus de Marburgo conocemos al hospedador con certeza. Aunque hay muchas relaciones y hallazgos que nos indican que los murciélagos también son huéspedes del virus del Ébola. Todavía no ha sido probado sin lugar a duda”, resaltó.
En los últimos años, se ha incrementado la cantidad de personas que afectan y el número de brotes que involucran filovirus, tanto por el virus de Marburgo, el de ébola y otros miembros de la familia. “Es con certeza un signo de que hay más contactos entre el reservorio animal, y la población humana”, dijo.
Por el momento, los casos de personas que se infectan los virus y no tienen síntomas son pocos. “La manera de estudiar y controlar estos brotes siempre fue utilizando técnicas de rastreo de contactos estrechos. Los brotes de Ébola y Marburgo siempre fueron controlados muy bien con estas técnicas. Se considera que eso ocurrió porque las infecciones asintomáticas son limitadas en comparación con otros virus emergentes”, señaló.
Así como el virus de Marburgo es un gran desconocido para gran parte de la humanidad, también hay preguntas por responder. “Debemos entender mucho más la inmunología del huésped natural de estos virus, es decir, de los murciélagos, para poder reducir la cantidad de contactos con los seres humanos. Por ejemplo, si supiéramos con más precisión cuándo las colonias de murciélagos reactivan la circulación del virus, se podría reducir el acceso a los lugares donde viven. Está claro que la frecuencia de esos eventos solo crecerá con el aumento y la invasión de los humanos en los hábitats naturales de estos animales, salvo que podamos entender cuáles son las condiciones en las que se produce más fácilmente esta transmisión”, afirmó.
Otra pregunta por responder es saber cuánto tiempo puede persistir el virus de Marburgo en el organismo humano. “En el caso del virus del Ébola, después de los últimos brotes hemos concluido que su origen no era por una transmisión desde animales a las personas. Fue a partir de la infección persistente en sobrevivientes de los grandes brotes de Ébola en África Occidental en 2014 y en República Democrática del Congo en 2018 y 2019″, subrayó.
En cambio, por lo que se sabe hasta el momento, los brotes de Marburgo han tenido origen en el contacto entre humanos y murciélagos. Pero nada indica que el virus no pueda persistir en los sobrevivientes humanos. “Sabemos que el virus de Marburgo produce infección persistente en modelos animales de primates. Debemos entender entonces si la diferencia se debe solo a número de casos o si también hay algo distinto en su biología”, comentó.
Mientras se espera que se pueda controlar pronto el brote en Guinea Ecuatorial, los saltos de patógenos entre las especies están también en la mira de varias organizaciones ambientalistas para se consideren en un acuerdo mundial para la prevención de pandemias que está impulsando la OMS. El COVID-19 es causado por una especie de coronavirus, que también habría tenido a especies de murciélagos como hospedadores, aunque aún la cuestión no está cerrada.
Desde las organizaciones ambientalistas, que participaron días atrás en una consulta sobre el “borrador cero” del documento para hacer el acuerdo mundial, se recomendó poner más énfasis en los saltos entre especies. La Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre insistió en que el acuerdo debería comprometer a los gobiernos a “identificar y priorizar acciones para prevenir la propagación de patógenos en primer lugar”. Sugirió que deberían dar prioridad a una normativa más estricta sobre “los mercados y las cadenas comerciales y el comercio nacional e internacional de especies silvestres”.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) también hizo un llamamiento para que “la lista de factores de riesgo de aparición de patógenos se amplíe para incluir no sólo la deforestación, sino también la pérdida, fragmentación y degradación de los ecosistemas”, según informó Health Policy Watch.
Las negociaciones sobre el borrador del acuerdo sobre pandemia entre los Estados miembros de la OMS seguirán durante una reunión que se hará desde el 27 de febrero al 3 de marzo.
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