Sí, la lepra es una infección ancestral que ya estaba descrita en personas que vivían durante la Antigüedad. Pero aún sigue habiendo personas que son afectadas por esa enfermedad infecciosa. Hoy es el Día Mundial de la Lepra, dedicado a recordar la lucha de Mahatma Gandhi, quien ayudó a concientizar sobre la patología y ayudó a muchos.
En América Latina, entre 2011 y 2020 se reportaron 301.312 casos de personas diagnosticadas con lepra. El dato surge a partir de un estudio transversal que fue publicado en la Revista Panamericana de Salud Pública. Fue realizado por Miguel Ángel Cáceres-Durán, investigador del Laboratório de Genética Humana e Médica, de la Universidade Federal do Pará, en Brasil.
Se evaluaron los ocho países con más casos de lepra en América Latina: Argentina, Brasil, Colombia, Cuba, Paraguay, México, República Dominicana y Venezuela.
Del total de casos, Brasil representa el 94%. Es el único país de la región con una prevalencia mayor a 1 caso por 10.000 habitantes. Al comparar la variación anual de la prevalencia durante el período 2011-2020, se observó que la tendencia, en todos los países estudiados, fue una disminución entre 22,79 y 57,10%.
Los motivos que hacen que la lepra siga transmitiéndose y afectando a las personas podrían ser controlables hoy. Porque se trata de una enfermedad que tiene tratamiento gratuito y se puede curar si se diagnostica precozmente. No requiere internación: el paciente ya no se recluye.
Sin embargo, hay determinantes sociales de la salud que persisten en América Latina y llevan a que siga habiendo casos de lepra. “Aún hay una presencia marcada de la enfermedad” en la región, señaló el investigador Cáceres-Durán, en la revista publicada por la Organización Panamericana de la Salud.
Como las personas desconocen los síntomas o por temor a ser discriminados, tardan en ir a la consulta médica. A eso se suma que no siempre los profesionales de la salud están atentos a la sospecha de lepra. Aún se producen diagnósticos tardíos, y eso hace que haya una proporción relativamente alta de nuevos casos de discapacidad grado 2″.
También en América Latina, según el investigador, hay débiles programas de búsqueda activa de nuevos casos y seguimiento de contactos estrechos, falta de concientización, estigma asociado con la enfermedad, falta de profesionales especialistas y políticas públicas específicas.
Una estrategia que recomendó el investigador es que se deben impulsar programas de detección de casos en contactos domésticos y escolares, especialmente en niños menores de 15 años y en áreas endémicas.
También se debería alentar la vacunación con BCG porque la inmunización se asocia con la potenciación de la respuesta inmune del individuo con lepra y ayuda a evitar la progresión.
La lepra es el resultado de la infección por Mycobacterium leprae o Mycobacterium lepromatosis, y afecta principalmente la piel y los nervios periféricos. Otros órganos, como los ojos, las membranas mucosas del tracto respiratorio superior, los huesos y los testículos, también pueden verse afectados.
A lo largo de la historia, los pacientes con lepra eran aislados y a menudo se prohibía su convivencia con la sociedad. Porque se considerada una infección altamente contagiosa. Pero hoy se sabe que la lepra no es tan fácil de transmitir.
Los bacilos se transmiten principalmente de persona a persona a través de secreciones nasales. Si la persona accede al tratamiento deja de transmitir la enfermedad. En cambio, si la persona no recibe los medicamentos, la enfermedad puede avanzar y generar discapacidad.
A nivel mundial, se estableció una Estrategia Mundial contra la Lepra que llega hasta el año 2030. Entre otros objetivos, se busca llegar a un total de 120 países con ningún caso autóctono; reducir el número de nuevos casos a 63.000 y bajar la tasa de nuevos casos de discapacidad de grado 2 a 0,12 por millón de habitantes.
En la Argentina, una limitación es que hoy no todos los profesionales de la salud tienen en cuenta que puede haber personas con lepra en la actualidad. Recientemente, la Sociedad Argentina de Dermatología realizó 2 encuestas para indagar en el problema.
La primera encuesta se realizó en los centros de atención primaria de la ciudad de Buenos Aires y la segunda encuesta dirigida a los asistentes al Curso Nacional de Actualización en lepra para el personal de salud.
Esos relevamientos mostraron que ambas poblaciones encuestadas tenían un conocimiento correcto de la enfermedad. Sin embargo, entre el 60 y el 90% de los participante nunca había sospechado de lepra independientemente de los años de experiencia laboral.
“A través de la encuesta, encontramos que los profesionales de la salud que trabajan en atención primaria sí saben sobre la existencia de la lepra. Sin embargo, no tienen en cuenta los síntomas de esa enfermedad a la hora de hacer los diagnósticos. Es importante que se conozcan los síntomas y que se haga el diagnóstico temprano para que los pacientes accedan rápidamente al tratamiento que cura la enfermedad y es de acceso gratuito”, dijo a Infobae Julieta Fischer, coordinadora del comité organizador de la campaña de lepra por la Sociedad Argentina de Dermatología y médica dermatóloga del Hospital Muñiz de ciudad de Buenos Aires.
Tanto el sistema de salud como el resto de la sociedad aún tiene pendiente el cambio de mirada sobre la lepra, porque hay estado cargada de mitos y prejuicios. Durante siglos los pacientes con lepra han sido estigmatizados y discriminados en la sociedad.
“Se necesita reparar el daño social sobre las personas con lepra. Es una enfermedad más y tiene tratamiento y cura. Por lo cual el acceso al diagnóstico y al tratamiento es parte de ese proceso de reparación. Si no se diagnostica a tiempo, la lepra puede avanzar hacia la discapacidad”, agregó Fischer.
Días atrás, Yohei Sasakawa, Embajador de Buena Voluntad de la OMS para la Eliminación de la Lepra, también hizo un llamado de atención: “En diversas partes del mundo, las personas que contraen la lepra pueden verse aisladas de la sociedad, la familia y los amigos, mientras que en algunos países persisten leyes anticuadas que les niegan el uso de instalaciones públicas o hacen de la lepra motivo de divorcio o despido”.
La discriminación puede tener un efecto devastador y llevar al autoestigma. “He conocido a personas afectadas por la lepra que se preguntan si tienen derechos humanos. Esto es inaceptable y se deriva de la falta de comprensión de la sociedad. Creo que si cada uno de nosotros se toma la molestia de aprender los hechos sobre la lepra y compartir nuestros conocimientos, podemos ayudar a crear un mundo libre de problemas asociados a la enfermedad”, expresó Sasakawa.
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