La muerte de la princesa Diana en 1997 causó una conmoción mundial y fue especial para el Reino Unido, a la vez que dejó un daño imborrable del que aún se habla públicamente en sus dos hijos, William y Harry, de 15 y 12 años al momento del accidente. El menor de los hermanos y su esposa, Meghan Markle han hablado extensamente de sus luchas psicológicas, que en el caso del primero están tanto vinculadas a la pérdida de su madre como el alejamiento traumático de la casa real de los Windsor.
En un documental sobre salud mental que filmó con Oprah Winfrey en 2021, Harry incluyó un video de sí mismo sometido a la llamada terapia de reprocesamiento y desensibilización por movimiento ocular (EMDR, por sus siglas en inglés), que ayuda a las personas con trastorno de estrés postraumático a lidiar con los recuerdos posteriores. Por su parte, Markle ha reconocido públicamente que sufrió depresión y pensamientos suicidas.
En sus memorias, que Harry desgranó en el recientemente publicado libro Spare, incluyó detalles crudos y a veces impactantes sobre sus batallas contra la enfermedad mental. En el centro de muchas de estas experiencias está su dolor y trauma por la muerte de su madre. Harry aseguró en ese libro que probó distintas formas para controlar su dolor, tanto tradicionales como no convencionales luego de que un terapeuta lo diagnosticara con estrés postraumático (PTSD, por sus siglas en inglés). Reconoció que usó psicodélicos y le fueron útiles. “No me permitieron simplemente escapar de la realidad por un tiempo, me permitieron redefinir la realidad”, escribió. Pero en una entrevista con el programa televisivo 60 Minutos, dijo que “nunca recomendaría a las personas que hicieran esto de manera recreativa”, pero consideró que en el entorno adecuado, las drogas funcionaron “como una medicina” para ayudar a procesar su dolor y trauma.
En los últimos años se han desarrollado investigaciones sobre las terapias psicodélicas y muchos expertos se han manifestado entusiasmados. Las drogas probadas alteran la mente y pueden ser útiles para tratar la depresión y otros trastornos de salud mental. En la mayoría de los casos se trata de investigaciones acotadas y en muchos países el uso de estas terapias está prohibido y se realizan sesiones clandestinas. Aún existe poca evidencia sobre si la psilocibina, el ingrediente psicoactivo de los hongos alucinógenos, y la ayahuasca podrían ser útiles para procesar el duelo y trauma específicamente.
“¿Pueden los psicodélicos ayudar con la experiencia del duelo? Probablemente diría que sí”, dijo el doctor Joshua Woolley, director del Programa de Investigación Psicodélica Traslacional de la Universidad de California en San Francisco a The New York Times. En cambio, otros expertos son menos optimistas sobre la idea de usarlos para el trauma. “Verdaderamente falta evidencia real”, dijo la doctora Shaili Jain, especialista en PTSD de la Universidad de Stanford y autora de The Unspeakable Mind (La mente indecible). “Es muy temprano y todavía no conocemos los efectos secundarios a largo plazo. Aún no estamos allí”.
Una de las condiciones psicológicas que podrían tratar los fármacos psicodélicos es el duelo prolongado. En sí mismo el duelo es un proceso por el que atraviesa toda persona que ha perdido un ser querido y no se trata de una enfermedad mental, sino de una experiencia humana que forma parte de la vida. Harry describió en su libro los sentimientos que atravesó tras la muerte de su madre y que son comunes a quienes deben tolerar ese tipo de acontecimientos. Tristeza, ira, incredulidad de que la persona esté muerta, son respuestas típicas al profundo dolor de la muerte y pueden durar meses o años. Sin embargo, si el duelo no ha mejorado en absoluto después de un año y está afectando la capacidad funcional de la persona, podría estar justificado un diagnóstico de duelo prolongado, a veces llamado duelo extremo.
“Lo que vemos con el duelo prolongado es que el duelo se vuelve muy arraigado, que las cosas se ven igual para esta persona hoy que el día después” de la muerte, explicó Mary-Frances O’Connor, profesora asociada de psicología en la Universidad. de Arizona y autora de The Grieving Brain (El cerebro afligido). “Para una persona que se está adaptando más típicamente, un año después de una pérdida seguirá sintiendo tristeza. Todavía van a extrañar a la persona que se fue. Pero puedes ver esta trayectoria de cambio donde han comenzado a restaurar una vida que les parece significativa”.
Las personas con duelo prolongado pueden sentir que la vida ha perdido sentido o que una parte de ellos también ha muerto. Pueden sentir un dolor emocional intenso o un entumecimiento psicológico completo. Harry no dice en su libro si alguna vez le diagnosticaron duelo prolongado, pero describió algunas de estas emociones, y los síntomas del trastorno de estrés postraumático y el duelo prolongado a menudo se superponen. Según un estudio de expertos de la Universidad de Nueva York realizado en 2021 alrededor del 10% de las personas que están de luto por un ser querido desarrollarán un duelo prolongado, y el riesgo es mayor si la muerte ocurrió de manera repentina o traumática.
El tratamiento para el duelo prolongado a menudo implica terapia cognitiva conductual para ayudar a las personas a comenzar a seguir adelante y a continuar con sus actividades mientras transcurren el duelo. “No se trata de quitar el duelo”, dijo O’Connor, sino de “aprender a vivir con el hecho de que eres una persona que ahora tiene oleadas de dolor”.
El uso de psicodélicos
Según publicó NYT, los científicos creen que los psicodélicos funcionan de dos maneras: a través de sus efectos químicos en el cerebro y de las experiencias subjetivas que tiene una persona mientras toma las drogas. Para muchas personas, los psicodélicos actúan como “una psicoterapia muy intensa y rápida”, explicó el doctor Woolley.
Los psicodélicos “tienen este potencial para inducir estos estados transpersonales de conciencia en los que las personas pueden sentir que están conectadas” con el pariente o amigo fallecido, agregó Greg Fonzo, codirector del Centro de Investigación y Terapia Psicodélicas de la Facultad de Medicina de Dell, Universidad de Tejas en Austin. “Eso podría permitir que las personas superen parte del estancamiento que ocurre cuando están en esta fase de duelo“.
De acuerdo con lo que se conoce hasta ahora, los psicodélicos inducen un “estado plástico” en el cerebro y ayudaría a formar nuevas conexiones entre las células que sería el proceso responsable del reprocesamiento que vive la persona cuando usan esas drogas en un entorno terapéutico.
Los estudios publicados
Si bien existen pocos estudios sobre el uso de drogas psicodélicas en personas que sufren duelo prolongado, un ensayo publicado en The Lancet en 2020 por expertos de la Universidad de California San Francisco analizó si la psilocibina, combinada con la terapia de grupo, podría ayudar a los sobrevivientes de SIDA a largo plazo a procesar su depresión y la culpa del sobreviviente en torno a su diagnóstico, así como la pérdida de amigos y familiares por esa enfermedad.
Ese estudio incluyó solo a 18 hombres, evaluó los niveles de desmoralización de los participantes, un término terapéutico para una sensación existencial de desesperanza y pérdida de sentido en la vida. La mayoría de los participantes había experimentado un profundo dolor y trauma a causa de la epidemia del SIDA, ya que habían perdido en promedio 17 seres queridos a causa de la enfermedad. Después de una sesión de terapia psicodélica, casi el 90% de los participantes del estudio experimentaron una reducción en la desmoralización y muchos vieron una disminución en los síntomas de TEPT y duelo complicado.
En un artículo de seguimiento publicado al año siguiente en SAGE Journal se describió las experiencias subjetivas de los participantes con la psilocibina. Según los autores dijeron que actuó como un “catalizador para reconstruir sus identidades desde un rígido centrado en sus traumas pasados hasta narrativas de vida más flexibles y orientadas al crecimiento”. “Las personas de nuestro estudio a menudo hablaban de sentirse estancadas y separadas de las personas que las rodeaban y de no poder avanzar”, dijo el doctor Woolley. La psilocibina “pareció ayudarlos a avanzar, a despegarse y comenzar a involucrarse más en la vida”.
Expertos españoles publicaron en 2020 en NIH una investigación realizada con 39 personas adultas que estaban atravesando un duelo y participaron de ceremonias con ayahuasca en un centro de Perú. Estas personas dijeron que sintieron una disminución en la gravedad de su dolor y que esos beneficios duraron al menos un año. Los investigadores escribieron que las personas que usaban ayahuasca para procesar su duelo “describieron confrontaciones emocionales con la realidad de la muerte, la revisión de recuerdos biográficos y un reencuentro con el difunto”.
Si bien estos resultados son prometedores, ambos estudios fueron pequeños y ninguno incluyó un grupo de control para comparar los efectos de los psicodélicos con un placebo u otro medicamento. La mayoría de los participantes en el estudio de ayahuasca también informaron que esperaban beneficiarse de la experiencia, lo que puede haber tenido un impacto en los resultados.
Un estudio del Departamento de Ciencias del Cerebro, de la Facultad de Medicina del Imperial College London comparó la eficacia de medicamentos antidepresivos con la psilocibina y dijo que esta última puede ser útil en el tratamiento de la depresión en comparación con el antidepresivo estándar. De manera similar, se ha demostrado que la MDMA, popularmente conocido como éxtasis, que a veces se clasifica como psicodélica, es eficaz para tratar el TEPT. Algunos investigadores piensan que debido a que el duelo prolongado tiene muchas similitudes con la depresión y el PTSD, los psicodélicos también podrían ser útiles para tratarlo.
El doctor O’Connor dijo a NYT que dada la forma en que los científicos creen que los psicodélicos funcionan en el cerebro para tratar la depresión, es concebible que las drogas también puedan ser útiles para las personas con duelo prolongado. Sin embargo, advirtió contra el uso de medicamentos para hacer frente a un duelo que no había sido diagnosticado como prolongado o complicado. “Yo no diría que es apropiado intervenir con algo que altera la mente, tan dramático, como la terapia psicodélica si una persona, de hecho, se está curando de la manera que esperaríamos que lo haga”, señaló. “Es decir, me preocuparía que pudieras hacer más daño que bien y que simplemente no sea necesario”.
El resto de los expertos consultados por el mismo medio de prensa también enfatizaron que no es lo mismo experimentar con las drogas de forma recreativa que usarlas en un ambiente terapéutico controlado.
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