La mayoría de las personas que adquieren la infección por el coronavirus se sienten mejor a los pocos días o semanas de los primeros síntomas y se recuperan totalmente en 12 semanas. Pero algunas personas pueden padecer diferentes secuelas por meses y hasta más de un año, un síndrome que se conoce como COVID Prolongado
Un estudio dirigido por investigadores de Weill Cornell Medicine de los Estados Unidos identificó que hay cuatro subtipos principales definidos por diferentes grupos de síntomas del COVID Prolongado o de larga duración.
El estudio fue publicado en la revista Nature Medicine, y ha sido el mayor de su clase en examinar el COVID Prolongado.
El grupo de investigadores, que incluye a médicos clínicos e informáticos, utilizaron un algoritmo de “machine learning” (aprendizaje automático) para detectar patrones de síntomas en las historias clínicas de casi 35.000 pacientes estadounidenses que dieron positivo tras los testeos y luego desarrollaron síntomas persistentes del COVID de larga duración.
La investigación fue financiada por la iniciativa Researching COVID to Enhance Recovery (RECOVER) de los Institutos Nacionales de la Salud. Forma parte de una subvención de 9,8 millones de dólares de un año de duración centrada en estudios de cohortes de historias clínicas.
La investigadora principal fue la doctora Rainu Kaushal, decana asociada de investigación clínica y presidente del Departamento de Ciencias de la Salud de la Población de Weill Cornell Medicine.
“El objetivo del estudio RECOVER es dilucidar rápidamente lo que ocurre en el COVID prolongado”, afirmó Kaushal, coautora principal del estudio. “Observar cómo se agrupan los casos puede influir profundamente en el pronóstico y la atención de los pacientes”, agregó.
De los cuatro patrones principales detectados, uno presentaba problemas cardíacos y renales, e incluía una proporción relativamente alta de pacientes infectados en los primeros meses de la pandemia en los Estados Unidos.
Otro patrón incluía problemas respiratorios, ansiedad, trastornos del sueño y otros síntomas como cefalea y dolor torácico; casi dos tercios de los pacientes con este patrón eran mujeres.
“Estos resultados deberían servir de base para las investigaciones en curso sobre los posibles mecanismos del COVID prolongado y los posibles tratamientos”, comentó el doctor Fei Wang, profesor asociado de Ciencias de la Salud de la Población, que dirigió el estudio.
A veces, las infecciones virales dejan en los pacientes una serie de síntomas persistentes, a menudo inespecíficos. Se calcula que el número de estadounidenses que han padecido COVID prolongado asciende al 40% de la población adulta.
“Comprender la epidemiología del COVID prolongado permite a los médicos ayudar a los pacientes a entender sus síntomas y pronósticos y facilita el tratamiento multiespecialidad de los pacientes”, señaló Kaushal. “Las historias clínicas electrónicas ofrecen una ventana a esta afección, permitiéndonos caracterizar mejor los síntomas del COVID prolongado”.
Las historias clínicas analizadas para el estudio procedían de dos grandes conjuntos de datos reunidos por la Red Nacional de Investigación Clínica Centrada en el Paciente (PCORnet), que comprende ocho consorcios de instituciones sanitarias de todo el país.
Uno de los conjuntos de datos, de la red de investigación clínica INSIGHT -que dirige Kaushal-, incluía datos de pacientes de Nueva York, mientras que el otro procedía de la red OneFlorida+, que incluye a pacientes de Florida, Georgia y Alabama.
En total, el análisis abarcó las historias clínicas de 34.605 pacientes diferentes desde marzo de 2020 hasta noviembre de 2021 (hasta la primera ola de la variante Ómicron, pero sin incluirla).
Analizando inicialmente el conjunto de datos de pacientes de Nueva York, el algoritmo de aprendizaje automático detectó cuatro patrones principales de síntomas. El primero, que representaba alrededor del 34% de los pacientes, estaba dominado por síntomas relacionados con el corazón, los riñones y la circulación.
Los pacientes de este grupo, en comparación con los de otros grupos, tenían una edad media superior (mediana de 65 años), más probabilidades de ser varones (49%), una tasa relativamente alta de hospitalización por COVID (61%) y un número relativamente mayor de enfermedades preexistentes.
Este grupo también tenía la proporción más alta (37%) de pacientes que enfermaron por el coronavirus SARS-CoV-2 durante la primera gran ola que ocurrió desde marzo a junio de 2020.
El segundo patrón sintomático, comparable en frecuencia (33% de los pacientes) al primero, estaba dominado por problemas respiratorios y del sueño, ansiedad, cefalea y dolores torácicos. Los pacientes con este patrón eran en su mayoría mujeres (63%), con una mediana de edad de 51 años y una tasa mucho menor (31%) de hospitalización por el COVID.
Casi dos tercios de los pacientes de este grupo dieron positivo en la prueba del SRAS-CoV-2 durante olas posteriores, de noviembre de 2020 a noviembre de 2021. Las afecciones preexistentes en este grupo se centraron en problemas respiratorios como el trastorno pulmonar obstructivo crónico y el asma.
Los otros dos patrones de síntomas estaban dominados, respectivamente, por síntomas musculoesqueléticos y del sistema nervioso, incluida la artritis (23% de los pacientes), y por una combinación de síntomas digestivos y respiratorios (10%).
Sólo en el primer patrón sintomático la proporción de sexos era aproximadamente de 1 a 1; en los otros tres, las mujeres constituían una mayoría significativa (más del 60%).
“Esta diferencia de sexo en el riesgo de padecer el COVID Prolongado concuerda con investigaciones anteriores, pero hasta ahora muy pocos estudios habían intentado descubrir los mecanismos subyacentes”, subrayó Wang. Para validar sus hallazgos, los investigadores aplicaron su algoritmo al conjunto de datos que abarcaba a los pacientes de los tres estados del sur, y hallaron resultados muy similares.
El análisis también respaldó la validez general del COVID Prolongado al demostrar que, en el caso de los pacientes que dieron negativo en la prueba del SRAS-CoV-2, los síntomas que aparecían en el mismo intervalo de tiempo de 30 a 180 días después de la prueba no presentaban patrones tan claros.
En la actualidad, los investigadores siguen investigando varias líneas, como la definición de patrones sintomáticos de COVID prolongado para que puedan identificarse fácilmente a partir de historias clínicas electrónicas, y la identificación de factores de riesgo de diferentes patrones sintomáticos. También buscan identificar tratamientos existentes que puedan reutilizarse para ayudar a los pacientes con el COVID prolongado.
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