Bronquiolitis, gripe y COVID-19 eran los virus respiratorios esperados en el invierno del hemisferio norte. Una tripledemia incluida en el vademecum de problemas de las autoridades sanitarias de la Unión Europea. Sin embargo, los epidemiólogos ahora se ven sorprendidos por la magnitud de los contagios que empiezan a evidenciarse en China y que, inevitablemente, harán que las actuales previsiones queden fuera de órbita.
Como resultado del abandono de la política de “COVID Cero” y el ocultamiento de datos reales por parte del régimen de Beijing, sin duda, los chinos que salen de ese país provocarán un inesperado cambio en el curso actual de la pandemia. No obstante, nadie puede acertar su trayectoria.
Con el levantamiento de las restricciones, en un país que cuenta con casi la quinta parte de la población mundial, “al menos 250 millones de personas se han contagiado en China”, aseguraba a la cadena francesa BFMTV, Christian Bréchot, virólogo y presidente de Global Virus. Network.
De esta manera, en Europa, como en el resto del mundo, las estimaciones epidémicas señalan que con infecciones desbordadas, sin comunicarse datos oficiales, se puede ensayar la astronómica cifra de 37 millones de infecciones diarias. Este panorama, al menos para la comunidad científica, requiere la implementación coordinada e inmediata de medidas sanitarias que eviten un efecto dominó descontrolado.
Por ahora, de manera aislada, Italia, Japón, India, Malasia y Taiwán dispusieron controles fronterizos estrictos para los viajeros que arriben desde China. La decisión se tomó a tan solo 24 horas de que Beijing avisara el levantamiento de las cuarentenas a la llegada, el cual comenzará a regir a partir del 8 de enero.
Además, Japón, Estados Unidos e Italia restablecieron las pruebas obligatorias, intentando rastrear posibles nuevas variantes. Los científicos no sólo están alarmados por el número de infecciones, sino por la falta de secuenciación genómica del virus en China. Un escenario para generar un tsunami de contagios con mutaciones desconocidas.
Como si todo pudiera volver a foja cero, Italia revive una especie de “déjà-vu”. El 26 de diciembre pasado, 120 viajeros provenientes de Beijing, que aterrizaron en Milán, se sometieron a testeos anti-covid facilitados por la región de Lombardía, los cuales arrojaron que más de la mitad de los pasajeros tenían resultados positivos.
Lombardía, casi el mundo lo recuerda, fue el epicentro de contagios en Europa. Aquellas imágenes de los primeros desbordes sanitarios, reviven ahora, cuando se pensaban que quedaron selladas en el pasado. Durante febrero de 2020, esos primeros contagios disparaban las alarmas que llegarían a todo el continente. Con cierto pánico frente a un posible regreso, el aeropuerto de Milán-Malpensa impuso de inmediato las pruebas para todos los viajeros procedentes de China. Inmediatamente esta regla se extendió para todos los arribos desde China a Italia.
Públicamente los portavoces europeos se manifiestan atentos, pero en calma. “No se ha decidido ninguna restricción a los viajes a la Unión Europea”, señalan las autoridades comunitarias desde Bruselas. La subvariante Omicron BF.7 es predominante en Europa y es la que está infectando en China. “Por supuesto, estamos monitoreando la situación y nos mantenemos alerta. Los Estados miembros, cuando detectan el deterioro de la situación epidemiológica en un tercer país y la aparición de nuevas variantes, tienen la posibilidad de accionar el ‘freno de emergencia’”, que les permite imponer rápidamente restricciones, pero le “corresponde a los Estados decidir imponer sus propias medidas”, recuerda un diplomático europeo, según resalta el diario francés Le Monde.
En Francia se habla particularmente de la variante BF.7 como responsable y principal causa de la ola de contagios en China. Sin embargo, este descendiente de la subvariante BA.5 de Ómicron, que se ha convertido en predominante en Beijing desde diciembre, no es nuevo y fue detectado el 13 de mayo en Bélgica.
Lo que inquieta de BF.7 es su virulencia y contagiosidad. Antoine Flahaut, epidemiólogo francés, profesor de salud pública en la Universidad de Ginebra y director del Instituto de Salud Global de la Facultad de Medicina de la Universidad de Ginebra, explicó a través de su cuenta de la red Twitter que “BF.7 tendría una tasa de reproducción R0 de 10 a 18,6. Esto significa que una persona infectada transmitirá el virus, de media, a entre 10 y 18,6 personas más, frente a los 5,08 de media de Ómicron”. " Escaparía a la inmunidad adquirida por la vacuna, en cuanto a transmisión y formas leves”, agregó el experto.
El escenario hizo que las voces políticas también se pronuncien. En Francia, el presidente Emmanuel Macron “pidió medidas apropiadas de protección” y aseguró que el gobierno “sigue muy de cerca la evolución de la situación en China”.
“Estamos monitoreando muy de cerca la situación en China, pero por el momento no tenemos indicios de que se haya desarrollado una mutación más peligrosa”, dijo el miércoles, en tanto, un portavoz del Ministerio de Salud alemán.
Con idas y vueltas, ahora Europa está considerando un enfoque coordinado. La Comisión Europea sostuvo que este jueves representantes de los Ministros de Salud de “los Veintisiete” discutirían posibles medidas comunes de los Estados de la Unión.
Hasta última hora de este jueves solo hubo un escueto comunicado. “Tenemos que actuar de manera conjunta y continuaremos nuestras discusiones”, ha dicho el Comité de Seguridad Sanitaria. “La coordinación de las respuestas nacionales a amenazas transfronterizas a la salud es crucial”, agregó.
La reintroducción de tomas de muestras para los diagnósticos por PCR puede llegar pronto. Sin embargo, los especialistas avisan: “Es ilusorio pensar que las pruebas por sí solas serán suficientes para evitar que el virus entre, en el mejor de los casos ralentizarán su penetración”
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