Aunque para algunos su aparición puede calificarse como oportuna, la importancia de sus resultados en seguridad e inmunogenicidad no dejan lugar a dudas de que el momento fue exacto. Con el objetivo de que la vacuna argentina “ARVAC Cecilia Grierson” inicie los ensayos clínicos de Fase II/III, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de la Nación le destinó un apoyo económico de 1100 millones de pesos. Según indicaron, esta etapa comenzaría durante el primer trimestre del próximo año, para que, finalmente, sea aprobada por la ANMAT durante 2023.
Es que esta vacuna bivalente, desarrollada íntegramente en la Argentina por científicos del CONICET, la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) y el Laboratorio Pablo Cassará; avanza a paso firme. Ahora, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i) decidió destinar un apoyo económico para aumentar la solvencia del trabajo científico que llevarán adelante durante el próximo año.
“Durante la pandemia, Argentina tuvo que esperar a que los productores de vacunas abastecieran a los países en los que estaban instalados. Tener una plataforma propia para la región es muy importante para que eso no vuelva a ocurrir, en caso de que haya una nueva pandemia o que las variantes que circulen en nuestra región no sean las mismas que en el norte”, había asegurado en diálogo con Infobae Juliana Cassataro, bióloga (UNSAM), doctora en Inmunología y líder del equipo UNSAM-CONICET.
Según señalaron desde la cartera que lidera Daniel Filmus, esta inmunización avanza en un contexto donde, según el último informe del Proyecto PAIS (Proyecto Argentino Interinstitucional de genómica de SARS-CoV-2), emitido el 13 de diciembre de 2022, predomina el linaje Ómicron y sus derivados. “En el área de desarrollo continuamos con la creación de una vacuna bivalente (que reunirá a las variantes Gamma y Ómicron BA4 y BA5) que va a incorporar dos antígenos, dos proteínas recombinantes”, explicó a Infobae Juan Manuel Rodríguez, biólogo (UBA), y coordinador del área de I+D de biofármacos del Laboratorio y Fundación Pablo Cassará.
El desarrollo, encabezado por la investigadora del CONICET Cassataro, se basa en la tecnología de proteínas recombinantes, la cual desde hace décadas es utilizada para fabricar la vacuna contra Hepatitis B, que se utiliza en niños recién nacidos. En la Fase I, que se efectuó en 80 voluntarios sanos entre los 18 y los 60 años con un esquema de vacunación previo completo, se logró determinar que una dosis de refuerzo de ARVAC incrementa hasta 30 veces los anticuerpos neutralizantes contra las variantes del virus Ómicron, Gamma y Wuhan.
Pero eso no es todo, ya que además elevó significativamente la respuesta inmune celular T antígeno específica en individuos previamente vacunados con diferentes plataformas y esquemas de primo vacunación contra la COVID-19 administrados en nuestro país. Ahora, “para los nuevos estudios clínicos se desarrolló una nueva versión de la vacuna que incluye el antígeno en su variante Ómicron, lo que permitirá evaluar durante la Fase III una versión bivalente de la vacuna ARVAC”, indicaron desde la cartera científica nacional.
“Este tipo de tecnología (producto basado en proteínas recombinantes) se guarda en la heladera (2 – 8 °C) y puede durar un año; por lo tanto, para la distribución en lugares remotos donde no tienen acceso a un freezer de -70 es sustancial. Y otro tema es que esta plataforma ya tiene la capacidad de manufactura en la región. Ya hay plantas que producen anticuerpos monoclonales y pueden hacerlas a lo largo y ancho del país”, dijo Rodríguez a Infobae sobre cómo será el escalado (nombre que recibe la “producción a gran escala” de estos fármacos).
Por su parte, Filmus señaló: “La vacuna avanza sólidamente y es un orgullo para la ciencia argentina. Disponer de una vacuna nacional diseñada por nuestras científicas y científicos y producida por una empresa privada representa un caso exitoso de articulación público-privada con impacto en la calidad de vida de las personas”. Al tiempo que desde la cartera que lidera advirtieron que “para aumentar la velocidad de implementación de esta etapa de investigación clínica el estudio será multicéntrico incorporándose más de 10 sitios de investigación a lo largo y ancho del país”.
“Algo que aprendimos durante la pandemia fue preguntarnos ¿qué capacidad productiva tenía la Argentina para hacer una vacuna a escala industrial? A nosotros no nos importaba tanto la innovación, sino un producto que sirva para el mayor número de personas”, aseguró Cassataro. Es que esta inmunización cuenta con un principio activo que puede actualizarse para hacer frente a “nuevas variantes que escapen a la respuesta inmunológica inducida por las vacunas actuales y para que pueda utilizarse de refuerzo”.
“Este es un proyecto que enfoca la capacidad científico-tecnológica argentina en resolver necesidades concretas con alto impacto sanitario y económico. El proyecto va a dejar instalada una plataforma de desarrollo y producción de vacunas recombinantes que podrá ser utilizado para nuevas vacunas en el futuro”, había indicado en diálogo con este medio Jorge Cassará, directivo del Laboratorio homónimo. En tanto, el presidente de la Agencia I+D+i, Fernando Peirano, destacó que “cuando las políticas públicas están presentes podemos desplegar todo nuestro potencial latente”.
Es que de la investigación básica y desarrollo del hallazgo se ocupó Cassataro y equipo; y de la producción en escala y equipos de Cassará, Juan Manuel Rodríguez y equipo. Más de 100 personas entre científicos, técnicos e investigadores integran los equipos de este proyecto ARVAC-CG, el cual fue seleccionado por la Agencia I+D+i en el marco de la Unidad Coronavirus, iniciativa coordinada por la Agencia, MINCyT y el CONICET.
Durante su desarrollo, este proyecto recibió distintos refuerzos y apoyos de ambos organismos y las contribuciones del Laboratorio Cassará para resolver los aspectos de escalado, producción y la financiación del ensayo clínico fase 1. En todo el proceso, la ANMAT supervisó el diseño de las pruebas y evaluó los resultados.
“La creación de nuevas capacidades del sistema científico es lo que primero deja el proyecto de ARVAC-Cecilia Grierson; y ese será un activo que quedará para siempre”, coincidieron en diálogo con Infobae, Cassataro, Rodríguez y Jorge Cassará, biólogo (UBA). Un avance que, sin lugar a dudas, sigue su camino a paso firme y tiene como destino indiscutible a millones de personas en el planeta.
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