Hay más de 646 millones de personas que han sido diagnosticadas con COVID en el mundo. Muchas han sufrido la pérdida del olfato o del gusto como uno de los síntomas de la infección. Un estudio efectuado por investigadores de los Estados Unidos postula que puede ser una señal de una fuerte respuesta del sistema inmune.
Al hacer la investigación, los científicos de la Universidad de Columbia, la Universidad de Pensilvania, y del Instituto Nacional de Enfermería, entre otras instituciones, encontraron que los pacientes con COVID que sufrían la pérdida del olfato o del gusto tenían el doble de probabilidades de tener anticuerpos mucho tiempo después de la infección.
Antes de ese trabajo, que fue publicado en la revista especializada PLOS ONE, otras investigaciones habían indicado que una respuesta inmunitaria fuerte alteraba células de la nariz y daba lugar a los síntomas. Pero también podía ser una señal de alarma de un cuadro grave porque esas células suelen ser las primeras infectadas por el virus.
La pérdida del gusto y el olfato era más frecuente al principio de la pandemia, cuando se estimaba que hasta tres de cada cinco enfermos presentaban el síntoma. Pero con la vacunación y la propagación de los nuevos sublinajes de la variante Ómicron, los síntomas se han hecho menos frecuentes.
Se sabe que la pérdida de olfato está presente entre el 43% y el 62% de los pacientes con COVID-19, aunque esa estimación puede variar en función del origen étnico, la edad, la gravedad de la enfermedad y el método de evaluación quimiosensorial.
Además de su alta prevalencia, la pérdida de olfato suele presentarse en una fase temprana de la enfermedad. Eso hace que se considere como un síntoma centinela útil para solicitar pruebas adicionales o tratamiento.
Para hacer el estudio sobre cuál es la situación actual de la pérdida del olfato y el gusto y su relación con la respuesta del sistema inmune, los científicos de la Universidad de Columbia y las otras instituciones reclutaron a 306 adultos residentes en el norte de Manhattan, Nueva York, que habían padecido COVID en los primeros meses de la pandemia.
El diagnóstico de los participantes se confirmó mediante el testeo por PCR, pruebas de anticuerpos o señales clínicas del virus mostradas en radiografías. Alrededor de dos tercios dijeron a los científicos que sufrían pérdida del olfato o el gusto cuando habían tenido el COVID.
Se les invitó a la clínica al menos dos semanas después de que su infección hubiera desaparecido para realizarles un análisis de sangre de anticuerpos. Las pruebas se realizaron entre abril y junio de 2020. Se dispuso de los resultados de las pruebas de anticuerpos de 266 participantes.
De ellos, 176 dieron positivo en anticuerpos contra Covid (66%), mientras que 90 (34%) dieron negativo. Los niveles de anticuerpos disminuyen con el tiempo, lo que significa que una persona infectada por coronavirus acabará dando negativo en las pruebas de detección de las proteínas.
Los resultados mostraron que el 71% de los que declararon haber perdido el gusto o el olfato tenían anticuerpos contra el coronavirus. En comparación, entre los que no declararon los síntomas, sólo el 57% dio positivo en las proteínas que combaten el virus pandémico.
Los científicos ajustaron estos resultados por sexo, edad y etnia para su análisis. Descubrieron que las personas que habían perdido el sentido del gusto y del olfato tenían un 100% más de probabilidades de dar positivo en los anticuerpos contra el coronavirus que las que no presentaban los síntomas.
Los científicos escribieron en el artículo que los resultados sugieren que la pérdida del olfato y el gusto durante la infección por coronavirus son fuertes factores predictivos de una respuesta inmunológica robusta. Igualmente reconocieron que “se necesita más investigación para abordar la durabilidad de la seropositividad entre estas personas”.
Los científicos advirtieron que los diagnósticos de pérdida de olfato y gusto se basaban enteramente en los recuerdos de los pacientes, sin que ninguno fuera sometido a pruebas. Además, la inmensa mayoría de ellos sólo enfermaron levemente de COVID, y sólo cinco personas (el 1,6%) fueron hospitalizadas. Los participantes en el estudio tenían una edad media de 39 años. La mayoría eran mujeres de ascendencia (ancestría) caucásica.
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