Una nueva ola de casos de COVID cobra impulso en el mundo, y el prestigioso científico estadounidense Eric Topol señaló que hay cierta “complacencia” que favorece que el coronavirus aún siga propagándose luego de tres años de pandemia. La protección por el esquema primario de vacunas dura 6 meses aproximadamente, pero en la actualidad se observa que la población adhiere menos a la aplicación de las dosis de refuerzo de vacunas y así queda más expuesta a contagiarse.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), durante la semana del 20 al 26 de noviembre los casos de COVID aumentaron el 5,6% en América del Norte y el 49% en América del Sur. En los Estados Unidos en particular las hospitalizaciones se han disparado un 25% en los últimos días, junto con las internaciones en terapia intensiva, la positividad de las pruebas, los niveles de virus de vigilancia de aguas residuales e incluso los casos.
Según el análisis del científico Topol, fundador y director del Instituto Scripps Translational Science en La Jolla, California, las personas mayores, “en particular los que no se han vacunado o no lo han hecho en los últimos 6 meses, son los que se están llevando la peor parte”.
Los no vacunados también han sido afectados, pero los datos recientes de los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) y el análisis de la Fundación Familia Kaiser demostraron que la mayoría de las muertes de los últimos meses ocurrieron en personas mayores que solo tenían dos dosis, pero no se habían aplicado los refuerzos a tiempo.
De acuerdo con los estudios de vigilancia del coronavirus se ha encontrado que el sublinaje de la variante Ómicron BQ.1/BQ.1.1 se ha disparado hasta el 63% de los nuevos casos en los Estados Unidos. La ola BA.5 se ha desvanecido (14%), mientras que la preocupante variante XBB se mantiene en niveles bajos (ahora 5,5%), al igual que BN.1 (4,6%). “El resto de la ‘sopa’ de variantes está en descenso o no gana tracción”, explicó Topol.
“Hay una diferencia importante entre BQ.1 y BQ.1.1: la mutación R346T en la proteína de la Espiga”, indicó. Esa mutación da a esa última variante una gran ventaja en la evasión inmune y la hace resistente a anticuerpos monoclonales que se había autorizado para uso de emergencia. El sublinaje BQ.1.1 puede llegar a dominar por completo en las personas afectadas por el COVID.
El experto recordó la importancia de aplicarse las dosis de refuerzo, Destacó a los refuerzos bivalentes que ya están disponibles en los Estados Unidos: inducen “niveles de anticuerpos de neutralización frente a BQ.1.1 significativamente más altos que el original”.
En Europa se está observando un patrón similar, con más ingresos hospitalarios por el COVID semanales. Al igual que en los Estados Unidos, excepto en Francia (que tiene el mayor número de ingresos hospitalarios per cápita) el sublinaje BQ.1.1 aún no ha alcanzado el predominio de las muestras de casos analizadas.
“Existe un desfasaje entre el secuenciamiento y la notificación real, de modo que es probable que BQ.1.1 (y BQ.1) estén contribuyendo a la oleada en todos estos países en cierta medida”, afirmó. Pero, de nuevo, es difícil diseccionar la contribución relativa de otros factores
También en Asia se está desarrollando una nueva oleada de COVID que incluye a Japón, Australia, Hong Kong y Corea del Sur. “La gestión de la pandemia en Japón ha sido ejemplar, con un envidiable equilibrio entre evitar cierres totales, uso de mascarillas y mitigación, la estrategia de buscar los contactos estrechos de las personas afectadas y un elevado consumo de vacunas y refuerzos”, opinó. Pero actualmente en Japón hay un promedio de 120.000 nuevos casos al día y las muertes están, paralelamente, en aumento, de forma pronunciada.
“El hecho de que Australia y Nueva Zelanda participen en la nueva ola de Asia-Pacífico nos saca del hemisferio norte y del invierno/clima frío como motor principal. Sí, también Sudamérica”, destacó Topol.
Para las próximas semanas, es posible que la ola no sea tan importante, pero hay mucha incertidumbre, sobre todo en Estados Unidos. Un estudio reciente de la Escuela de Salud Pública Chan de Harvard —que aún espera revisión de pares— sugirió que el 94% de los estadounidenses han tenido COVID al menos una vez.
“Dejando a un lado esa cifra absoluta, hemos tenido un montón de infecciones y reinfecciones por COVID, que junto con las vacunaciones y los refuerzos han construido un muro de inmunidad bastante formidable (aunque quizás menos formidable que muchos países de Europa, y por una razón diferente Japón, Corea del Sur, Australia, Nueva Zelanda, Singapur, Taiwán y otros con sus tasas de vacunación/refuerzo mucho más altas)”, afirmó Topol.
Singapur resistió bien el desafío de la otro sublinaje de Ómicron XBB. “Nosotros/el resto del mundo deberíamos ser capaces de hacer frente a la BQ.1.1. Y es muy posible que nos enfrentemos al XBB o a otros descendientes cargados de mutaciones de Ómicron BA.2/BA.5 después de que la oleada de BQ.1.1 haya terminado”, pronosticó el científico.
La ola actual de casos en América y Europa obedece a múltiples factores según Topol. Disminuyó la inmunidad con el transcurso del tiempo y aún hay personas no fueron a aplicarse los refuerzos. Estados Unidos ocupa el puesto 70 entre los países del mundo por su cobertura con refuerzos.
“Menos de 1 de cada 3 ancianos ha recibido el refuerzo bivalente desde que está disponible hace 3 meses. Menos del 15% de los estadounidenses se han vacunado recientemente, como indica la escasa aceptación de las vacunas bivalentes”, comentó.
Otra de las razones de la ola es que la gente abandonó el uso del barbijo. Se hacen reuniones sociales en espacios cerrados y la filtración del aire y la ventilación se ignoran en gran medida. La actitud de que “la pandemia ha terminado” es generalizada y descaradamente errónea. Ignorar el virus circulante no hace ni hará que desaparezca. Sin duda estamos poniendo en peligro a nuestros mayores y a las personas inmunodeprimidas”, subrayó. También señaló que aún se usa poco el medicamento antiviral en píldoras que ya está autorizado en los Estados Unidos.
El científico comentó que no se está yendo agresivamente tras el desarrollo de las vacunas nasales y las vacunas universales contra diferentes coronavirus. “La idea de que las vacunas de refuerzo actuales podrían utilizarse y ser eficaces anualmente es una tontería, ya que su duración es inferior a 6 meses”, opinó.
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