A medida que avanzaba la pandemia de COVID-19, las personas que se recuperaban del cuadro viral agudo comenzaron a manifestar síntomas de lo que los especialistas dieron en llamar COVID prolongado, long COVID o síndrome post COVID.
Se trata ni más ni menos de afectaciones en órganos que van más allá del sistema respiratorio y que son propias del cuadro inflamatorio sistémico que provoca el SARS-CoV-2 en el organismo. Así, con el devenir de la pandemia se vio, además de las secuelas pulmonares o cardíacas que experimentaban algunos pacientes, que muchas personas se veían afectadas en su salud mental, siendo el embotamiento, la lentitud mental, pérdida de memoria, confusión, o la llamada “niebla mental” las principales manifestaciones.
Y aunque “niebla mental” no sea un término médico oficial, la expresión se popularizó y es un término que se escucha a menudo en las consultas médicas.
El doctor Greg Vanichkachorn es director del Programa para Rehabilitación de la Actividad después del COVID en Mayo Clinic y describió algunos de los problemas frecuentes de los pacientes.
La queja más frecuente que Vanichkachorn escucha es que las personas tienen dificultad para encontrar las palabras al hablar.
“Los pacientes suelen describirlo como una sensación de tener la palabra en la punta de la lengua, pero ser incapaces de decirla —detalló—. Eso dificulta mucho la comunicación y es muy frustrante, sobre todo cuando uno está enfermo”.
El segundo síntoma que el médico en la División de Salud Pública y Enfermedades Infecciosas del centro de salud con sede en Minnesota enumeró es la falta de memoria a corto plazo.
“El cuadro de situación más usual que los pacientes cuentan es que entran a un cuarto para buscar algo, pero no recuerdan qué es lo que querían; o bien escuchan alguna información nueva, como instrucciones para llegar a un sitio, pero son incapaces de retener los detalles”, añadió Vanichkachorn.
En tercer lugar, las personas manifiestan tener problemas para hacer varias cosas a la vez. Realizar hasta las cosas más simples al mismo tiempo es mucho más difícil con el síndrome de COVID prolongado, según precisan. “Un ejemplo frecuente es no poder hacer las compras mientras se mantiene una conversación con alguien”, apuntó Vanichkachorn.
El patrón de dificultad con el pensamiento es sorprendentemente constante en el COVID prolongado, puesto que el 45% de los pacientes del programa de rehabilitación informan tener niebla mental. “Lamentablemente, entre todos los síntomas del COVID prolongado, los problemas con el pensamiento suelen estar entre los más estresantes porque ocasionan dificultades tanto en el trabajo como en las relaciones personales”, señaló Vanichkachorn.
Para él, “afortunadamente, se está empezando a desvelar el misterio que envuelve a la niebla mental. Por ejemplo, ahora hay estudios que muestran que después del COVID, puede haber cambios en las estructuras cerebrales que explican la disfunción observada”. “Además, estamos avanzando en la descripción objetiva de la niebla mental”, añadió.
Por ejemplo, un estudio de Mayo Clinic está actualmente examinando una nueva prueba virtual para la niebla mental. La prueba dura 25 minutos y permite al equipo de expertos de Mayo identificar las áreas específicas de los problemas con el pensamiento en quienes sufren el síndrome post COVID.
“Esto es importante porque una vez que se sabe cuáles son los problemas, se puede ayudar a los pacientes a elaborar estrategias específicas para superarlos; además, con cada una de las pruebas, se contribuye al desarrollo de una base de datos que permita describir con más exactitud qué es la bruma mental en el síndrome post COVID”, remarcó el experto.
Al respecto, una investigación publicada en la revista científica Nature, dio cuenta de que la inflamación neurológica subyacente a estos trastornos puede ser de hecho una explicación común.
Investigadores de la Universidad de Oxford estudiaron los cambios que ocurrieron a nivel cerebral en 785 participantes en un gran estudio británico, y observaron “una mayor reducción en el grosor de la materia gris y el contraste de tejido en la corteza orbitofrontal y la circunvolución parahipocampal, mayores cambios en los marcadores de daño tisular en regiones conectadas funcionalmente con la corteza olfativa primaria, y mayor reducción en el tamaño global del cerebro. Los participantes infectados también mostraron, en promedio, un mayor deterioro cognitivo entre los dos puntos de tiempo”, tal como reportaron los investigadores en la publicación.
Las personas que creen tener dificultad con el pensamiento después de la infección por COVID “deben comer, hidratarse y dormir bien”, recomendó Vanichkachorn, quien remarcó que además deben buscar ayuda en su proveedor de atención médica.
“Vemos que los pacientes que buscan asistencia pronto se recuperan más rápido y completamente. Juntos podemos ayudar a aclarar esa niebla mental del síndrome post COVID e iluminar más el camino hacia una mejor salud”, concluyó Vanichkachorn.
Según aseguran los especialistas, hasta que los mecanismos que causan la opacidad cerebral estén claros, es difícil dar respuestas a las preguntas más comunes.
Aseguran que se necesita tiempo para poder tener indicaciones y aún no se sabe si el daño se resolverá solo o dará a las personas una mayor vulnerabilidad. Una investigación recién publicada en el European Journal of Neurology por investigadores de la Universidad de Milán, el ASST Santi Paolo e Carlo y el Instituto Auxológico Italiano indica, por ejemplo, que, después de un año, la niebla mental del COVID disminuye pero no desaparece.
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