
Una nueva tecnología desarrollada en la Universidad de Tel Aviv (Israel) permite destruir tumores cancerosos de forma selectiva, mediante una combinación de ultrasonidos y la inyección de nanoburbujas en el torrente sanguíneo.
Según el equipo de investigación, cuyo trabajo se publicó en la revista científica Nanoscale, a diferencia de los métodos de tratamiento invasivos o la inyección de microburbujas en el propio tumor, esta última tecnología permite destruir el tumor de forma no invasiva.
“Nuestra nueva tecnología permite, de forma relativamente sencilla, inyectar nanoburbujas en el torrente sanguíneo, que luego se congregan en la zona del tumor canceroso. Después, mediante un ultrasonido de baja frecuencia, hacemos explotar las nanoburbujas, y con ello el tumor”, aseguró Tali Ilovitsh, una de los líderes del trabajo.

En la actualidad, el método predominante de tratamiento del cáncer es la extirpación quirúrgica del tumor, en combinación con tratamientos complementarios como la quimioterapia y la inmunoterapia. Los ultrasonidos terapéuticos para destruir el tumor canceroso son una alternativa no invasiva a la cirugía.
Este método tiene tanto ventajas como inconvenientes. Por un lado, permite un tratamiento localizado y focalizado; el uso de ultrasonidos de alta intensidad puede producir efectos térmicos o mecánicos mediante la entrega de una potente energía acústica a un punto focal con alta precisión espacio-temporal.
Este método se ha utilizado para tratar eficazmente tumores sólidos en el interior del cuerpo. Además, permite tratar a pacientes que no son aptos para la cirugía de resección del tumor. El inconveniente, sin embargo, es que el calor y la alta intensidad de las ondas ultrasónicas pueden dañar los tejidos cercanos al tumor.

En este nuevo estudio, los investigadores trataron de superar este problema. En el experimento, en el que se utilizó un modelo animal, los investigadores lograron destruir el tumor inyectando nanoburbujas en el torrente sanguíneo (a diferencia de lo que se hacía hasta ahora, que era la inyección local de microburbujas en el propio tumor), en combinación con ondas de ultrasonido de baja frecuencia, con efectos mínimos fuera del objetivo.
“La combinación de nanoburbujas y ondas de ultrasonido de baja frecuencia proporciona una focalización más específica en la zona del tumor y reduce la toxicidad fuera del objetivo. La aplicación de la baja frecuencia a las nanoburbujas provoca su hinchazón y explosión extremas, incluso a bajas presiones. Esto permite realizar la destrucción mecánica de los tumores a umbrales de baja presión”, detalló Ilovitsh.

Para la experta, “el método tiene las ventajas de los ultrasonidos, en el sentido de que es seguro, rentable y clínicamente disponible, y además el uso de nanoburbujas facilita la focalización de los tumores porque pueden observarse con la ayuda de las imágenes de ultrasonidos”.
Según la investigadora, el uso de ultrasonidos de baja frecuencia también aumenta la profundidad de penetración, minimiza la distorsión y la atenuación y amplía el punto focal. “Esto -continuó- puede ayudar en el tratamiento de tumores que se encuentran en profundidad con el cuerpo, y además facilitar el tratamiento de volúmenes tumorales más grandes”.
Y concluyó: “El experimento se llevó a cabo en un modelo de ratón con tumor de cáncer de mama, pero es probable que el tratamiento también sea eficaz con otros tipos de tumores y, en el futuro, también en humanos”.
Con información de Europa Press
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