El SARS-CoV-2, el virus que causa el COVID-19, cambia constantemente y acumula mutaciones en su código genético a lo largo del tiempo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos señalan que es esperable que sigan surgiendo nuevas variantes del SARS-CoV-2.
Algunas variantes surgirán y desaparecerán, mientras que otras emergerán, continuarán extendiéndose y pueden reemplazar a los linajes anteriores.
En su último informe de vigilancia genómica sobre las variantes circulantes del COVID-19 en EEUU, los CDC indicaron que las subvariantes BQ.1 y BQ.1.1 de Ómicron representaron casi la mitad de los casos de coronavirus en el país durante la semana que terminó el 19 de noviembre, en comparación con 39,5% en la semana anterior.
La proporción de BQ.1 y BQ.1.1 aumentó al 49,7%, alrededor de dos meses después de ser detectadas por primera vez. BQ.1.1 representó casi el 24,2% de las variantes circulantes y se estimó que BQ.1 representó el 25,5% de los casos registrados.
La subvariante BQ.1 también está aumentando a nivel mundial, con un crecimiento del 13% de los casos al 16% la semana pasada, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). La prevalencia de la familia BQ.1 del coronavirus ocurre en el mundo incluso cuando la tendencia de casos confirmados de COVID-19 parece disminuir y las muertes derivadas de la infección están en los niveles más bajos de la pandemia a nivel global.
Para designar esta nueva subvariante circulante se ha viralizado el término “Perro del infierno” o “Sabueso del infierno” (Hellhound en inglés), un concepto que se propagó rapidamente entre los usuarios de redes sociales y se refiere al perro del dios Hades, dios de los muertos y del inframundo, llamado “Cancerbero” o “Cerbero”.
Este perro de la mitología griega era el feroz guardián de las puertas del infierno, y vigilaba que los muertos no escaparan y, al mismo tiempo, que los vivos no pudieran ingresar al inframundo.
Sin embargo, pese a que este apodo remite a su capacidad de escape inmune, todavía no hay evidencia de que BQ.1 se relacione con una mayor gravedad en comparación con las variantes de Ómicron BA.4 y BA.5, indicó el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), sin bien también advirtió que puede evadir cierta protección inmunológica, citando estudios elaborados en Asia.
Desde noviembre del año pasado, la variante de preocupación Ómicron del coronavirus empezó a propagarse por el mundo con mucha velocidad, y desplazó a otras que estaban afectando a la población, principalmente a la variante Delta que era la predominante en aquel momento. En 2022, han aparecido diferentes sublinajes de Ómicron que van predominando y causando diversas olas de casos de COVID-19.
Como explicó Infobae, los sublinajes que están ganando terreno en la actualidad son ramificaciones de las subvariantes BA.2, BA.4 y BA.5 de Ómicron y tienen más capacidad de evitar la inmunidad dada por la infección previa por coronavirus o por las vacunas. Pero igualmente la inmunización protege contra los cuadros graves (especialmente si se cuenta con los refuerzos).
Los expertos advierten que, como predomina la diversidad, ahora se hace más difícil predecir las próximas olas de la pandemia. Incluso podría dar lugar a una “doble ola” en algunos lugares, ya que primero una subvariante y luego otra se apoderan de una población.
Sin embargo, estas semanas finales de 2022 marcan un escenario muy diferente a los finales de año de 2020 y 2021. El prestigioso científico Eric Topol, fundador y director del Scripps Research Translational Institute, explicó en su último newsletter: “Esta es la primera vez en la pandemia que una variante con una evasión inmune marcada y clara no ha inducido una nueva ola importante”.
Los ejemplos de variantes anteriores con aumentos en las propiedades de escape inmunitario incluyen a Beta, Gamma, Ómicron BA.1, BA.2 y BA.5. Cada uno de estas condujo a grandes olas a nivel mundial o en continentes específicos (Beta en Sudáfrica, Gamma en América del Sur).
“Bajo la presión de infecciones anteriores, vacunas, refuerzos y combinaciones de estos, el virus tiene más dificultades para encontrar nuevos huéspedes. Hasta la fecha, BQ.1.1 no ha podido inducir una nueva ola en 2 países, una señal muy positiva”, señaló Topol.
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