Con embriones congelados en abril de 1992 un matrimonio de Oregon, en los EEUU, acaba de convertirse en padres de mellizos. De este modo, los pequeños Lydia y Timothy se suman a los otros cuatro hijos que tenía la familia, de ocho, seis, tres y casi dos años, ninguno de los cuales había sido concebido a través de fertilización in vitro (FIV) o de donantes. Técnicamente, el proceso por el que pasaron Philip Ridgeway y su esposa no es una adopción, sino una donación de embriones.
Lo cierto es que, cuando las personas se someten a una FIV, en general, se producen más embriones de los que utilizan, los cuales suelen criopreservarse para su uso futuro. Pero también pueden donarse a investigaciones o capacitación para el avance de la medicina reproductiva. Incluso, es posible donarlos a personas que deseen tener hijos.
Al igual que con cualquier otra donación de tejido humano, los embriones deben cumplir con ciertas pautas de elegibilidad de la Administración de Drogas y Alimentos de los EEUU (FDA por sus siglas en inglés) para ser donados, incluida la detección de ciertas enfermedades.
Según explicaron desde el Centro Nacional de Donación de Embriones de ese país, “la adopción de embriones no es una ‘adopción’ legal en absoluto, al menos en el sentido de una adopción tradicional, que ocurre después del nacimiento”. “Sin embargo, el término permite que todas las partes conceptualicen el proceso y la eventual realidad de criar a un niño sin parentesco genético”, aclararon.
En tanto desde la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva explicaron que “la aplicación del término ‘adopción’ a los embriones es inexacta, engañosa y podría imponer cargas a los receptores” por lo que recomendaron que “debe evitarse”.
La doctora Sigal Klipstein es especialista en fertilidad en Chicago y presidenta del comité de ética de la Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva, y señaló que “muchos llaman coloquialmente al proceso de donación como adopción de embriones, pero la adopción y la donación no son lo mismo”. “La adopción se refiere a niños vivos -aclaró-. Es un proceso legal por el cual se crea una relación padre-hijo cuando antes no existía”.
Y amplió: “La donación de embriones es un procedimiento médico. Es una forma en la que tomamos embriones de una pareja o individuo y luego los transferimos a otro individuo para construir familias”.
Klipstein reconoció que el uso de embriones donados a menudo puede ser rentable para las personas que buscan ayuda para la fertilidad, ya que reduce el costo de buscar y almacenar esperma y óvulos de donantes. “No obtienen la conexión genética con los niños, pero tienen una opción reproductiva mucho menos costosa que incluso con la fertilización in vitro en la mayoría de los casos”.
Por qué los Ridgeway recurrieron a la técnica
La anterior poseedora del récord conocida hasta el momento era Molly Gibson, nacida en 2020 de un embrión que había estado congelado durante casi 27 años. Ella tomó el registro de su hermana Emma, quien nació de un embrión que había estado congelado durante 24 años. Aunque es posible que en alguna oportunidad se haya utilizado un embrión congelado más antiguo, lo cierto es que si bien los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU (CDC por sus siglas en inglés) rastrean las tasas de éxito y los datos en torno a las tecnologías reproductivas, pero no rastrean cuánto tiempo permanecieron congelados los embriones. Pero no hay evidencia de que un embrión más viejo dé como resultado un nacimiento vivo.
Lo que los Ridgeway saben del origen de sus -ahora- hijos es que sus embriones fueron creados para una pareja casada anónima mediante fertilización in vitro. El esposo tenía poco más de 50 años y usaron óvulos de una donante de 34 años. Durante casi tres décadas, se mantuvieron en nitrógeno líquido a casi 200 grados bajo cero, en un dispositivo que se parece mucho a un tanque de propano.
Los embriones se mantuvieron en un laboratorio de fertilidad en la costa oeste hasta 2007, cuando la pareja que los creó los donó al Centro Nacional de Donación de Embriones en Knoxville, Tennessee, con la esperanza de que otra pareja pudiera usarlos.
Philip Ridgeway contó que nunca tuvieron en mente con su esposa un número determinado de hijos que les gustaría tener”. “Siempre hemos pensado que tendremos tantos como Dios quiera darnos y cuando escuchamos sobre la adopción de embriones, pensamos que es algo que nos gustaría hacer”, dijo. Y tras aclarar que no buscaban obtener los embriones que habían estado congelados por más tiempo en el mundo, Ridgeway sostuvo que sólo querían “a los habían estado esperando más tiempo”.
Al parecer, al momento de buscar donantes, los Ridgeway preguntaron específicamente al centro de donación sobre una categoría llamada “consideración especial”, lo que significa que había sido difícil encontrar receptores para estos embriones, por cualquier motivo.
Para elegir sus embriones, revisaron una base de datos de donantes. No enumeraron cuánto tiempo se congelaron los embriones, pero sí las características de los donantes, como etnicidad, edad, altura, peso, historial genético y de salud, educación, ocupación, películas y música favoritas.
Hecho esto, el centro Southeastern Fertility, que se asocia con el Centro Nacional de Donación de Embriones, descongeló los embriones el 28 de febrero. De los cinco que se descongelaron, dos no eran viables. Es que se sabe que existe una tasa de supervivencia del 80% cuando se descongelan embriones congelados.
La Sociedad Estadounidense de Medicina Reproductiva y los CDC recomiendan transferir un embrión a la vez, ya que transferir más aumenta la probabilidad de embarazos múltiples, lo que también aumenta potencialmente el riesgo de complicaciones durante la gestación, tanto para la madre como para los niños.
Los tres embriones restantes se transfirieron a Rachel el 2 de marzo pasado, 29 años y 10 meses después de haber sido congelados. Dos de las transferencias fueron exitosas, mientras que el tercero no prosperó.
Los Ridgeway participaron a sus hijos durante todo el proceso. “Estaban emocionados y felices con nosotros en cada paso del camino. Aman a sus hermanos, juegan juntos y esperaban ansiosos saber si serían dos niños, dos niñas o un hermano y una hermana”, dijo Phillip Ridgeway. Finalmente ésta última opción fue la que ocurrió: Lydia nació con 5 libras y 11 onzas y Timothy pesó 6 libras y 7 onzas.
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