Mide menos de 4 milímetros y desde Asia ha conseguido conquistar Europa y América. Es la mosca de las alas manchadas o pintadas y su invasión en cada país donde pasa a habitar genera un drama. Puede atacar a más de 150 frutas silvestres y cultivadas, como las cerezas, arándanos, o las fresas, altera los ecosistemas y genera enormes pérdidas económicas para los productores.
Hoy se busca intensamente controlar a la avasallante mosca. Su nombre científico es Drosophila suzukii, y fue observada por primera vez en Japón en 1916. Ya se han usado trampas con atrayentes, plaguicidas, redes y mallas para aislar los cultivos.
Ahora hay investigadores científicos que están obteniendo prometedores resultados con el control biológico de la plaga, a través del uso de avispas, y con la tecnología de edición genética CRISPR. Se quiere reducir el uso de plaguicidas que pueden tener consecuencias negativas para el ambiente.
En América, se registró la presencia de la mosca de las alas pintadas por primera vez en 2005 en Ecuador. En 2008 también se encontró en Estados Unidos y Canadá, y en Costa Rica y México en 2011. Posteriormente se detectó en Brasil en 2014 y Chile en 2017.
Días atrás, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) de la Argentina organizó un Simposio Internacional de manejo de Drosophila suzukii. “Sabemos que es una plaga que está instalada a causa del clima, por eso debemos encontrar soluciones creativas y nosotros estamos dispuestos a acompañar ese trabajo”, afirmó la presidenta del organismo público, Diana Guillén. También participaron otras instituciones y organizaciones como el INTA y la Subcomisión Comarca Andina de la Comisión Provincial de Sanidad Vegetal (Coprosave).
“En la Argentina la mosca de las alas pintadas o manchadas se citó por primera vez en Río Negro en 2015 mientras que atacaba frambuesas. Ese mismo año fue detectada en Entre Ríos en trampas en cultivos de naranja y en Buenos Aires sobre arándanos”, contó a Infobae el científico Gerardo De la Vega, del Grupo de Ecología de Poblaciones de Insectos del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias Bariloche, del INTA y el Conicet, en Bariloche.
Es pariente de los mosquitos, la mosca doméstica y de los tábanos: todos tienen un solo par de alas. Pero las hembras de la mosca de las alas pintadas tienen la particularidad de que son capaces de poner huevos en el interior de frutos maduros no heridos. Lo logran gracias a un órgano especializado en la puesta de huevos, equipado con dientes de sierra. Esa característica le permite contar con un nicho único prácticamente libre de competencia, según De la Vega, quien ha realizado varias publicaciones sobre la especie invasora desde 2016.
Como todas las moscas, la Drosophila suzukii presenta un ciclo de vida que implica una metamorfosis completa: pasa por los estadios de huevo, larva, pupa y adulto. Tiene una capacidad reproductiva muy alta. Cada hembra puede poner más de 350 huevos en toda su vida, y un ciclo de vida muy corto.
Los adultos son de vida libre, y se alimentan de jugos azucarados. Después de la copula, las hembras buscan frutos para colocar sus huevos. Más adelante, los huevos eclosionan y las larvas se alimentan de la pulpa de la fruta.
La etapa de pupa -que puede ocurrir tanto dentro del fruto afectado como en el suelo-, dura aproximadamente cinco días, luego de los cuales emerge el adulto. Así puede vivir hasta dos meses. Sin embargo, se estima que en 15 días están listos los nuevos adultos para continuar con el ciclo, que varía según las condiciones climáticas de cada región. Por año pueden producirse hasta 16 generaciones de moscas en ambientes muy favorables.
“La mosca Drosophila suzukii pudo avanzar rápidamente en el mundo por ser una especie muy prolífica con tiempos generacionales cortos. Tiene una amplia tolerancia a diversas condiciones ambientales”, contó a Infobae la bióloga María Josefina Buonocore Biancheri, de la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI) del Conicet en Tucumán. Puede vivir en ambientes con temperaturas entre los 15 y 20 °C , con una gran habilidad competitiva.
Para la científica, “la perturbación del hábitat nativo y la propagación de plantas hospedadoras favorecieron fuertemente la proliferación de la mosca de las alas pintadas desde Asia”. En la Argentina, se dispersó prácticamente por todo el territorio argentino y es considerada una plaga que preocupa cada vez más.
Con un equipo de investigadores del INTA y la Universidad Nacional de La Plata, Buonocore Biancheri está llevando a cabo un proyecto de control biológico de la mosca, con financiamiento de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación.
“Buscamos erradicar a la plaga con un método amigable con el ambiente y más rentable económicamente. Implica la manipulación y el uso de los enemigos naturales de la mosca. Una vez que se demuestre su eficacia, podría aplicarse en las provincias productoras de frutas finas”, expresó.
Ya se sabe que hay especies de avispas parasitoides en otros países que sirven como herramientas para combatir a las poblaciones de la mosca de las alas pintadas. En Brasil y Uruguay ya se están produciendo, según De la Vega.
En la Argentina, se han identificado tres especies de avispas parasitoides que permitirían controlar la plaga y completar su desarrollo utilizando como hospedero el estado inmaduro de la mosca.
Las avispas pueden depositar huevos en sus enemigos, las moscas, y emerger como adultos. Tras ese proceso, las moscas mueren. El equipo de investigadores integrado por Buonocore Biancheri realiza ensayos en el laboratorio, donde estudian parámetros biológicos básicos y demográficos que permiten la multiplicación de las avispas de manera controlada.
También se hacen un trabajo de semicampo, que sirve para saber cuál es el número óptimo de avispas que se deberían liberar contra la plaga, y ensayos de campo para ajustar la estrategia de liberación de los parasitoides. “Una vez realizados los diferentes tipos de ensayos tendremos más certezas sobre la utilización de estos parasitoides para el control de esta nueva plaga invasiva utilizando el control biológico aumentativo”, comentó la bióloga.
En tanto, en la Universidad de California en San Diego, Estados Unidos, también se aplica la tecnología de edición genética CRISPR contra la mosca de las alas pintadas.
Ya se ha utilizado con otras especies que se volvieron plagas la técnica de los insectos estériles. Nikolay Kandul, Omar Akbari y colegas emplearon CRISPR para editar genes clave que controlan la determinación del sexo y la fertilidad de la mosca Drosophila suzukii. Publicaron en agosto pasado los resultados en la revista GEN Biotechnology.
“Es un sistema seguro y evolutivamente estable”, dijo el doctor Akbari a través de un comunicado. “Además, el sistema no da lugar a una propagación incontrolada ni persiste en el ambiente, dos características de seguridad importantes que ayudarán a que se apruebe su uso”.
Los conceptos en los que se basan se remontan a la década de 1930, cuando los agricultores encontraron formas de liberar machos estériles en sus cultivos para reducir los daños de las plagas. Con CRISPR, los científicos de San Diego evitaron la necesidad de usar radiación y se dirigieron específicamente a los genes esenciales para la viabilidad de las hembras de la mosca y la fertilidad de los machos.
Akbari cofundó una bioempresa, Agragene Inc., y tiene la licencia de la tecnología de la Universidad de California en Riverside. Ya se están llevando a cabo ensayos de campo administrados por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos para evaluar la seguridad y eficacia. Requiere de aprobación para su uso agrícola masivo.
Hay varias tecnologías en desarrollo en el mundo y aún deberán demostrar eficacia y seguridad, pero será difícil la erradicación total. Un reciente estudio realizado por científicos suizos del Instituto Federal Suizo de Investigación Forestal, de la Nieve y del Paisaje y del Ökobüro Biotopia, publicado en la revista científica NeoBiota, advirtió que la mosca de las alas pintadas compite fuertemente con otras especies frugívoras y que su presencia podría tener consecuencias de gran alcance para los ecosistemas. El cambio climático también podría agravar el problema.
Consultado por Infobae, Wilson Edwards, del programa fitosanitarios del Centro Regional Patagonia Norte del SENASA, mencionó: “La mosca de las alas manchadas es una especie muy agresiva. Hemos hecho un monitoreo con trampas con vinagre de manzana. Hacer una cosecha más frecuente también puede servir para controlar las poblaciones”.
Para el doctor De la Vega “será necesario que los productores realicen una cosecha intensiva”. En ciudades como Bariloche, la mosca ya afecta a plantas frutales que hay en casas de familias. “La cosecha intensiva sería una estrategia para no dejar frutas disponibles al ataque de las moscas. También requiere un buen manejo de las especies circundantes y los frutos caídos-señaló-. Estamos convocando y formando a cooperativas para que se incorporen a la cosecha intensiva y el manejo de la mosca”.
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