“Si el acceso a la asistencia sanitaria se considera un derecho humano, ¿a quién se considera lo suficientemente humano para tener ese derecho?”, escribió el médico estadounidense, antropólogo de la Universidad de Harvard y activista social Paul Farmer en su libro Patologías del Poder. La pandemia por el coronavirus visibilizó que ya había inequidades en el mundo con respecto al cuidado de la salud, pero las acentuó.
Aún 2,4 mil millones de personas no se han vacunado y el 90% está en países de bajos y medianos ingresos. Aunque parezca lo contrario porque los casos de afectados y las muertes han descendido, la pandemia continúa: la última semana de octubre se reportaron 9.300 muertes en el mundo.
La pandemia sigue afectando a la humanidad en su tercer año, y hoy un grupo de 386 investigadores, médicos y asesores políticos, que representan a 112 países y territorios, publicó en la prestigiosa revista Nature un consenso con las medidas sanitarias y sociales que debería adoptarse para terminar con esa persistente amenaza mundial.
Hicieron un diagnóstico de la situación actual. Ya hubo más de 627 millones de personas con COVID-19 y más de 6,5 millones de muertes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Hoy, casi tres años después de que se identificara por primera vez el coronavirus SARS-CoV-2 y más de un año y medio después de que estuvieran disponibles las primeras vacunas, la fatiga pandémica amenaza con socavar nuestra vigilancia y la eficacia de nuestras respuestas a los retos actuales y nuevos relacionados con las pandemias”, escribieron.
Hubo hospitales saturados por los picos de casos de COVID-19, un problema que llevó a la demora en la atención a muchos afectados. Aún la variante Ómicron del coronavirus y sus nuevos sublinajes están circulando, pero su vigilancia “sigue siendo en gran medida inadecuada”, alertaron. No se conocen bien los riesgos que tiene la reinfección y ya hay personas que se han contagiado el virus más de 3 veces. “Las bajas tasas de vacunación pueden agravar el riesgo derivado de la disminución de la inmunidad”, advirtieron. A todo esto se suman los casos de personas con secuelas por la infección: todavía no se cuenta con una comprensión adecuada ni soluciones de prevención o tratamiento para COVID prolongado.
Frente al diagnóstico de la situación, los expertos -entre los que se incluyen los argentinos Jorge Aliaga, Daniel Feierstein, Andrea Pineda Rojas, Rodrigo Quiroga y Daniel Maceira- elaboraron un conjunto de 41 declaraciones de consenso y 57 recomendaciones. Es la primera vez que la revista Nature acepta publicar un consenso de expertos como paper.
En diálogo con Infobae, el doctor Jeffrey Lazarus, uno de los autores principales del trabajo, jefe del Grupo de Investigación de Sistemas de Salud en el Instituto de Salud Global (ISGlobal) y profesor Asociado en la Universidad de Barcelona, comentó: “Equidad es la piedra angular de la salud pública y en la constitución de la Organización Mundial de la Salud. Es escuchar a las voces marginalizadas e identificar dónde están las situaciones de inequidad. Diferentes grupos, personas en situación de calle, minorías étnicas, usuarios de drogas, entre otros, han tenido problemas para acceder a la atención médica. Hay hoy una oportunidad de vacunar a más personas y llevar adelante otras acciones con el enfoque Vacunas Plus. La continuidad de la inequidad motoriza que la pandemia aún siga”.
Las vacunas son una herramienta eficaz contra el COVID-19, pero no acabarán por sí solas con la pandemia como amenaza para la salud pública a nivel global. Por eso, recomendaron el enfoque “Vacunas plus”, que incluye una combinación de la inmunización con medidas de prevención, tratamiento e incentivos financieros.
El doctor Lazarus agregó: “Una vez que los pacientes directamente afectados y sus cuidadores se comprometen, entonces vemos que se presta más atención y, con el tiempo, se mejoran los resultados de salud. Pero, en última instancia, necesitamos más solidaridad global, como fue la base de la instalación de COVAX”. Así se refirió al mecanismo que se creó en abril de 2020 como Fondo de Acceso Global para Vacunas Covid-19. Si bien el mecanismo se puso en marcha, tuvo limitaciones por el acaparamiento de las dosis que hicieron países de altos ingresos.
En otro estudio que se publicó en la revista Nature Medicine esta semana, se estimó que se podrían haber salvado más de un millón de vidas si las vacunas COVID-19 se hubieran repartido de forma más equitativa entre los países de menores ingresos en 2021, según los modelos matemáticos que incorporan datos de 152 países.
Una de las recomendaciones con mayor consenso del panel en Nature indicó que para terminar con la pandemia se debe adoptar un enfoque que incluya a múltiples disciplinas, sectores y actores sociales. Otra recomendación es que se deben tener en cuenta las inequidades pre-existentes en los países, tanto sociales como sanitarias. Además, aconsejan que las organizaciones mundiales de Comercio y Salud deben coordinar la transferencia de tecnologías que permitan a los fabricantes en países de medianos y bajos ingresos desarrollar vacunas, testeos para diagnósticos y terapias, “de calidad asegurada y a precios accesibles”.
El doctor en ciencias sociales Feierstein, uno de los científicos que participó en el consenso, investigador principal del CONICET, y profesor de la Universidad de Buenos Aires y la Universidad de Tres de Febrero, subrayó en diálogo con Infobae que durante la pandemia “casi no se buscó construir políticas comunes con otros actores, como los movimientos sociales, las iglesias, sindicatos. Eso hubiese permitido otra construcción de confianza y otra posibilidad de llegada territorial en todas las medidas de acción pública, prevención e incluso vacunación”.
En cuanto a la inequidad que advirtieron en el consenso publicado en Nature, el doctor Feierstein expresó que la desigual distribución de dosis terminó afectando a los países ricos al generar reservorios de variantes del coronavirus que, con la globalización, se desplazan indefectiblemente a sus territorios.
“Llamamos a establecer mecanismos que puedan facilitar los procesos de transferencia de tecnología, ya que nunca ocurrirán espontáneamente como producto del funcionamiento empresarial. Por supuesto que todo esto requiere que distintas fuerzas sociales ejerzan la presión necesaria para transformar estas recomendaciones en políticas”, afirmó Feierstein.
“Hay recomendaciones que se pueden implementar rápidamente. Por ejemplo, la de abordar y reconocer las inequidades sociales y de salud existentes”, dijo a Infobae la doctora Adeeba Kamarulzaman, otra de las coautoras y catedrática de Enfermedades Infecciosas de la Facultad de Medicina de Universidad Malaya, en Malasia. “También -agregó- hay otras recomendaciones que pueden ponerse en marcha pronto: reducir el desperdicio de vacunas y abordar las barreras basadas en la infraestructura en entornos de bajos recursos. Es decir, llegar a las personas en sus lugares cuando se trata de realizar pruebas y administrar vacunas”.
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