Un accidente cerebrovascular (ACV) se produce cuando se detiene el flujo sanguíneo en una parte del cerebro (isquemia) o cuando una arteria del cerebro se rompe (hemorragia). Al no poder recibir el oxígeno y los nutrientes que necesitan, las células cerebrales sufren y, si no se resuelve con celeridad, comienzan a morir. El episodio puede provocar la muerte del paciente, en los casos más graves, o la pérdida de funciones del cuerpo que controlan las células afectadas. En síntesis, es una lesión cerebral con efectos devastadores para el individuo y su familia.
“Cuatro son las arterias que irrigan al cerebro, cerebelo y tronco encefálico. El sistema está dispuesto de manera tal que estos vasos se unen debajo del cerebro en un anillo y de allí parten 6 arterias más grandes y un sinnúmero de otras más pequeñas. Por lo tanto, si falla una de las 4 mencionadas, las otras suplen su disminución”, precisó el doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA). “El organismo tiene 86 mil millones de neuronas y 350 trillones de sinapsis (conexiones neuronales). El cerebro recibe el 15% de toda la circulación sanguínea y consume el 25% del oxígeno de la sangre”, precisó.
Los estudios realizados en 2001 demostraron que en la población argentina la incidencia del ACV fue de 473 por cada 100.000 habitantes. Cada año ocurren más de 80.000 ACVs, de los cuales el 60% son nuevos casos y el 40% corresponde a recurrencias. Las estimaciones del 2022, basándose en el incremento de algunos de los factores de riesgo, sostienen que la prevalencia también está en aumento, reveló la doctora Yasmín Tenaglia, médica de familia y geriatra del Hospital Italiano. El doctor Andersson estimó que en Argentina en la actualidad “ocurre un accidente cerebro vascular cada 4 minutos, son unos 130 mil casos anuales”. En el mundo, el accidente cerebrovascular es la segunda causa más común de muerte y la tercera de discapacidad, lo que se traduce en aproximadamente 6,5 millones de muertes anuales.
La especialista del Hospital Italiano advirtió que, conocer los síntomas de un ACV “es vital, porque la detección precoz permite realizar una consulta rápida en el hospital y así tener la opción de recibir algunos tratamientos que puedan reducir las secuelas”, dijo Tenaglia.
Esas lesiones, agregó Andersson, pueden ser “una parálisis y/o trastorno sensitivo de una mitad del cuerpo, del lenguaje (afasia), en la coordinación y el equilibrio, en la visión de un ojo o ambos, o un deterioro intelectual. Pueden ser leves, severos y combinados”.
La especialista del Italiano enumeró 5 señales de alarma que indican que, tanto una mujer como un hombre, puede estar sufriendo un ACV:
1-Hablar de una manera confusa
2-Sentir la cara adormecida o torcida
3-Perder la fuerza y/o sentir dificultad para mover alguna parte del cuerpo
4-Perder la visión en un ojo o en ambos
5-Sentir un dolor de cabeza muy fuerte
Existen 2 categorías de ACV: cuando se obstruye una arteria y se impide la circulación sanguínea, llamado isquémico, y aquellos que implican la ruptura de las paredes de una arteria, que produce un sangrado que “escapa del sistema circulatorio y se produce una hemorragia cerebral”, que es conocido como hemorrágico, dijo Andersson.
“Una arteria puede taparse debido a su desgaste y endurecimiento por placas de colesterol, es decir, su superficie interna es rugosa y áspera. Esto favorecerá la formación local de un cúmulo de partículas sanguíneas y fibras, llamados trombo, que terminará por ocluirla y generar una trombosis. A veces, los trombos se desprenden arrastrados por la corriente sanguínea y llegan a las pequeñas arterias cerebrales, en donde se enclavan bruscamente y obstruyen la circulación para generar una embolia”, manifestó el especialista de INBA. Mas del 80% de los casos en occidente corresponden a ACV isquémicos, trombóticos o embólicos, mientras que menos del 20% restante son hemorrágicos.
El especialista de INBA señaló que, “generalmente, el ACV es el resultado de una enfermedad progresiva que se desarrolla a lo largo del tiempo y sucede cuando las células cerebrales mueren por falta de oxígeno y glucosa debido a un flujo sanguíneo insuficiente. En algunos casos, no dan síntomas, pero, en otros, provocan la muerte. Habitualmente, no son fatales, se caracterizan por una porción de tejido cerebral muerto denominado infarto, que conducirá a una discapacidad”, advirtió.
La doctora Tenaglia —autora del libro ¿Cómo se previene y se afronta un ACV?, de la editorial del Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires (IUHIBA)—, precisó una serie de factores de riesgo a tener en cuenta.
Factores de riesgo
1- La presión alta, diabetes y el colesterol elevado (dislipemia), son factores de riesgo que aumentan la posibilidad de sufrir un ACV. Es clave identificarlos a través de un control de salud y controlarlos. “Generalmente se busca que la presión arterial esté en menos de 140-90 milímetros de mercurio. En relación a la prevención de la diabetes, la meta de glucemia o azúcar en sangre debe ser menor a 110 mg/dL”, subrayó.
“En cuanto al colesterol, las metas dependen de cada individuo según la asociación con los otros factores de riesgo vasculares. En general, se pide que el colesterol esté en menos de 200, con un LDL en menos de 100. En las personas con alto riesgo de tener un ACV o que ya tuvieron uno, se intenta que su valor de LDL, sin importar cual sea, descienda en un 50% de su valor basal”, aseguró la doctora Tenaglia.
2- Otro factor a tener en cuenta es el sobrepeso y la obesidad. “Estas condiciones producen un aumento del riesgo de ACV e infarto de corazón debido a su asociación con factores directos, como un estado crónico inflamatorio, la resistencia a la insulina, la dislipemia o colesterol elevado y el aumento de la presión arterial. Se ve en especial en personas con obesidad abdominal, con predominio de grasa a nivel visceral, lo que se asocia con el hígado graso”, dijo la experta.
Por otra parte, recordó que “el aumento de peso reduce la capacidad ventilatoria e induce el síndrome de apnea del sueño en el cual hay un estado de hipoxia y acidosis crónica que precipita al desarrollo mayor presión a nivel pulmonar con la consecuente hipertrofia ventricular del corazón y daño a las arterias de todo el cuerpo, en especial cerebro y corazón. Todo esto empeora si además uno es sedentario”, subrayó.
3- El doctor Andersson agregó a la diabetes, la hipertensión arterial y el colesterol elevado como factores de riesgo, “la edad avanzada, la enfermedad cardíaca, el tabaquismo y el alcoholismo”.
En ese sentido, aseguró que “la fibrilación auricular —una frecuente arritmia cardíaca— incrementa de 5 a 10 veces la posibilidad de desarrollar uno y los pacientes tienen 1 posibilidad entre 3 de padecerlo. El uso de aspirina reduce su chance en 80%”, aseguró.
Episodios isquémicos transitorios
Andersson agregó que “la aterosclerosis de una arteria carótida que estrecha su luz entre 70 y 99%, acompañada por episodios isquémicos transitorios o mínimos, mejora su pronóstico mediante la cirugía”. Y explicó: “el ACV isquémico transitorio dura menos de 24 horas, no deja secuelas y es un claro aviso de riesgo inminente de uno definitivo. Uno de cada tres pacientes sufrirá un ACV transitorio nuevo, mientras que uno cada tres será definitivo y, curiosamente, una cifra aún mayor de un infarto cardíaco. A diferencia de lo que sucede frente al hecho consumado de un ACV severo, en el transitorio el episodio es evitable”, dijo.
Por eso, recomendó “actuar sobre los factores de riesgo y emplear fármacos para evitar la formación de trombos (aspirina, clopidogrel, trombolíticos y anticoagulantes) pueden salvar al paciente”, aseguró.
Hábitos saludables que pueden prevenir un ACV
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda 30 minutos de actividad física diaria o 150 minutos semanales. Lo mejor es incorporarlo como una actividad cotidiana. La doctora Tenaglia consideró que “debería ser una actividad aeróbica recreativa de intensidad moderada, como por ejemplo, caminar a paso rápido, bailar, realizar labores de jardinería, participar de actividades de juegos con niños. Si no, el equivalente serían 75 minutos de actividad física aeróbica de intensidad vigorosa semanales, como puede ser ciclismo para competencia, natación rápida, trekking o caminata rápida en una pendiente elevada, más deportes competitivos”.
“En las personas mayores de 65 años se recomienda agregar, 2 o 3 veces por semana, ejercicios de fortalecimiento para tonificar y reforzar los grandes grupos musculares. A la par agregar ejercicios de elongación para generar mayor amplitud de los movimientos articulares, y ejercicios para mejorar el equilibrio. Estos se pueden combinar con distintas actividades recreativas, elegidas y adaptadas para cada persona en particular”, remarcó.
Alimentación saludable para la prevención de un ACV
“La alimentación no es una cuestión de cuánto comer y qué no, sino que lo importante es la calidad de los alimentos que se consumen. Uno puede comer lo que quiera siempre que sea en las medidas adecuadas, y combinando los alimentos correctamente” agregó la especialista.
Hablando de las proporciones del plato ideal, la mitad del plato en el almuerzo y en la cena tiene que estar representada por verduras de diferentes colores crudas o cocidas. La otra mitad del plato se divide en dos, un cuarto corresponde a la ingesta de proteínas de alto valor biológico, como puede ser la carne sin grasa visible, el pollo sin piel, el huevo en todas sus formas, excepto frito, o el pescado. El cuarto restante del plato está representado por las harinas y las legumbres”.
“Aquí debemos prestar atención para cambiar nuestra forma de comer. Ya no va más un plato compuesto sólo por pastas, sino que debemos comer previamente, por ejemplo, una sopa de verduras o una ensalada, y luego una pequeña porción de pastas acompañado con algo de proteínas. En cuanto a la ingesta de líquido, se deben tomar al menos 8 vasos de agua al día.
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