Las superbacterias son cepas de bacterias resistentes a varios tipos de antibióticos. Hacen que los antibióticos sean cada vez más ineficaces y así causan más muertes en el mundo que las infección por el VIH o el paludismo o malaria. Por la crisis que produjo la pandemia por el coronavirus, el problema se agravó en América Latina, y un equipo de investigadores de Argentina, Brasil, Canadá, Colombia, Ecuador, Costa Rica, Perú, Uruguay, y Venezuela han detectado, detallado y publicado cómo un tipo de superbacterias impactó en la región.
Son investigadores que forman la Red Latinoamericana de Vigilancia de la Resistencia a los Antimicrobianos (ReLAVRA) que funciona desde 1996. Se enfocaron en un tipo de gérmenes que se conocen como “enterobacterias”.
Pueden producir neumonías, infecciones del torrente sanguíneo, infecciones del tracto urinario e infecciones de heridas en los pacientes. Han desarrollado resistencia a los antibióticos carbapenémicos, que se consideran la última línea de defensa para tratar infecciones bacterianas multirresistentes.
“El problema de la resistencia a los antimicrobianos, como los antibióticos, se agravó en todo el mundo por la pandemia. Pero en América Latina es una de las regiones más impactadas. Porque la situación era peor antes del inicio de la pandemia”, dijo a Infobae la científica Alejandra Corso, a cargo del Laboratorio Nacional/Regional de Referencia en Resistencia a los Antimicrobianos del Instituto ANLIS/Malbrán y una de las coautoras del estudio publicado en Emerging Infectious Diseases, la revista de los Centros para el Control y la Prevención de las enfermedades (CDC).
En abril del año pasado, desde la Argentina se hizo un alerta sobre una detección preocupante a la Organización Panamericana de la Salud. Se había detectado que el 27% de los aislamientos de bacilos gram negativos a partir de pacientes hospitalizados que se recibían en el Laboratorio Nacional de Referencia en Resistencia a los Antimicrobianos tenían una combinación de enzimas carbapenemasas que era desconocida hasta ese momento en el país.
“La combinación de carbapenemasas que detectamos hacen que las bacterias sean más resistentes a los antibióticos. Este mecanismo de resistencia se encontró principalmente en pacientes infectados por Klebsiella pneumoniae”, aclaró la doctora Corso. A partir del alerta, los laboratorios de referencia de otros países de la región se pusieron a buscar si ese mecanismo de resistencia ya se estaban dando en sus territorios y también lo encontraron. Paraguay, Brasil, Colombia, Uruguay, Perú, Ecuador, Venezuela y Costa Rica también detectaron superbacterias con dos carbapenemasas. Belice, Dominica y Chile también notificaron la aparición de genes de carbapenemasas que antes no habían identificado.
Al analizar los datos de los países de la región, se observaron dos tendencias. Durante la pandemia, se registraron más infecciones por enterobacterias resistentes a los carbapenémicos en los pacientes hospitalizados (con o sin COVID-19), y emergieron enterobacterias con dos enzimas carbapenemasas.
¿Qué pasó para que la pandemia por un virus, como el coronavirus, favoreciera a las superbacterias? “Hay múltiples factores”, respondió Corso. “Un factor es que el 70% de los pacientes a nivel mundial durante la primera ola de COVID-19 recibieron antibióticos de amplio espectro, independientemente del estado de severidad del caso. Sin embargo, solo el 15% de esos pacientes tenían coinfección o infección bacteriana secundaria”, detalló. Es decir, aumentó el uso de los antibióticos de amplio espectro en pacientes que no necesitaban recibirlos durante 2020.
“Durante la primera ola del COVID-19 aún no se conocía mucho sobre la infección por el coronavirus. Se sospechaba que se iba a comportar como el virus influenza, y desarrollar co-infección o infección bacteriana secundaria. Se aumentó el uso de los antibióticos de amplio espectro”, comentó.
Además, hubo otras razones que le posibilitaron el avance a las superbacterias: durante la pandemia aumentó el número de hospitalizaciones y disminuyó la relación entre el número de trabajadores de salud y pacientes. Hubo una sobrepoblación de pacientes en las salas de cuidados críticos. Esas situaciones llevaron al incremento del uso de dispositivos como respiradores y los catéteres centrales y a los casos de pacientes con infecciones asociadas al cuidado de salud, como la neumonía y la bacteremia. Esas infecciones van generalmente asociadas a gérmenes multirresistentes.
Los hospitales estaban desbordados de pacientes, y así ante la emergencia sanitaria “se discontinuaron los cultivos de vigilancia de patógenos productores de carbapenemasas y los programas de optimización del uso de antibióticos redujeron su funcionamiento”. Esos programas son claves para la vigilancia de las superbacterias: son grupos integrados por profesionales de diferentes especialidades médicas que analizan los tratamientos antibióticos e intervienen ajustando dosis, intervalos y duración de tratamientos y decidiendo cuál es el fármaco o la combinación más apropiada para utilizar de acuerdo al tipo y severidad de la infección. Hacen que los antibióticos se administren de la forma más racional e inteligente posible. Pero la crisis sanitaria provocó interferencias en su funcionamiento.
En 2022 el problema de la superbacterias podría estar desacelerándose. “Pero aún no se logró volver a los niveles anteriores a la pandemia”, advirtió Corso. Por ejemplo, en la Argentina dentro del total de muestras de pacientes hospitalizados y que habían sido analizados en el ANLIS/Malbrán, el 20% tenía la superbacteria Klebsiella pneumoniae con resistencia a los antibióticos carbarpenémicos en 2019. En cambio, en 2020, el 30% de los aislamientos correspondieron a esa superbacteria. En 2021, fue el 33%. A pesar de que la resistencia a carbapenémicos sigue aumentando, se observó una desaceleración respecto a 2020.
“Con el transcurso de los meses y con más información sobre el coronavirus y los tratamientos, el sistema de salud entendió que solo el paciente grave puede llegar a necesitar antibióticos”, precisó. También se observó que hay limitaciones en el acceso a nuevos antibióticos. “Si bien hay antibióticos nuevos, muchos no están accesibles en los hospitales públicos de América Latina. Es necesario que si estén disponibles para las personas que sí los necesitan”, resaltó la científica. Además, no todos los países de América Latina cuentan con herramientas clave de la biología molecular para la vigilancia de las superbacterias.
Detrás del avance de las superbacterias está también el problema de la desigualdad que hay en el mundo. “La pandemia del COVID-19 también ha puesto de manifiesto las desigualdades entre países en cuanto al acceso a herramientas vitales para la salud pública”, sostuvieron los autores del estudio publicado en la revista de los CDC. “En un escenario ideal, el acceso a los nuevos antimicrobianos desarrollados y aprobados y a las herramientas para guiar su uso prudente debería estar garantizado para todo el mundo en paralelo con las actuales estrategias locales de prevención y control de la resistencia a los antimicrobianos”. Esas medidas -resaltaron- son especialmente críticas en América Latina donde ya están apareciendo ampliamente bacterias Enterobacterales que coproducen las enzimas carbapenemasas más potentes.
“El trabajo publicado por los investigadores aporta más evidencia de que las infecciones por las bacterias resistentes productoras de las enzimas carbapenemasas están aumentando en América Latina y son un problema de salud pública, especialmente dentro de los hospitales. Porque casi no hay opciones de tratamientos para los pacientes. Además, los nuevos antibióticos son medicamentos de alto costo y de difícil acceso”, comentó en diálogo con Infobae, Javier Farina, jefe de infectología del Hospital de Alta Complejidad Cuenca Alta de Cañuelas, en la provincia de Buenos Aires.
El doctor Farina es coautor de otro estudio reciente sobre superbacterias resistentes a los antibióticos carbapenémicos en la Argentina, que fue distinguido durante el último congreso de la Sociedad Argentina de Infectología. Detectaron que 249 de los 466 pacientes incluidos en el estudio prospectivo y multicéntrico tenían Klebsiella pneumoniae. Eso fue entre julio de 2020 y marzo de 2022. El 48% de esos 249 pacientes fallecieron. “El lavado de manos frecuente y el uso prudente de los antibióticos hoy son cruciales para reducir la incidencia de infecciones por gérmenes multirresistentes”.
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