Durante las últimas décadas muchas personas empezaron a utilizar diferentes tipos de cigarrillos electrónicos. También se los conoce como sistemas electrónicos de administración de nicotina (SEAN) y, a veces, sistemas electrónicos sin nicotina (SESN). Muchos los usan con la idea de evitar el consumo de los cigarrillos convencionales de tabaco o con miras a abandonarlos en algún momento.
Sin embargo, hay autoridades sanitarias y sociedades médicas que han realizado advertencias para los consumidores. Los sistemas electrónicos calientan un líquido para crear aerosoles que son inhalados por el usuario.
Los llamados líquidos electrónicos pueden o no contener nicotina (pero no tabaco), aunque también suelen contener aditivos, sabores y productos químicos que pueden ser tóxicos para la salud de las personas, según informó la Organización Mundial de la Salud.
Los cigarrillos electrónicos (también conocidos como vapes, e-cigs y vape pens) se han convertido en una opción común. Funcionan calentando un líquido que suele contener nicotina en un aerosol que luego se inhala. Pueden seguir alimentando la adicción a la nicotina, pero lo hacen sin quemar tabaco, que produce un humo que puede dañar los pulmones y provocar potencialmente cáncer de pulmón, enfisema y otros problemas pulmonares, según el Instituto Nacional del Cáncer de los Estados Unidos.
“Los cigarrillos electrónicos no son una buena estrategia para dejar de fumar. Porque si bien se asocian a un riesgo más bajo de aumentar el riesgo de enfermedades en comparación con los cigarrillos convencionales, aún no hay pruebas de que sean seguros. Es decir, faltan estudios rigurosos que demuestren su seguridad para la salud de las personas”, dijo a Infobae el presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria, el doctor Alejandro Videla, jefe de neumonología del Hospital Universitario Austral.
La nicotina de los cigarrillos electrónicos es altamente adictiva y puede dañar el desarrollo del cerebro en adolescentes y adultos jóvenes. También es tóxica para los fetos en desarrollo y no es segura para las embarazadas, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
El vapor de los cigarrillos electrónicos puede contener otras sustancias potencialmente nocivas, como aromatizantes, sustancias químicas cancerígenas como el acetaldehído o el formaldehído, partículas ultrafinas que pueden ser inhaladas profundamente en los pulmones, y metales pesados como el níquel, el estaño y el plomo.
“Como se observó en los casos de lesiones pulmonares relacionadas al uso de productos de cigarrillos electrónicos o vapeo (EVALI, por sus siglas en inglés) años atrás, pueden contener sustancias que hacen daño. Tampoco tenemos evidencias de sus efectos a largo plazo”, subrayó Videla.
Algunas estudios científicos también sugieren que los cigarrillos electrónicos pueden ser una rampa de acceso al consumo de cigarrillos para los adultos jóvenes. En una revisión de estudios publicada en JAMA Pediatrics en 2017, los investigadores concluyeron que los adolescentes y adultos jóvenes que usaban cigarrillos electrónicos tenían 3,6 veces más probabilidades de fumar cigarrillos más adelante en la vida en comparación con los que no usaban cigarrillos electrónicos.
Para los fumadores adultos, algunas pruebas sugieren que los cigarrillos electrónicos pueden ser prometedores para ayudar a la gente a dejar de fumar. En una revisión Cochrane de 2021, los investigadores analizaron 61 estudios en los que participaron 16.759 adultos que fumaban cigarrillos. Descubrieron que los que usaban cigarrillos electrónicos con nicotina tenían más probabilidades de dejar de fumar cigarrillos convencionales durante al menos seis meses que los que usaban otros tipos de terapias de sustitución de la nicotina, como parches o chicles, o cigarrillos electrónicos sin nicotina.
Jonathan Foulds, profesor de ciencias de la salud pública y psiquiatría de la Facultad de Medicina de la Universidad del Estado de Pensilvania, en los Estados Unidos estudia cómo los fumadores superan su adicción al tabaco. El año pasado, su equipo señaló que los fumadores que sustituyeron parte de su consumo de cigarrillos por cigarrillos electrónicos con alto contenido de nicotina redujeron su consumo a la mitad en 24 semanas y disminuyeron su exposición a las toxinas nocivas asociadas al humo del tabaco.
Foulds sostuvo que, como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) reguló los cigarrillos electrónicos como productos del tabaco, hubo poca investigación sobre cómo exactamente los cigarrillos electrónicos podrían ser utilizados por las personas que quieren dejar de fumar cigarrillos.
Según advirtió la FDA días atrás, “el uso de productos de tabaco en cualquier forma -incluidos los cigarrillos electrónicos- no es seguro, especialmente entre los jóvenes. Mantener los productos del tabaco fuera de las manos de los jóvenes sigue siendo una de las principales prioridades de la FDA, y las medidas que ha tomado hoy marcan un importante progreso hacia la consecución de ese objetivo”.
“En la gran mayoría de los casos se trata de usuarios duales. Es decir, usan tanto cigarrillos convencionales como los electrónicos. Algunos sí dejan el cigarrillo convencional pero continúan con el uso de los productos electrónicos. De esta manera no se liberan de la adicción a la nicotina”, señaló el doctor Videla. “Para recomendar un tratamiento para dejar de fumar, hay que tener evidencias de seguridad y eficacia a largo plazo y los diferentes cigarrillos electrónicos no las tienen. Por eso, los desaconsejamos”.
La médica psiquiatra Julieta Cassone, ex presidenta de la Asociación Argentina de Tabacología y coodinadora de Área de Cesación tabáquica de la Fundación Foro para la Salud Mental, también coincidió: “No se aconseja el uso de cigarrillo electrónico como tratamiento para dejar de fumar tabaco. Se sabe que pueden ser perjudiciales para la salud y no hay pruebas sólidas que demuestren que la persona logre abandonar el consumo de manera permanente”.
Para ayudar realmente a los consumidores de tabaco a dejar de fumar, “los gobiernos deben ampliar las políticas e intervenciones que sabemos que funcionan. Se recomiendan intervenciones probadas y comprobadas, como un breve asesoramiento de profesionales de la salud, líneas nacionales gratuitas de atención telefónica para ayudar a dejar de fumar e intervenciones para abandonar el hábito de fumar gestionadas a través de mensajes de texto por móvil. Cuando sea económicamente factible, los gobiernos también deberían considerar la posibilidad de promover terapias de sustitución de nicotina y farmacoterapias sin nicotina para dejar de fumar”, recomendó OMS.
Seguir leyendo: