El tan temido virus de la polio está de vuelta. La enfermedad que podía paralizar los músculos de los niños o, incluso, matarlos, parece retomar fuerza a medida que caen las tasas de vacunación en el mundo.
La polio parece una postal del pasado, pero Brasil confirmó días atrás su primer caso en 33 años y la ciudad de Nueva York, en Estados Unidos, está en alerta tras la notificación de un paciente con la enfermedad y la detección del virus que la causa en aguas cloacales. Según académicos y funcionarios hay que mantener altas las tasas de vacunación y es necesario recordar los problemas que representó la polio para generaciones enteras antes de que se desarrollaran las primeras vacunas.
El mundo ha consensuado una estrategia para erradicar la enfermedad, pero este año ya se reportaron casos de polio en países de África, como Mozambique y Malawi. También hubo 14 casos en Pakistán, un caso de un niño en Israel y un caso de un joven de 20 años en los Estados Unidos.
En la Argentina, la poliomielitis estuvo presente en forma endémica desde finales del siglo XIX y comenzó a recrudecer en los veranos y otoños del siglo XX. Durante 1924 presentó una tasa de 2,6 casos de parálisis infantil por 100.000 habitantes, que se triplicó para 1936; ascendió más del doble para 1953 y en 1956 llegó a la tasa récord de 33,3/100.000, afectando a unos 6.500 niños. “Ese brote es el que alcanzó mayor impacto. Afectó gravemente los músculos respiratorios, lo cual requería contar con pulmotores y otros dispositivos de asistencia respiratoria para conservar la vida. Las imágenes dentro de esos aparatos y las pequeñas cabezas de niños y niñas asomando han quedado entre los recuerdos icónicos de esa experiencia”, dijo a la Agencia CyTA-Leloir la terapeuta ocupacional y doctora en Ciencias Sociales Daniela Edelvis Testa, docente investigadora en la Universidad Nacional Arturo Jauretche (UNAJ), en Florencio Varela.
La eficacia de la inmunización antipoliomielítica, a partir de la utilización a nivel global desde la década de 1960 de la vacuna oral creada por Albert Sabin, presenta varias caras, reconoció Testa. “Si bien revela el aprendizaje por parte de la sociedad civil y de la comunidad médica para controlar la enfermedad y el relevante papel de los organismos internacionales en la planificación de políticas sanitarias regionales y globales, también ha contribuido a que el interés por esta enfermedad haya desaparecido de las agendas públicas, informativas y de investigación. Pasó a ser vista como un problema del pasado y se la ubica entre las enfermedades raras u olvidadas”, expresó la investigadora, quien añadió que existe una “deuda histórica y social” con las personas con discapacidades por la polio.
Cabe recordar que hoy la vacuna de la polio oral Sabin fue reemplazada por la IPV o la Salk, ambas inyectables. Esto ocurrió porque la vacuna que se aplicaba oralmente con la toma de gotitas está basada en lo que los expertos llaman “virus atenuado” y no virus muerto. A partir de junio de 2020 este formato de inmunización se dejó de uasar en Argentina y sólo se administran vacunas en base a virus inactivado como las dos inyectables mencionadas.
Según el sitio de estadísticas Our World in Data (OWID), a nivel mundial en 2021 se notificaron 649 casos, la mitad de los que se habían detectado en 2020. Ante la suba mundial de casos, Argentina lanzó hasta el 13 de noviembre una campaña de actualización de la vacunación contra varias enfermedades virales eliminadas o controladas en el país (sarampión, rubéola y paperas), incluyendo, por primera vez desde 2014 para una campaña de este tipo, el refuerzo de la protección contra poliomielitis o polio. La decisión se tomó en momentos en que buena parte de la región se encuentra en niveles altos de riesgo de reintroducción de la enfermedad cuyo último caso se notificó en el país en Salta en 1984, y fue erradicada oficialmente de las Américas en 1994 gracias al éxito de las vacunas.
El Ministerio de Salud de la Nación, lanzó la nueva campaña vacunatoria para recibir las dosis adicionales, gratuitas y obligatorias de las vacunas triple viral (contra sarampión, rubéola y paperas) e IPV (inyectable contra poliomielitis), más allá de las dosis recibidas previamente. Todas las inyecciones no requieren orden médica.
¿Recuperar esa memoria puede servir como elemento de persuasión para aumentar las coberturas de vacunación? Quizás no sea tan lineal. “La argentina cuenta con una gran tradición de campañas de vacunación en el siglo XX, en el que fábricas y escuelas han tenido un importante papel como lugares de divulgación de consejos sanitarios y, también, como espacios de inoculación. Esa tradición de más de 100 años ha permitido que, a pesar de existir voces en contra de la vacuna contra COVID-19, éstas no hayan sido hegemónicas y la población las aceptara en su mayoría”, señaló la doctora en Ciencias Sociales Karina Ramacciotti, investigadora del Conicet y profesora de la Universidad Nacional de Quilmes (UNQ), quien es coautora del libro “Historia de la salud y la enfermedad bajo la lupa de las ciencias sociales”.
“Las campañas sanitarias actuales se posan sobre dicha larga tradición y sería interesante que se utilizaran como mecanismo de persuasión otras campañas de vacunación, pero esa apelación no debería basarse en mensajes alarmistas ni descontextualizados porque si no son contraproducentes y generan el efecto contrario a lo que se pretende”, alertó Ramacciotti.
Una enfermedad olvidada
“La poliomielitis es una enfermedad muy contagiosa causada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas. El virus se transmite de persona a persona, principalmente por vía fecal-oral o, con menos frecuencia, a través de un vehículo común, como el agua o los alimentos contaminados, y se multiplica en el intestino”, explicó a Infobae el médico Ricardo del Olmo, especialista en Clínica Médica y Neumonología del departamento de Diagnóstico y Tratamiento el doctor del Hospital de Rehabilitación Respiratorio María Ferrer.
Y agregó: “Los síntomas iniciales suelen ser fiebre, cansancio, cefalea, vómitos, rigidez del cuello y dolores en los miembros. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada 200 infecciones produce una parálisis irreversible (generalmente de las piernas), y un 5% a 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios. La polio afecta sobre todo a lactantes y menores de cinco años y, si bien no tiene cura, se puede prevenir a través de la vacunación”.
Hoy existen vacunas seguras y eficaces contra la poliomielitis, como la vacuna IPV o Salk cuyo esquema de vacunación se compone, por 3 dosis de la vacuna a los 2, 4 y 6 meses y un único refuerzo a los 5 años (edad de ingreso a la escuela primaria).
“La vacunación hizo desaparecer eso tan terrible que ocurrió a fines de la década del 50 y comienzos de la década del 60. Desde la aparición de la polio, en el hospital hemos tratado a pacientes que fueron víctimas de la infección, quedaron con secuelas y debieron ser atendidas con asistencia respiratoria mecánica, tal como sucedió con la paciente Susana quien comenzó a ser paciente del hospital en una epidemia y falleció en otra pandemia. A lo largo de estos años, los pacientes pudieron desarrollar habilidades, a pesar de sus limitaciones motoras, recibirse de profesionales (como abogados y psicólogos, por ejemplo) y formar una familia. Todos ellos son imágenes de lo importante que es la vacunación universal para erradicar la polio del mundo y otras enfermedades potencialmente graves y/o hasta mortales”, aseguró Del Olmo.
Según el Informe sobre el impacto de la pandemia SARS-CoV-2 en las coberturas nacionales de vacunación de Argentina del Ministerio de Salud de la Nación, las coberturas nacionales de vacunación en el país han registrado un descenso gradual y progresivo en el período 2009-2019. Por este motivo, resulta crucial informar a los argentinos sobre las potenciales consecuencias graves y/o hasta mortales de no completar los esquemas de vacunación.
En los últimos años, la tasa de cobertura regional de vacunación contra la polio en el continente ha estado por debajo del 95% recomendado. Durante el periodo 2016-2019, la cobertura reportada para la tercera dosis de la vacuna antipoliomielítica oral osciló entre el 85% y el 87%. Las proyecciones indican que en 2020 esa cobertura podría disminuir en muchos países debido a las interrupciones de las actividades de atención primaria de la salud causadas por la pandemia del coronavirus.
Cuauhtémoc Ruiz Matus, jefe del Programa de Inmunización de la OPS, señaló que es precisamente ahora, en el entorno de la pandemia, cuando se debe trabajar más duro para no perder lo ganado.
Explicó que entre los factores importantes del éxito de la lucha de la región contra la poliomielitis figuran el firme compromiso político de los gobiernos y las comunidades, las alianzas estratégicas entre los organismos internacionales, el apoyo de socios independientes y el trabajo incansable de los trabajadores de la salud que se enfocaron en proteger a todos los niños con la vacuna. “Sin todas estas cosas, no estaríamos donde estamos hoy”, concluyó Ruiz Matus.
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