Durante las últimas tres décadas, los científicos avanzaron en la investigación de vacunas contra el cáncer para personas sanas con alto riesgo de padecerlos, pero se encontraron diferentes barreras para su desarrollo. En cambio, ahora hay datos alentadores a partir de estudios en animales y ensayos preliminares en pacientes humanos que han reavivado el optimismo.
La idea de base es que cualquier célula maligna incipiente podría ser eliminada por el sistema inmunitario. Ese acercamiento no sería diferente al modo en que las vacunas hoy protegen contra las enfermedades infecciosas. En la actualidad, hay ensayos en marcha sobre vacunas para cáncer de páncreas, cáncer de colon y de mama.
La primera vacuna contra el cáncer basada en células tumorales se desarrolló en 1980. Los científicos utilizaron células tumorales autólogas para tratar el cáncer colorrectal. A principios de los años noventa, se identificó el primer antígeno tumoral humano, el antígeno 1 asociado al melanoma, y abrió la posibilidad de hacer uso de antígenos tumorales en las vacunas contra el cáncer.
En 2010, se utilizó con éxito una vacuna basada en células dendríticas (que se conoce como sipuleucel-T) para tratar el cáncer de próstata. “Demostró la viabilidad de las vacunas contra el cáncer y creó un gran entusiasmo en el campo de las vacunas contra el cáncer. El brote de COVID-19 ha impulsado el desarrollo de la tecnología de las vacunas y ha vuelto a poner las vacunas contra el cáncer en el punto de mira del público”, escribieron Xiawei Wei y sus colegas de la Universidad de Sichuan en China en la revista Journal of Hematology & Oncology.
Las vacunas contra el cáncer utilizan principalmente antígenos asociados al tumor y antígenos específicos del tumor para activar el sistema inmunitario del paciente. En teoría, la vacuna podría provocar tanto una inmunidad celular específica como una respuesta inmunitaria humoral para impedir el crecimiento del tumor y, en última instancia, erradicar las células tumorales. En la actualidad, la mayoría de las vacunas contra el cáncer están todavía en fase de investigación preclínica y clínica. “Es necesario desarrollar antígenos más específicos y plataformas de desarrollo de vacunas”, afirmó el equipo de Xiawei Wei en su revisión sobre el estado de situación de la inmunización.
Desde la perspectiva de la doctora Susan Domchek, investigadora principal de un estudio sobre una vacuna contra el cáncer de mama en la Universidad de Pensilvania, en el futuro una persona con una afección precancerosa o una predisposición genética al cáncer podría ser vacunada y protegida. Otra vacuna es desarrollada por el equipo de la doctora Elizabeth Jaffee en la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos. Buscan que las células inmunitarias, que suelen ser tolerantes al cáncer, busquen y eliminen las células cancerosas del páncreas en todo el organismo.
En el cáncer de páncreas, explicó la doctora Jaffee, el primer cambio en las células normales en el camino hacia la malignidad es casi siempre una mutación en un conocido gen del cáncer, el KRAS. Le siguen otras mutaciones, siendo seis las que impulsan el crecimiento del cáncer de páncreas en la mayoría de los pacientes. Esta idea permitió a los investigadores del Hopkins idear una vacuna que entrenara a los linfocitos T, que forman el sistema inmune- para que reconozcan las células con esas mutaciones y las mataran.
El primer ensayo se realizó en 12 pacientes con cáncer de páncreas en fase inicial que ya habían sido tratados con cirugía. Aunque el cáncer se detectó poco después de su aparición y a pesar de haber sido tratados, los pacientes con cáncer de páncreas suelen tener entre un 70 y un 80 por ciento de posibilidades de sufrir una recidiva en los años siguientes. Cuando el cáncer de páncreas reaparece, es metastásico y mortal. Dos años después, los pacientes que recibieron la vacuna aún no han tenido de nuevo la enfermedad.
También en la Escuela de Medicina de la Universidad de Pittsburgh, Robert Schoen y su grupo están tratando de prevenir los pólipos precancerosos de colon con una vacuna. Se centraron en personas cuyas colonoscopias habían detectado pólipos avanzados en el colon. Buscan que una vacuna estimule al sistema inmunitario para prevenir nuevos pólipos y funcionó en ratones. Pero cuando la probaron en 102 personas en seis centros médicos en un estudio controlado, el resultado fue diferente. Sólo una cuarta parte de los que recibieron la vacuna desarrollaron una respuesta inmunitaria, y no hubo una reducción significativa de la tasa de reaparición de pólipos en el grupo vacunado.
En tanto, un equipo del Instituto de Vacunas contra el Cáncer de la Universidad de Washington, quiere prevenir el cáncer de mama en mujeres con variantes genéticas de alto riesgo. Allí la doctora Mary Disis y colegas descubrieron proteínas en células madre que eran normales pero que se producían a un nivel mucho más alto en las células cancerosas que en las no cancerosas. Eso ofreció la oportunidad de probar una vacuna que produjera algunas de esas proteínas. La vacuna se probó en mujeres con cánceres avanzados. No curó los cánceres, pero demostró que la vacuna podía proporcionar el tipo de respuesta inmunitaria que podría ayudar en las primeras fases de la enfermedad.
Según contó al diario The New York Times, Disis tiene previsto intentar vacunar a pacientes con carcinoma ductal in situ o con otra enfermedad precancerosa, la hiperplasia ductal atípica. Su grupo tiene una vacuna desarrollada para atacar tres proteínas que se producen en cantidades anormalmente altas en esas lesiones. Si la vacuna tiene éxito, las mujeres podrían sentirse cómodas renunciando a la quimioterapia o a la cirugía en el futuro.
Consultada por Infobae, la científica argentina Laura Bover, investigadora en inmunología y cáncer en el Centro M.D. Anderson de los Estados Unidos, comentó: “Hay diferentes estrategias para la prevención y el tratamiento de los distintos tipos de cáncer. Una de ellas son las vacunas. Algunas vacunas ya se usan para tratamiento cuando la persona ya tiene la enfermedad. Otras vacunas están en desarrollo y apuntan a la prevención de la evolución de lesiones premalignas a malignas. Para eso, es necesario conocer la predisposición genética a desarrollar tumores malignos y luego acceder a vacunas que resulten eficaces y seguras”.
De acuerdo con la doctora Bover, “es probable que en 5 años ya se cuente con vacunas para la prevención, pero la cantidad de pacientes beneficiados sería limitada ya que ese tipo de inmunización serviría para aquellos que tienen una predisposición genética que contribuye a un tumor hereditario. Sólo el 5 % de los tipos de cáncer son hereditarios y aún quien tenga esa alteración puede no desarrollar cáncer durante su vida”. También la opción de recibir estas vacunas, al ser personalizada en un comienzo, va a tener elevado costo al menos cuando salga al mercado -destacó-. Pero la ciencia avanza a pasos agigantados con nuevas tecnologías e inversiones para emplearlas”.
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