Prácticamente todas las semanas tenemos alguna noticia que nos maravilla de nuestro vecino planeta Marte. La gran cantidad de misiones robóticas enviadas tiene el lado bueno de seguir investigando la posible vida pasada en el planeta rojo y aprender más sobre la posible habitabilidad humana en un futuro. Pero también tiene su lado malo: la basura que estamos dejando allí, sin todavía pisarlo.
Es que durante más de 50 años, el ser humano ha enviado 18 objetos a Marte en 14 misiones espaciales, según información de la Oficina de Asuntos del Espacio Exterior de las Naciones Unidas. Algunas de estas misiones siguen operativas, pero muchas ya no y descansan en la superficie del planeta rojo como chatarra obsoleta. Incluso, las misiones actuales han dejado basura en Marte, producto del desprendimiento de distintos materiales durante el aterrizaje, como escudos protectores, paracaídas y retrocohetes.
El doctor Cagri Kilic, investigador Postdoctoral en Robótica, de la Universidad de West Virginia, en Estados Unidos es un especialista en temas espaciales y ha estado estudiando los diversos desechos humanos en Marte. El experto, habló con Infobae y aclaró que esta basura espacial proviene de tres fuentes principales: hardware desechado, naves espaciales inactivas y naves espaciales estrelladas.
Respecto al hardware desechado, Kilic aclara que cada misión a la superficie marciana requiere un módulo que protege la nave espacial, que incluye un escudo térmico para cuando la nave atraviese la atmósfera del planeta y un paracaídas y hardware de aterrizaje para que pueda llegar a la superficie. En su descenso, la nave o robot descarta piezas del módulo a medida que desciende, y estas piezas pueden aterrizar en diferentes lugares de la superficie del planeta y quedar cientos de kilómetros lejos de donde finalmente el robot aterriza.
Cuando estos escombros caen al suelo, pueden romperse en pedazos más pequeños, como sucedió durante el aterrizaje de los rovers Curiosity, en 2012, y Perseverance, en 2021, que además de sus escudo térmicos y paracaídas, ambos robots desecharon una estructura llamada Skycrane que contenía retrocohetes. Estas pequeñas piezas pueden salir volando debido a los vientos marcianos.
“Todas las agencias espaciales están haciendo lo posible para reducir el riesgo de contaminación espacial. En Marte, aunque no hay una preocupación inmediata, los equipos de muestreo de Perseverance están documentando los escombros y verificando si pueden representar un problema potencial o fuente de contaminación para los tubos de muestra que está recolectando para que una futura misión los traiga a la Tierra. El rover lleva un conjunto de tubos testigo que son rellenados con materiales de la superficie. En su trabajo de perforación, el robot también ha dejado material tirado, que se exponen sistemáticamente al entorno de Marte. Estos desechos podrían ser una fuente de riesgo de enredo para el rover, según consideran los científicos. Sin embargo, han concluido que tal riesgo es bajo”, explicó Kilic a Infobae.
Kilic, que es investigador de robótica, becario posdoctoral centrado en la localización inercial para vehículos planetarios y la localización cooperativa para sistemas de robots múltiples en el Laboratorio de Navegación de la Universidad de West Virginia, precisó que la principal preocupación de los científicos sobre la basura en Marte es el riesgo que representa para las misiones actuales y futuras. El experto afirmó que actualmente, el robot Perseverance de la NASA está documentando todos los escombros que encuentra a su camino, mientras está escalando el cráter Jézero.
Además de los restos dejados en sus aterrizajes, Kilic relevó la otra basura que se puede encontrar en Marte, aunque aclaró que para muchos, no se trata literalmente de basura, sino que muchas de ellas son reliquias históricas espaciales. Se trata de 9 naves espaciales inactivas en la superficie de Marte. Estas naves son los módulos de aterrizaje rusos Mars 3 y Mars 6. También los estadounidenses Viking 1, y Viking 2, el rover Sojourner, el módulo británico Beagle 2 anteriormente perdido, la nave Phoenix, y los exitosos rovers gemelos Spirit y Opportunity. “Las naves espaciales estrelladas y sus piezas son otra fuente importante de basura”, aclara el especialista. Al menos dos naves espaciales se han estrellado y otras cuatro han perdido el contacto antes o justo después del aterrizaje, lo que implica que descender de manera segura a la superficie del planeta es la parte más difícil de cualquier misión a Marte.
“Cuando sumas la masa de todas las naves espaciales que se han enviado alguna vez a Marte, obtienes alrededor de 9979 kilogramos, es decir casi 10 toneladas. Si se le resta el peso de las naves actualmente operativas en la superficie (2860 kg) se obtienen 7119 kg de desechos humanos en Marte”, sostuvo Kilic. “Los escombros reales en realidad provienen del sistema de entrada-descenso-aterrizaje llamado EDL. Algunos de los escombros se pueden reutilizar más tarde cuando la tecnología esté disponible en Marte, sin embargo, las diminutas partículas de escombros dispersas pueden ser difíciles de encontrar y utilizar más adelante”, agregó el experto.
“La basura espacial es bastante común para las misiones planetarias y su cantidad aumentará en los próximos años. Solo tuvimos 50 años de exploración en Marte, y la masa total de desechos espaciales es bastante baja. Sin embargo, los pequeños escombros pueden viajar decenas de kilómetros con los vientos marcianos. Estos pequeños desechos dispersos en la superficie de Marte pueden ser difíciles de encontrar. Pero creo de todo corazón que podemos reutilizar la mayoría de estos desechos en Marte y así la humanidad no cometerá el mismo error que hemos cometido con nuestro planeta, la Tierra”, consideró Kilic.
Para concluir, el especialista dejó una reflexión a Infobae sobre las naves que están en Marte y ya no funcionan. “La mayoría de ellas están intactas, por eso es mejor considerarlas reliquias históricas, más que basura espacial. Tal vez algún día la humanidad pueda visitar su ubicación y ver los esfuerzos pioneros de la exploración planetaria”.
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